Siempre fuiste tú

Capítulo 29 "Disculpas sin sentido"

UNA HORA ANTES

-¡¿Con quién estás hablando?!- Sam aparece a mi lado, luce demasiado cansada, suelta un bostezo y limpia las lágrimas que se deslizan por sus mejillas por consecuencia del mismo, niega con la cabeza y sonríe. –Te quiero Venus- sus brazos me rodean de repente, ciertamente no entiendo porque se comporta de esta manera ya que la única ocasión en que ella abraza a alguien es cuando cumplen años. –Y todo lo que te hace feliz me hace feliz, incluso Sean- no puedo evitar sonreír, me aparto un poco y arquea ambas cejas.

-¿Sean?-.

-Me agrada porque te hace feliz, y te ama, lo veo, lo sé y por ello es que estoy agradecida con él, pero, bueno, es más divertido ver su expresión cuando finjo el hecho de que no me agrada. Ahora vayamos a casa, mañana me disculpare con él  por los malos ratos que le he hecho pasar, o mejor en unas dos semanas… digo, para tener mejores recuerdos- sonríe pero niego con la cabeza.

-También te quiero Sam.- vuelvo a abrazarla, y en cuanto lo hago fijo la mirada al frente, al otro lado de la calle observo una figura masculina al lado de un auto muy lujoso, enfoco con la mirada pero Tessa aparece obstruyendo mi objetivo.

-Ve al auto Sam, te ves cansada- pide Tess con dulzura a lo que asiente con la cabeza y sin decir nada más se dirige con desgana al auto.

-¿No vas a ir con él, verdad?- frunzo el ceño sin entender por un momento a lo que se refiere, pero pronto comprendo su referencia. –Es Ezra, Venus, pero, no vayas por favor- me inclino a un lado para verlo y efectivamente es él, muerdo mi labio inferior pero ella solo niega con la cabeza.

-No lo hagas, puede ser peligroso-.

-No lo es, estoy segura de ello, ha tomado malas decisiones pero se ha arrepentido, debe tener algo importante si está aquí, debo ir, lo siento, yo…-.

-Iré contigo-.

-Es mejor si vas a descansar con Sam-.

-Creí que ya se habían ido linda- Helena la abuela de Sean ha salido del hospital. –Tengo tantas cosas de las cuales hablar contigo ¿Sabes? Estoy muy feliz de que seas mi hermosa Lía, pero hablaremos mañana, ahora vayamos todas a casa- trago en seco, no quiero irme aún, tengo que hablar con Ezra, es importante.

-En realidad nosotras las alcanzaremos más tarde, no me siento muy bien y Venus me acompañara de vuelta al hospital- añade Tess con una expresión extraña, como lo le doliera algo.

-¿Enserio? ¿Qué te duele?- inquiero de inmediato con preocupación a lo que solo me lanza una mirada asesina, mis labios se separan y asiento con la cabeza.

-Sí… ella tiene la costumbre de comer como si no hubiese un mañana y le ha dado una indigestión- esa mirada asesina se mantiene pero no me importa, es divertido el momento.

-De acuerdo, entonces la niña que está dormida en el auto y yo nos adelantaremos- se acerca y deja un cálido beso en mi mejilla. –Este iba a ser mi regalo para cuando por fin fueras a casarte, pero ahora que estás aquí y que eres la prometida de mi nieto no puedo esperar más- deja en mi mano un dije con una extraña piedra preciosa, y es que no sé mucho de eso.

-Es un diamante, su nombre es Oppenheimer Blue, es una baratija pero ha pasado por mi familia por muchos años por lo que es especial, siempre quise obsequiártelo y este es el mejor momento. Pero como consejo, nunca digas su nombre a los demás porque es de mala suerte- sonrío mientras lo observo y escucho sus cálidas palabras.

-Es bellísimo, gracias-.

-Hablaremos más tarde, ahora esta anciana se va- guardo el dije en el bolsillo de mi abrigo y esperamos a que suba al auto.

-Mira a Sam, tiene la boca abierta, e imagino que ya ha mojado el sillón con sus babas- le doy un codazo y ríe. –Aun así la amamos ¿No?- el auto se aleja en cuanto Helena cierra la puerta y nosotros caminamos al otro lado de la calle, mis manos están congeladas al igual que mi nariz e imagino que debe estar tan roja como la de Rodolfo el reno, o más roja quizás, Tess camina al frente como si intentara protegerme de una amenaza que ni siquiera es real, o al menos eso es lo que espero.

-No tienes por qué mirarme así- añade Ezra a mi sobreprotectora amiga mientras camina hacia mí. –Tenemos que hablar- explica, su expresión no es la típica expresión molesta desde que volví a verlo, está vez luce preocupado. –No sé exactamente qué es lo que planea mi padre pero estoy muy seguro de que quiere hacerte daño-.

-Eso no es nuevo Ezra, agradezco tu preocupación pero…-.

-No me he explicado bien, escuché que le decía a alguien que todo terminaría esta noche, que no tendría que preocuparse más por ti, por eso he venido, temí que algo ya te hubiese sucedido pero gracias al cielo estás bien- de pronto frunce el ceño y comienza a mirarme con cierta seriedad.




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