Pasaron días en los cuales hablaba mucho con Sebastián y con cada segundo que me la pasaba con él sentía algo mucho más fuerte. Hoy, Sebastián me invito a salir en la noche y Débora me va a ayudar a elegir la ropa y a maquillarme, ella es muy buena para eso, yo no sé tanto de ropa y maquillaje como ella.
-¿Qué te parece éste?- le mostré un vestido rojo que me llegaba casi hasta las rodillas y con escote en forma de corazón, frunció el ceño al verlo.
-No me gusta- dijo y cada vez me frustraba más.
-Pruébate este- sacó un vestido corto, que me llegaba a la rodilla y tenía un escote por la espalda largo;pero tampoco dejaba enseñar tanto era muy hermoso y era turquesa muy elegante.
Cuando salí del baño mi amiga hizo una expresión de sorpresa y después dejo ver una sonrisa.
-Te queda hermoso- dijo y me ruboricé, últimamente me ruborizaba por todo, ya parecía un tomate de tanto ruborizarme.
-Tú crees?
-Te queda hermoso, confía en mi- me hizo pararme enfrente del espejo y cuando me vi, me veía realmente muy hermosa- Ahora siéntate vamos a maquillarte -el maquillaje era como me gustaba era sencillo pero muy hermoso, me hizo unos bucles en mi cabello y lo dejó suelto, me puse unos tacones plateados muy hermosos. Cuando termine de arreglarme me mire en el espejo y me sorprendí mucho, me encantó como me veía estaba cambiada.
-Quedaste hermosa mi bebé - dijo mi mamá, entrando a la habitación y me sonrió.
-Gracias Mami - le devolví la sonrisa- Estoy muy nerviosa.
-No hay porque estar nerviosa mi vida, te aseguro que la pasarás de maravilla- me relajaron sus palabras.
-Gracias Mami.
Había llegado Sebastián y se veía muy guapo, llevaba un traje negro y una camisa blanca que se le veía muy bien y su cabello lo llevaba medio despeinado muy lindo, él, al mirarme me soltó una sonrisa y cada vez que se acercaba, me sentía mucho más nerviosa.
-Te ves hermosa mi princesa me has dejado embobado, bueno, tú siempre te ves hermosa; pero hoy ¡guao! Me dejaste sin palabras por toda tu belleza.
-Gracias de verdad, tú también estás muy guapo.
-Gracias princesa ¿nos vamos?- asentí.
Llegamos a el restaurante muy hermoso, me abrió la puerta para ingresar a la parte interna del local, y el interior era mucho más que hermoso, tenía paredes blancas, y tenía unas arañas súper bellas, parecían diamantes, realmente hermoso, nos dirigimos a nuestra mesa y él me ayudó a sentar en mi asiento, llegó el mesero con los menús, no sabía que pedir.
-¿Puedo elegir por nosotros? Claro, si no te molesta- asentí y después que el mesero anotara nuestra orden se fue.
Al poco rato, llegó nuestra comida y empezamos a comer, cuando él terminó, rompió el silencio.
-Esto me gusta- dijo.
-Sí, está muy rico- Sebastián me miró con burla por lo que le dije y lo miré confundida.
-Yo no hablaba de la comida, hablaba de que tú me gustas y mucho- dijo con una sonrisa.
Terminamos de comer y nos fuimos, pensé que me llevaría a mi casa pero no, en su lugar me llevó a un parque, muy pero muy hermoso, donde me agarró de la mano y empezamos a caminar por todo el parque, hasta que paramos en un lugar iluminado y había una cabaña blanca con luces a su alrededor.
-Quiero decirte, que estos últimos días que la he pasado contigo, de maravilla, me ha encantado estar contigo -dijo y se le veía muy nervioso- Es por eso, que quiero que todos los días nos la pasemos así, divirtiéndonos y estando juntos ,No sé cómo pedirte esto- dijo y me puse nerviosa, le puse mi mano en su mejilla y lo mire con una sonrisa- No me mires así que me pones más nervioso- dijo y soltamos carcajadas los dos- Bueno, te lo voy a decir ¿Quieres ser mi novia?- y de la parte de atrás de su espalda saco un ramo de rosas rojas.