Han pasado cuatro días desde la fiesta de Isa, ahora estoy con mis amigos en una mesa de la cafetería sentada escuchando como ellos me dan otras ideas para mañana, ya que es nuestro aniversario de un mes. Fernando está en su entrenamiento de fútbol, por lo que no lo vería hasta mañana.
—Yo digo que mañana vayan a cenar y el viernes vayan a un parque de diversiones o a otro lugar. —Dice Emma. La verdad su idea me gusta mucho, yo tenía pensado algo similar.
—Yo la verdad, no tengo ni idea de que podrían hacer. —Dice Jaime.
—Tal vez, podrían ir a la fiesta que va a haber el viernes. —Dice Gabriel.
—Van a cumplir un mes juntos, si quisieran ir a una estúpida fiesta ya lo hubiera pensado Ale. —Le dice Emma un tanto enojada.
Últimamente, Gabriel y Emma han estado enojados uno con el otro, el motivo no lo sé aún, pero lo tengo que descubrir. Hace algún tiempo había escuchado rumores de que a Gabriel le gustaba mi mejor amiga, pero nunca investigue si eso era cierto o no, pero ahora que lo pienso puede que a Gabriel nunca le dejo de gustar y solo aparentaba para que Emma no lo supiera y ahora ella lo descubrió. Todo este “conflicto” comenzó cuando Adrián le había preguntado a Emma si quería ser su novia, ella le dijo que lo pensaría y es el momento en el que sigue sin darle una respuesta. Emma nos había contado lo que había pasado y cuando Gabriel lo escucho su cara se tornó a una de seriedad, pero yo no le di tanta importancia porque pensé que se había acordado de algo. Hace tiempo mi amiga me había dicho que le gustaba Gabriel —claro, antes de conocer a Adrián. —pero no quería decirle nada porque pensó que él la veía solo como una amiga y yo tampoco quería darle esperanza contándole los rumores que había escuchado, ya que eran solo eso, rumores.
Ahora todo tiene sentido.
—Creo que tenemos que ir a terminar una tarea. —Dice Jaime, interrumpiendo a Gabriel y Emma.
—Y nosotras tenemos que ir… a arreglar unas cosas que necesitamos para mañana. —Digo tomando de la muñeca a Emma, para salir.
—¿Más tranquila? —Pregunto, cuando llegamos a la biblioteca. ¿Por qué la biblioteca? No lo sé fue el primer lugar que se me ocurrió, además de que está tranquilo.
—Sí. —Dijo más relajada que antes.
—¿Qué fue lo que pasó hace un momento, entre ustedes dos?
—Nada.
—Emma…
—Ok, ok, ¿recuerdas cuándo te conté que Gabriel me gustaba? —asiento en forma de respuesta. —bueno pues, ahora los papeles se invirtieron.
—¿Y eso qué tiene de malo?
—¿Qué “qué tiene de malo”? bueno pues que… —se quedó un momento pensando, hasta que encontró las palabras correctas. —Pues que cuando te dije que él me había dejado de gustar, nunca dejo de hacerlo, hasta que llegó Adrián y las cosas cambiaron y ahora no sé qué hacer.
Al escuchar a mi amiga decir eso, inicia un debate dentro de mí entre decirle los rumores que había oído o mejor quedarme callada y seguir escuchando a mi amiga. A pesar de todo, ella siempre me ha contado las cosas, sean buenas o malas, así que puede que lo que le vaya a decir no haga una diferencia, pero prefiero contárselo.
—¿Recuerdas que hace tiempo antes de que te empezara a gustar Gabriel, él se comportaba diferente contigo, más atento y cosas por el estilo? —pregunto y ella asiente. —Bueno pues en eso entonces había escuchado unos rumores de que le gustabas a Gabriel, pero no quise decirte nada porque solo eran rumores y tiempo después él dejo de comportarse de esa forma contigo, así que pensé que esos rumores nunca fueron ciertos.
—Yo también había escuchado algo así, pero no quise preguntarle nada a Gabriel, además de que en eso entonces no me gustaba. Después de un tiempo, no sé cómo, pero comenzó esa atracción y ahora llega Adrián y me pide ser su novia. —Escuchar eso me reconforta, ya que habérselo o no dicho no hacía ninguna diferencia.
—¿Y cómo te enteraste qué aún le sigues gustando a Gabriel?, ¿él te lo dijo?
—El día que les conté sobre que Adrián me pregunto si quería ser su novia, en la tarde me encontré a Gabriel en la cafetería, tú ya te habías ido, mi papá aún no había llegado y cuando más necesitaba mi auto, se descompuso. Él se sentó conmigo a hacerme compañía hasta que llegara mi papá y empezamos a hablar, de pronto no sé cómo pero el comenzó a decirme lo que sentía por mí y que le diera por lo menos una oportunidad. De un momento a otro me dio un beso y yo me deje llevar, hasta que mi cabeza reacciono y salí corriendo, por suerte, mi papá ya me estaba esperando. Desde entonces cualquier cosa que él haga o diga me irrita por más mínimo que sea y ni siquiera sé el porqué.
—Bueno… —Trato de procesar todo lo que me acaba de decir, para darle un consejo, pero por más que lo pienso menos encuentro algo que decirle. —¿Y has hablado con Adrián? —ella niega con la cabeza.
—Pues no creo ser la más indicada para darte un consejo, pero lo único que te puedo decir es que sigas lo que tu corazón te dice y pase lo que pase te apoyare. —Le regalo una sonrisa sincera. La verdad no sé de dónde salieron esas palabras, pero espero y le sirvan.
—Gracias. —Dice dándome un abrazo, el cual yo acepto.
Después de todo lo que yo deduje, no estaba nada lejos de lo que en realidad pasaba.
—Bueno, dejando mi situación a un lado ¿qué ideas tienes para mañana? —Dice un poco más alegre que antes.
—Pues, antes de que pasara lo que paso entre ustedes dos. —Digo y ella ríe al escuchar lo que dije. —Tenía pensado algo similar a lo que habías dicho, pero no sé qué restaurante.
—Ya sabía que mis ideas no son malas. —Dice y yo niego con la cabeza. —pero tu podrías hacer la cena.
—Sabes que lo mío no es cocinar, hacer postres sí, pero estar cerca de una cocina para hacer otra cosa, es un riesgo. —Ambas reímos por lo que dije.
—Yo te puedo ayudar a elegir algunos lugares donde pueden ir a cenar.