...siempre has sido tú. Pausada*

"Azul con puntos naranjas"

Son unos minutos los que pasan hasta que un sonido retumba en el cuarto del hospital, “Kid in Love” sonaba a todo volumen. 

Aflojamos el abrazo hasta separarnos, ella se apresura a tomar el móvil y contesta; mientras yo trato de secar mis lágrimas mescladas con otra clase de… fluidos que salieron de mi nariz. 
Prometo lavarla. 

   ¿Dije que te creía? 

              No. 

—Si, ella está aquí…—frunce su ceño y luego asiente moviendo lentamente su cabeza—yo le diré, bien, Adiós. 

Miro a Cris, preguntándole con la mirada qué fue lo que pasó, claro, si se puede saber. 

—Era Tony—se acomoda un poco el cabello—Terry… tienes que irte, el ya me dijo sobre el trabajo que tienes que hacer, yo estaré hoy aquí, puedes venir mañana luego del colegio si quieres. 

—Estás segura? Tú también estudias, tienes trabajos que presentar—observo como sus cejas se ciñen levemente. 

—Mis trabajos pueden esperar, los tuyos no, además ya pedí permiso pata faltar mañana así que Terry…—da dos pasos hasta estar frente a mí y extiende sus brazos, eso solo puede significar una cosa. 

—Deberías practicar tus abrazos, si sigues así me quebraras las costillas. 

Un fuerte abrazo de “Mamá Oso Cristhen” es algo que solo sus amigos podemos disfrutar, son reconfortantes, este se siente diferente al que nos dábamos minutos atrás, éste me quiere decir que todo estará bien… y yo confío en ella. 
—Pórtate bien, nos veremos mañana en la tarde así que no llores mucho por mí… 

—Claro que sí, vendré apenas terminen las clases… necesitaré verlos a ambos para que mi día se sienta completo. 

Ambas dirigimos nuestra mirada hacia Omar… siempre estuvo con una sonrisa en el rostro, ahora está recostado como si nada malo hubiera pasado, como si su intento de suicidarse nunca hubiera pasado. 

Lo único que nos hace entrar a la realidad, son las cosas que tiene inyectado en las venas, el brazalete que tenia ya no cubre una sus muñecas, por lo tanto podemos observar las finas líneas, aún más claras que su piel, en ellas y claro que éste es un cuarto del hospital y no su habitación. 

Me acerco lentamente hasta llegar a su lado, tomo uno de sus mechones rubios y lo acomodo detrás de su oreja, dejándome ver el pálido rostro de Omar. 

—Volveré mañana—ese nudo molesto se instala nuevamente en mi garganta—te lo prometo. 

Apenas y rozo mis labios en su mejilla en señal de despedida, una lágrima rebelde amenaza con salir de mis ojos, la quito antes de que pase. 
Tres golpes son los que se escuchan en la puerta, luego la mujer que estaba antes en el pasillo entra, esa mujer es la madre de Omar. 

Mira detalladamente nuestras caras, nuestra ropa, intenta encontrar algo pero parece que no lo halla. Al menos no en mi, detiene su mirada en Cris, la atención es palpable así que decido romperla de una vez por todas. Pero al parecer teníamos la misma idea, estoy por decir algo cuando ella se me adelanta. 

—¿Quiénes son ustedes?  

Ahí es donde me doy cuenta de que no nos presentamos y… ¿Cómo es posible que no sepa quién es Cris si estuvieron aquí ella y su esposo con Cristhen juntos? ¿Acaso solo ignoró la presencia de la chica que ayudó a su hijo?  
Cris interrumpe mis pensamientos hablando. 

—Cristhen Morthell— mi amiga extiende una mano en señal de saludo, se quedan observando por unos segundo hasta que decido romper el momento incómodo. 

—Terry, somos amigas y compañera de grado con Omar, mucho gusto. 

Trina Duch, madre de Omar. 

La mujer suelta la mano de Cris para rápidamente tomar la mía en un fuerte apretón, yo a diferencia de Cris la suelto inmediatamente.

 El teléfono móvil de mi amiga vuelve a sonar, esta ves ella responde rápidamente mientras sale al pasillo. 

Yo quedándome sola con una mujer adulta no se si sea… lo correcto, mayormente no soy buena congeniando con personas mayores que yo, especialmente de la tercera edad, no digo que la mamá de Omar sea una mujer anciana, digo que es mayor y me da miedo comentar algo que no sea de su agrado… es muy incómodo sentir miradas de mujeres adultas juzgándote por tu forma de vestir o hablar, como si ellas nunca se hubieran equivocado, ¿acaso ellas ya nacían con un chip que les otorgaba el sentido de la moda?, si es así quiero uno. 

La señora Trina ignora mi presencia por segunda ves y solo se acerca a la camilla donde se encuentra su hijo, cautelosa y delicadamente acaricia una de sus mejillas, hay amor en su mirada. 

Sus rasgos no son parecidos, a diferencia de Omar, ella tiene el cabello oscuro y los ojos grises, color muy similar a los míos, su piel es acaramelada, el color y la forma de su vestido acompaña muy bien a su delgada figura y en su rostro no hay rastro alguno de pecas o lunares. 

—Tenía once años la primera vez que estuvo en un hospital, le sentó mal una comida y ahí descubrimos sus primeras alergias, no aceptaba entrar para que lo revisen si su hermana no estaba con él, nunca le gustaron estos lugares—toma una de las manos de Omar y la acaricia despacio, cuidando de no mover el suero que tiene su mano— cuando llegó a la casa luego de que lo saquemos del orfanato no confiaba del todo en nosotros, pero sí en su hermana, mi Mar

Sus ojos ahora cristalinos por las lágrimas contenidas en ellos. 

—Ella siempre fue su más grande apoyo, ocurría algo y siempre recurría primero a ella, para él fue un golpe muy duro la pérdida de su hermana—levanta la mirada hasta encontrarse con la mía— se que piensan que quizás soy una mala madre resentida, solo quiero que entiendan, que se pongan en mi lugar, perdí a mi hija… la mayor; ella siempre fue igual de indispensable que Omar. Ambos supieron entrar en mi corazón y adueñarse de el a pesar de que ninguno es de mi sangre. 

    ¿Qué? 

—Mar no era… 

—Nunca pude ni podré tener hijos— baja su mirada para dirigirla al cabello desordenado que tiene Omar e intenta peinarlo con sus manos— ellos siempre lo supieron, pero aún así nunca se hicieron menos que el otro, no compartíamos la misma sangre pero siempre fuimos una família. 




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