Siempre Fuimos

Verdades a medias son completos secretos

 

Como ocasión especial, Farmington nos recibió a las diez de la mañana, con tormenta eléctrica. Por suerte, en Nuevo México, el clima no era tan deplorable y nuestro vuelo no se retrasó. No obstante, no puede escapar del sermón que me dio Lusian por media hora, durante el camino del aeropuerto a nuestra antigua ciudad.

Según él, si hubiésemos viajado por la mañana, como sugirió, no nos hubiéramos encontrado en medio de esa gran tormenta.

Lo que él no entendía era que no me importaba en lo más mínimo. Lo único que yo necesitaba, era llegar a una cama blandita y con sabanas limpias. No es que me quejara de nuestro avión privado, pero no era muy cómodo para una recién embarazada viajar durante catorce horas en asientos de cuero individuales, un bar, una gran pantalla y un baño de lujo. Curiosamente, los malestares típicos de un embarazo se me presentaron cuando lo confirmamos. Antes de eso, no hubo ningún síntoma que me avisara de mi nuevo estado.

Y justo tuve mi primer malestar en medio de la reunión con el Director de Los Ufizzi y su antipática y resbalosa esposa. Vomité el café y las fresas que Lusian me llevó a la cama frente a ellos, perdiendo un poco de la dignidad requerida para incentivar a posibles candidatos para donaciones.

La reunión había sido en mi oficina de la Universidad de Italia, pero terminamos de ajustar detalles en la biblioteca. El aroma de mi pequeño accidente no era muy agradable para soportarlo. Y para no variar, mis hormonas estaban revolucionadas, y el ochenta por ciento del tiempo que duró la reunión, solo pude pensar en lo arrepentida que me sentía por haber tenido consideración por Fiorella y su matrimonio, cuando la conocí en la gala.

Buscaba cualquier oportunidad para acercarse a Lusian más de lo socialmente aceptable. Su marido parecía disfrutar de aquello y sólo me sonreía, en una silenciosa propuesta indecorosa. Al final llegué a la conclusión de que ellos gozaban de una sexualidad más abierta y casi los imaginé con fustas, grilletes y otra pareja en la misma habitación.

Lusian tampoco la pasó muy bien y casi le pedí disculpas por haberlo obligado a asistir. Pero no lo hice, porque aquellos dos se sumaron a la lista de nuestros donadores y aportadores físicos. Fiorella se ofreció a ser profesora de matemáticas para los más pequeños. Por supuesto que iba a hacerlo, tenía toda la intención de metérsele a mí prometido por los ojos. Antes hubiera sido una gran oportunidad que Lusian no hubiese rechazado. Pero en contra de todo su historial libertino, lo único que pude leer en sus ojos fue la repugnancia que le provocó aquella mujer y su marido.

Lo amé tal vez un poco más, aunque después me enfadara con su sermón.

A quince minutos de entrar a Farmington, Lusian llamó a Joshua por teléfono poniendo alta voz.

-Por si no lo sabes, acá es muy temprano y los que trabajamos, aprovechamos los domingos para despertar más tarde -contestó Joshie, quejumbroso.

-Por si no lo sabes, ninguno de los tres tenemos necesidad de trabajar -dijo Lusian, mirándome de reojo, con intenciones, y regresó la vista a la carretera -. Y Alexa y yo estamos en Farmington, necesitamos hablar.

-¿Qué? -le pregunté a Lusian en voz baja, confundida -. ¿Hablar de qué? - .Volví a susurrar, para que Joshua no me escuchara.

Lusian me ignoró por completo, dejando el teléfono sobre una de sus piernas.

-Supongo que debe ser muy importante para que viajaran hasta acá... -dijo y bostezó -. Los veo en media hora en el bar del casino, yo también tengo algo que contarles.

-No sé si sea buena idea que vayamos a un bar -comentó Lusian, con el ceño fruncido -. Mejor te vemos en el restaurante del club de golf.

-No quieres ir a un bar... de acuerdo. Regrésame a mi amigo -dijo Joshua, escéptico.

-Idiota -murmuró Lu y colgó con una sonrisa.

Lo que más me chocó fue que no quitara esa expresión, después de haber visto mi mal humor dibujado en toda mi cara.

-Terror, quita esa cara. Antes de hablar con Raphael, quiero que se lo digamos a Joshua. Es nuestro mejor amigo y tiene derecho a ser el primero en saberlo - comentó, colocando su mano sobre mi pierna.

-Ya lo sabe Daniel y toda la Costa Este del paraíso - dije mal humorada.

-Gracias por recordármelo. Si quieres podemos avisarle de nuestro compromiso a él primero, seguro le sentará de maravilla.

Todo el buen humor de Lusian desapareció y retiró su mano de mi pierna.

Lo miré de reojo, cruzándome de brazos y suspiré, con la intención de apaciguar mi irritabilidad.

-También quiero que sea el primero en saberlo. Sólo que me hubiera gustado que me preguntaras antes. Además muero de sueño, tengo náuseas y me duele la cabeza- me quejé, recargando la cabeza en el respaldo.

-Quieres decir, que repentinamente, tienes los malestares de un embarazo... -dijo, con una pizca de diversión.

-Estar embarazada no es lo mismo que saber que estás embarazada -refuté -. Creo que mi cerebro no estuvo bien conectado todo este tiempo con el resto de mi cuerpo.

-Lo que yo creo, es que tu lado mimado no estaba conectado con tu reloj biológico -apuntilló -. Le llamaré a Joshua y le diré que lo veremos más tarde.

Imprevisiblemente tuve un ataque de pánico al pensar en Raphael y la notica que estábamos por darle. Por algún motivo, desconocido para mí, me aterraba decirle que iba a ser abuelo de la nieta de la mujer a la que amó.

-No, veámoslo ahora. De todos modos ya lo despertaste.

-No sé por qué después de tanto tiempo no logro seguirte -se quejó, negando.

-¿Y ya pensaste que tendremos que dejar de viajar en este tipo de autos? -Le pregunté dándole un golpe al tablero de mi lindo convertible blanco.

Muy servicialmente, Lusian pidió que nos llevaran mi auto al aeropuerto y yo me seguía preguntando por qué prefería conducir este lindo transporte y no su elegante mercedes, que le quedaba mejor a su personalidad.




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