Darren
Dicen que las despedidas son de lo peor y no me di cuenta de cuanta realidad es hasta que me paso. Tener que irme de mi pueblo y saber que no volverás a ver a tus amigos, tus compañeros y en especial a esa pequeña que se adueñó de tu corazón son cosas que nunca podrás superar.
Una de mis peores decisiones fue no luchar por ella, de haber aceptado mi destino y haberme ido y no quedarme con ella, me arrepentiré hasta el día de mi muerte.
Recuerdo estar llorando como un niño en el automóvil de mis padres al ver a mi pequeña llorar en los brazos de su gemela, por un instante estuve a punto de bajarme y correr hacia ella y dejar todo atrás, pero sabía que sería una terrible decisión. Yo debía buscar un buen futuro para poder ofrecerle a Alanna, habíamos hecho muchos planes y sin un estudio no podría brindarle la estabilidad que ella y yo deseamos.
Queríamos una casa con un gran jardín para observar a nuestros hijos correr, mi pequeña había soñado tener su propio restaurante y yo mi empresa. Teníamos tantos planes que debía esforzarme y estudiar para poder lograrlo, por esa razón detuve mi impulso en bajarme e ir detrás de ella, debíamos sacrificarnos para obtener la felicidad.
Que mal estaba.
Por más que nos esforzamos en mantener una relación estable fue imposible. El distanciamiento y la universidad fueron acabando lo poco que teníamos hasta no tener nada más que unos bellos recuerdos.
Conocí a Carmen un año después de ingresar a la universidad, una chica dulce y tímida que se volvió mi amiga y mi apoyo en el momento que mi relación con Alanna terminó. Nunca vi nuestra relación más allá de una amistad, en los meses después de mi rotura empecé a salir a beber con mis compañeros y en una que otra ocasión me metí en problemas y Carmen era quien estaba a mi lado en esos momentos donde no quería ni siquiera seguir estudiando, una noche de fiesta y en una de mis borracheras desperté al lado de Carmen, habíamos tenido relaciones y me sentía fatal porque había traspasado de límites y ella se veía ilusionada conmigo así que decidí tener una relación con ella. Era buena chica y había aguantado mis mierdas y era momento de pasar la página y seguir con mi vida.
El tiempo pasó y las insinuaciones de Carmen de dar paso no cesaban, su comportamiento había cambiado de ser una chica dulce a una mujer celosa. Ella decía que se sentía insegura a mi lado porque las mujeres de la universidad yo le gustaban y querían acostarse conmigo.
Su padre una vez me dijo que las inseguridades de Carmen se debían a que había sufrido en secundaria de bullyn y eso había hecho que ella fuera de esa forma, que su madre también lo era, pero es porque me amaba demasiado y tenía miedo de perderme.
Quería a Carmen, pero ese sentimiento no se comparaba de la misma forma que Alanna, ella fue mi primer amor y ahora un recuerdo así que decidí pedirle matrimonio a mi novia y construir los sueños que había tenido una vez con mi ex. Un hogar, una familia, un futuro.
Todo cambió en ese momento.
Dicen que Dios te da indicios de que tengas cuidado, que ese camino no es, pero el ser humano es tan terco que sigue y después vienen las consecuencias.
Carmen empezó a planear nuestra boda como si fuera de la realeza, a pedir cosas exuberantes y exageradas y había pasado del presupuesto que su padre le había asignado, pero ella y su madre siguieron con sus planes sin importar su opinión de su padre o de la mía.
Se volvió caprichosa, dejó la universidad para dedicarse exclusivamente a los planes de la boda, una vez su padre me preguntó si estaba seguro en seguir con esto y pensé que era un chiste al ver su sonrisa forzada y después no volvió a hablar del tema dejándolo olvidado. Que mal estaba.
El gran día llegó, ella llegó a la iglesia en una carroza como cuento de hadas y su vestido era exagerado que había costado lo que cuesta una casa. Todo había sido exagerado, pero hermoso aunque no era mi gusto, ella estaba feliz y era lo que importaba. Su padre una vez más me había insinuado en forma de burla que debía trabajar en su empresa para pagar todo lo que su hija le había hecho pagar, lo tomé de nuevo como un mal chiste, pero la realidad era otra.
Carmen terminó convenciendo de que lo mejor era que trabajara para su padre y así tener un mejor futuro, hice mis pasantías en su empresa y cada vez me sentía explotado laboralmente.
Llegaba agotado a casa, y mi rendimiento hizo que bajara mis calificaciones y por poco perdiera la beca que había ganado.
Pensé que las cosas con mi relación mejorarían con el matrimonio, que tan equivocado estaba. Carmen no solo se volvió controladora, celosa. Me hacía escándalo en la empresa si alguna mujer me sonreía o en la universidad, no sabía que hacer hasta que me dio la sorpresa de que estaba embarazada. Me emocioné, no lo niego, una pequeña criatura parte de mí y de ella podía mejorar nuestra relación.
El día que nació mi hijo fue el mejor día de mi vida, era tan pequeño y tan delicado. No podía dejar de sostenerlo entre mis brazos, susurrarle lo mucho que lo amaba y besar sus pequeñas mejillas rojas.
Me gradué de contador, seguí trabajando para la empresa del padre de mi esposa y las cosas mejoraron un poco con la llegada de nuestro hijo. Todo iba bien hasta después de los tres años de mi pequeño, no sé qué pasó, pero Carmen empezó a cambiar de nuevo, discutía por todo y todo le molestaba, las peleas eran el pan de cada día. Yo trataba de tenerla tranquila, de no responderle para no discutir delante de mi hijo, pero yo sentía que no podía más con esta relación, hacía mucho había dejado de querer a Carmen y solo estaba con ella por mi hijo.
Ella me manipulaba con mi hijo, cuando no hacía algo que ella quería o se molestaba por algo que yo no sabía por qué se llevaba a mi hijo a la casa de sus padres y no me lo dejaba ver. Estaba desesperado, me sentía cada vez más como en un precipicio a punto de caer.
Editado: 01.02.2021