Darren
La peor decisión que pude haber tomado es haberle dado el permiso a Carmen de sacar a mi hijo del país, es algo que me perseguirá por siempre.
Pensé en un momento que las cosas estaban saliendo bien, que mi ex esposa había cambiado y que por primera vez no debía preocuparme de sus pasos y podía disfrutar de mi pequeño. Que tan equivocado estaba, ahora se había marchado junto con mi hijo y no sabía si algún día lo volvería a ver.
Mi hijo Alejandro es mi motor. Nunca había imaginado que una pequeña personita pudiera cambiar tu vida, ahora entiendo a mis padres que lo único que han hecho es velar por mi estabilidad y por lo mucho que ellos sufrieron de mi matrimonio con Carmen, ahora sé que se siente ver a tu hijo sufrir y tú no poder hacer nada.
Tengo rabia conmigo mismo, yo he sido el único culpable de todo lo que está pasando. En el pasado no debí estar con ella, debí luchar por Alana y hacer realidad nuestros sueños, pero me fui por el camino más fácil y la perdí y ahora son las consecuencias. Mi hijo debió ser de ella y su hija, nuestra. Pero las malas decisiones terminaron cobrándose factura.
Hace unos días Helena me dijo que nunca es tarde para remediar las cosas y recuperar lo perdido, la verdad es que estos meses me he dado cuenta de que jamás pude amar a Carmen realmente porque siempre mi corazón le ha pertenecido a Alana, pero después de tanto tiempo no sé si sea lo correcto intentarlo, ya la cagué una vez y me da miedo hacerlo de nuevo y que ella sufra por mi culpa, por esa razón decidí mantenerme al margen y dedicarme solo a trabajar y a mi hijo hasta que él se fue, mi vida se volvió a desmoronar.
Una vez más me sentía solo, sentía que mi vida no tenía sentido y me encerré en mi pequeño departamento. No quería ver a nadie, odiaba que las personas sintieran lástima por mí, empecé a beber como si no hubiera un mañana y comía cuando sentía que mi cuerpo ya no iba a resistir más para seguir bebiendo.
No me sorprendió ver a Alana llegar a mi departamento, ella es de un enorme corazón y sabía que se preocupaba por mí. Una vez más me maldije por ser tan egoísta, por hacerla sufrir, por eso cuando la tuve de frente y me mandó a bañarme no repliqué. Empezamos a organizar el desastre que tenía en casa, ninguno éramos de decir alguna palabra al respeto y en ese momento lo agradecí, lo que menos quería era hablar de ese tema que me carcomía y solo quería olvidar y disfrutar ese instante de ella por eso cuando se durmió decidí llevarla a mi cama para que descansara, verla entre mis brazos me hizo olvidar de todo y cuando probé de nuevo sus labios fue como si mi mundo se traspasará a otra dimensión y solo existíamos ella y yo.
No dude en tomarla, en hacer la mía de nuevo y perderme en su cuerpo. Verla removerse por mis caricias, suspirar por mis besos y gemir me hizo darme cuenta de que aún estaba a tiempo y me juré que iba a luchar por ella, pero una vez más la vida se encargaba de volver a poner todo de cabeza.
Llegué a mi oficina, me sentía renovado y eso era lo que provocaba Alanna, me hacía ganas de vivir. Estaba planeando llevarla a cenar y pedirle que oficializamos nuestra relación, esta vez no quería perder mi tiempo, lo quería todo con ella.
Mi móvil sonó y miré la pantalla de un número privado ¿Quién será? Decidí ignorarlo y empecé a revisar unos documentos de unos pedidos, pero de nuevo mi celular me distrajo y esta vez contestó, podía ser un cliente.
―Spencer― Respondí.
―Hola, papi― Mi corazón se oprimió al escuchar su pequeña voz.
―¡Alejandro!― Mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía creer que volvía a escuchar la voz de mi hijo.
―Te extraño papi― Dice mi niño ―¿Cuándo vienes?― Me quedé en piedra sin poder pronunciar una palabra, sentía que había perdido la voz ―¿Papi?― Carraspeo.
―Hola, campeón ¿Cómo has estado?― Mi voz sale apenas.
―Bien papi, pero te extraño―
―Yo también te extraño campeón, no sabes la falta que me haces― Cierro los ojos conteniendo las ganas de llorar ―¿Dónde estás?― Mi hijo no alcanza a responder, ya que escucho como su madre le quita el aparato.
―Hola, Darren―
―Carmen― Muerdo mis labios evitando insultarla.
―¿Qué tal has estado?― Pregunta con cinismo.
―No puedo creer que me estés preguntando eso Carmen: ¿Dónde te llevaste a mi hijo? ¿Por qué lo hiciste?― Mi cuerpo se estremece, quiero gritar y mandarla a la mierda.
―Todo esto es tú culpa, tú decidiste abandonarnos―
―¿De qué mierdas hablas?― Digo perdiendo la calma ―¡Te llevaste a mi hijo!― Cierro los ojos con teniéndome –Por favor… trae a mi hijo de nuevo―
―Todo depende de ti Darren― Dice.
―¿Cómo que depende de mí?― Digo –Lo que hiciste es contra la ley, él es mi hijo y no tienes derecho de alejarme de él.―
―Es mi hijo y puedo hacer lo que me da la gana― Suspira –Mira, te daré una última oportunidad de volver a verlo, todo depende de ti―
―¿Qué quieres?―
―Tu bien sabes lo que quiero, es más estoy dispuesta a empezar de nuevo―
―No quiero nada contigo Carmen, entiéndelo tú y yo no estamos destinados para estar juntos―
―Podemos intentarlo―
―Carmen― Hago una pausa para controlarme – Tú no me amas, yo no te amo ¿Para qué estar juntos? Haz tu vida lo que quieras, pero por favor déjame ver a mi hijo―
―Tú eres mío Darren, juraste estar conmigo hasta que la muerte nos separe―
―Tú juraste serme infiel y no lo hiciste―
―Este es un ultimátum Darren ¿Acaso crees que no sé qué estás con esa mujer?― Dice – Esta es tu última oportunidad de decidir si es ella o es tu hijo y la decisión que tomes será definitiva Darren, si la decides a ella no volverás a ver a tu hijo―
―No puedes hacerme esto― Susurro.
―Decide, es ella o es Alejandro, esta es tu última oportunidad―
― No puedes obligarme a decidir… por favor―
Un silencio se instala en la otra línea, ambos permanecemos sin hablar, pero sé que ella está esperando una respuesta…
Editado: 01.02.2021