Siempre Fuiste Mía ... te lo aseguro

Capitulo 18

Pov de Jayden:

Escucho que abren la puerta, es suficiente para levantarme de la cama y observar, de brazos cruzados, a Fernanda.
Nota mi mirada sobre ella, pero no dice nada. De igual manera no dejo de hacerlo.

-qué pasa.

-tenemos que hablar.

 -yo no quiero hablar.

-no te he preguntado- le tomo de la mano para voltearla en cuanto intenta volver al baño. Queda entre mis brazos sin dejarla a donde ir pegada en la pared. Siento su respiración pesada –tenemos que hablar.
-Lo que pasó…- empecé a hablar al notar que se me quedó mirando esperando que lo haga. Si íbamos a trabajar en esto juntos debía saber lo que pasa y en eso mis dudas que tengo.

-estás loco, ¡suéltame! – se sacude intentando soltarse se mi agarre. Lo único que provoca es mi cercanía. Mientras más se mueve más son las ganas de quererla hacerla mía, mía como lo hacía antes. Escuchar sus gritos, sentirla caliente y sudorosa, tener la imagen perfecta de satisfacción en ella, mostrándome lo excitante que puede volverse la situación en este momento para mí, es una tortura –Jayden- apenas se queja en cuanto me pego tanto a ella que puede sentir mi dureza.

-sabes lo que tienes que decir, si tanto lo quieres- logro sentirla de la misma manera que yo. Es por eso que la incito susurrando en su oído esas palabras. Sé bien que Fernanda va a resistir, peleará consigo misma solo para no complacerme. Por eso mismo la estremezco entre caricias. Sus gestos, sus movimientos y hasta sus deliciosos labios me suplican que siga acariciando uno de sus senos mientras que con otra mano estimulo su centro. No dejo de frotar mi miembro en ella. Quiero que recuerde todo lo que sentía antes. Que recuerde lo feliz que la puedo hacer sentir.

-Jayden…- vuelve a suplicar en un hilo de voz. Sus piernas tiemblan perdiendo ligeramente el equilibrio. Lo goza tanto como yo, viéndola en suplicar, ser el causante de todos sus gemidos. El único que puede hacerla realmente feliz. Si puede recordar lo mierda que fui, por culpa de mis decisiones cuando era aún más joven, le haré recordar las razones por las que me aceptó y comenzó a amar.

El tiempo dirá lo que ya sabemos cómo terminaremos.
La levanto tomando su trasero, por inercia enreda sus piernas en mi cintura. Le doy el beso más posesivo llevándola a la cama, con mucha delicadeza, miedoso en romperla si la lastimo, la dejo sobre la cama conmigo encima teniendo cuidado con su hijo.

-no…- la escucho decir volviendo a tomarme del cabello para no despegar nuestros labios –esto está mal- sigue besándome –no debemos…- no se detiene –Jayden…- solo tenía que pedírmelo.

-que es lo que quieres Fernanda- hago un camino de besos hasta llegar a su cuello –tu aroma es tan delicioso- gruño sin poder aguantar.

-agh- arquea su espalda sin dejar de removerse del placer. –no… no pares- mi mano sigue complaciéndola, como tanto sé que le gusta.

-dímelo- vuelvo a recordarle.

-me harás daño- sus manos sostienen mi rostro besando mis labios antes de mirarnos a los ojos –no quiero volver a sufrir- sabía que se refería a mis actitudes de mierda. Tampoco quería volver a como éramos antes.

Ahora más que nunca sabía lo que quería. La quería a ella –te quiero para toda la vida, mi amor- sentimos la misma corriente recorrer todo nuestro cuerpo. El brillo en sus ojos que emana en este momento es inigualable –prometo que ya no habrá más secretos entre nosotros- dejo besos en su linda carita. Se divierte.

-pero… pero eres ma-ma…- le cuesta terminar.

-No lo soy- Dejo de mirarla –Al menos ya no. Lo que pasa en este momento no es por mi voluntad. Juro que te lo explicaré- vuelvo a mirarla enviándole esa seguridad en la que puede sentirse conmigo. Decía la verdad, la mafia no es algo en lo que quiero continuar. Las razones ya las conocen, solo debo ingeniármelas para salir.

-juro que te castraré Jayden Clark si me vuelves a lastimar- su seguridad con la que dijo esas pocas palabras fueron suficiente para darme cuenta que no bromeaba.

-yo juro hacerte feliz por el resto de nuestras vidas juntos- le sonrío de manera lujuriosa refiriéndome a lo que estoy a punto de continuar –solo debes decir las palabras mágicas, mi amor- decir esas dos últimas palabras eran un éxtasis. Jamás pensé que al decir tan poco puede lograr hacer sentir tanto.

Con Fernanda era así. Cada vez me sorprendía lo mucho que puedo experimentar y descubrir, siempre y cuando sea con mi Fernanda.

-hazme tuya, mi amor- junta nuestros labios haciendo que estos no dejen de comerse mientras nos quitamos la ropa apresuradamente, tal y como si fuera la primera vez haciendo esto. Las ganas no faltaron en hacerla mía cuando, por fin, nos encontramos desnudos.

Admiré su hermoso cuerpo como lo recordaba, esta vez con una criatura producto de nuestra felicidad. La amaba, amaba completamente todo de ella. Le tomo de su cadera provocándome al límite máximo al que puedo llegar y aun más. Necesitaba quitar estas ansias de entrar en ella.

Abre sus piernas invitándome al mejor de los manjares. Estaba completamente mojada. No dejo chupar su centro haciéndola gritar del placer, succiono todo lo que quiera dando mordiscos que la estremece sin dejar de moverse de un lado a otro exigiendo más. Mis manos siguen en su cadera acercándola más a mi boca sin dejan de verla, me ponía caliente poder tener el gusto de ser yo quien la hace sentir de esta manera.

-agh … Jayden- se muerde su labio inferior.

Iba a correrse, al fin iba a volver a probar su exquisitez –córrete, Fernanda, hazlo, quiero volver a probarte- era demandante, mi voz sonaba ronca por las ganas e impaciencia que ella provocaba en mí.

–ya no aguanto… ¡agh Jayden! – trago todo su fluido sin dejar de darle placer, llevo una mano a su seno, masajeando de este.

-quiero hacerlo yo- se levanta, tal y como la recordaba. Mojadita con la temperatura alta y despeinada. Por supuesto que la dejaría hacerlo –acércate- mis ojos brillaban lujuria pura. Era como ese demonio encaminando al inocente angelito por el camino del mal.




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