Siempre fuiste tu

Capítulo 28

Me levante tratando de no mover demasiado mi cuello, para no intensificar el dolor. La tenue luz de la mañana comenzaba a asomarse por las cortinas medio abiertas. Frote mi rostro, tratando de despertarme por completo. 

Los sillones grises me hicieron darme cuenta de que claramente, no era mi casa, ni mi sala. Anoche, esperando que Edson aflojara su agarre sobre mí para poder soltarme, me quede dormida. La calidez de su cuerpo y de las sabanas, sumado el cansancio que cargaba desde días anteriores, hicieron que cayera rendida después de un rato. 

En la madrugada me había despertado asustada, al sentir a alguien conmigo, pensando que alguna persona había entrado a mi casa, hasta que recordé, que la intrusa ahí, era yo. Era muy tarde para irme a mi hogar, así que tome la decisión de quedarme pero no en su habitación. Me moví a la sala con cuidado de no despertarlo. También aproveche para mandarle un mensaje a Karina, diciendo que estaba bien y que tenía el celular en silencio, por lo que no pude responder sus tres llamadas, que aparecían en la pantalla, cuando lo prendí. 

El sillón no estaba mal, pero eso no evito que mi cuello estuviera muy adolorido ahora. Siempre he odiado que me duela el cuello, es de lo más insoportable. Pero no era solo el cuello, toda mi cabeza me dolía, como si la que tuviera la resaca fuera yo. 

En estos momentos solo deseaba deshacerme de esta ropa ajustada, ducharme, ponerme cómoda y aventarme en una suave cama para dormir por horas. Cerré los ojos imaginando la sensación, pero en lugar de eso, mi mente deseo, volver a sentir la calidez de su cuerpo. 

Abro los ojos rápido y agito la cabeza, tratando de dispersar esa idea. Esa acción solo provoca que un quejido de dolor salga de mi boca. Masajeo mis sienes intentando aliviar el dolor, aunque no ayuda mucho. 

Por el rabillo del ojo, veo pasar una silueta, y me paralizo. Con la mirada sigo su movimiento, hasta la cocina, donde Edson saca una botella de agua, del refrigerador y se la bebe completa. Ya no llevaba el torso desnudo, ni los pantalones sucios, sino una playera blanca y un pantalón de pijama. Por ello y por su cabello medio húmedo, era obvio que se había duchado. 

Al parecer no había notado mi presencia cuando entro al lugar, así que me mantuve quieta y sin hacer ni un ruido. Mi lógica era, que si no me movía, no me vería. Una lógica bastante estúpida, porque era imposible que no se diera cuenta que estaba ahí, sentada a media sala. Pero bueno, nada perdía intentándolo.

Cuando Edson se dio la vuelta me miro. Era claro que no moverme, no me hacía invisible. La expresión de su rostro era de confusión. Me miraba con seriedad y con el ceño profundamente fruncido. No sé si su expresión era por verme ahí o porque seguía sin moverme. Al levantarme, no luzco muy bien que digamos, a lo mejor era eso, sin embargo ¿Tan mal me veía?

-¿Qué haces aquí?- pregunta serio 

-Anoche ya era muy tarde, por eso me que…

-No, no. No me refiero solo a que haces en mi sala, si no también  que haces en mi casa. 

¿No recordaba nada de la noche anterior? Esta pregunta no tardó mucho en salir de mis labios. 

-¿Recordar que?-pregunta. 

Enserio no recordaba. No sé si eso es bueno o malo. 

-Anoche te hemos encontrado fuera de un bar y…

-Eso si lo recuerdo- interrumpe. 

-Bueno pues tú y Diego comenzaron a golpearse…

-Eso también lo recuerdo- dice irritado 

-¿Entonces qué es lo que no recuerdas?

-El momento en el que te di permiso de quedarte en mi casa-suelta molesto 

-¿Disculpa? Se dice gracias ¿Sabias?-digo incrédula

-Yo no te lo pedí, ¿Por qué no te fuiste con Diego?-reclamo 

Al parecer tenía razón al pensar que todo ese comportamiento cariñoso y cálido, eran solo efectos del alcohol. 

-¿Es enserio que ahora haces esto?-pregunto molesta.

-Te recuerdo que soy tu jefe, así que no seas informal, además de que estas en mi casa y me gustaría mucho que te fueras-su voz es fría y sus palabras distantes-Mejor ve a ver como se encuentra Diego y a mi déjame en paz-no me muevo-¡Fuera!

¡Ay no! Me rindo con él. Perdón pero ya no estoy dispuesta a tolerar sus desplantes, ni mucho menos sus cambios de comportamiento. Yo tenía razón al decir que no lo entendía. 

-Diego tiene razón, ¡Eres un idiota!- exclamo.

-Cuida tus palabras- me advierte señalándome con el dedo- Mejor vete con él, ya que para ti todo es Diego-acusa y se da la vuelta para salir del lugar 

-¡IDIOTA!-grito. Él se gira aún más molesto y se acerca a mí.

-¡Ya basta! Vete de…

-NO-sentencio- Por si no recuerdas, tu ayer me diste permiso de llamarte idiota, así que eso hago. 

-Si tan solo obedecieras en todo lo que te digo, te alejarías- habla con seriedad- Eres tan cruel, para seguir haciéndome esto ¿Por qué no entiendes? ¿Por qué no dejas de jugar conmigo y te alejas?

-¡JUGAR CONTIGO! ¿Cuándo he jugado yo contigo?-pregunto-¿ENTENDERTE? NO, ¡Realmente no te entiendo!

Espero su repuesta, sin embargo el solo me mira, traga saliva una y otra vez, y puedo notar como sus músculos se tensan

-Ya vete-sentencia, para intentar irse de nuevo pero me muevo rápidamente bloqueando su camino.

-NO. No me iré, ahora quiero entender-digo firme 

-Abril ya vete- sé que lo estoy haciendo enojar, pero no me importa 

-NO

-Abril, estoy hablando enserio- dice en un tono contenido 

-Yo también, si dices que no te entiendo, entonces explícame. ¡¿Cómo quieres que te entienda si todo lo que haces es darte la vuelta y decirme que me vaya?!

-¡¿DE VERDAD QUIERES ENTENDER?! ¿Quieres que te explique porque quiero que te alejes?- exclama enfadado- ¡PORQUE ME MUERO DE CELOS!-grita y lo miro sin entender-¡Porque no soporto el hecho de que hayas escogido a Diego! ¡Porque a pesar de que dije que lo aceptaría, me duele y me siento como un puto imbécil porque no soy capaz de aceptarlo! ¡Porque siento que soy una escoria por no resignarme! ¡Porque me hierve la sangre al verte con ese jodido idiota!




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