...siempre has sido tú. Pausada*

"Sin opciones"

Cuan equivocada estaba ese día. 


Meses después… 

—No sabes lo feliz que me haces al visitarme y… vaya sorpresa. 

Su mirada rápidamente es desviada hacia mi vientre ya bastante crecido. 

—Yo también estoy gustosa de verte, han pasado… ¿Dos años?  

—Así es, dos años sin saber de ti, ni una sola noticia tuya, es como si la tierra se los hubiera tragado y que decir de Miranda. Luego de que tu matrimonio fuera la sensación del año, se esfumaron meses después, no fue nada justo para tus amistades. 

Una pequeña sonrisa logra formarse en mis labios. 

—Las cosas cambiaron, Antoni y yo decidimos mantener nuestro matrimonio en privado, alejarnos un poco del bullicio de las cámaras—digo mientras acaricio mi vientre tratando de calmar al pequeño ser dentro de mi.

La oficina de una de mis mejores amigas del colegio es acogedora, ella siempre estuvo ahí para mí y yo para ella. Estar separada por dos años sin tener una “amiga” en quién confiar, aparte de Miranda. 

Las tres fuimos muy cercanas, estudiamos en la misma preparatoria pero ella estaba en clases más avanzadas, nuestros caminos se separaron al momento de ir a la Universidad pero aún así seguíamos quedando para vernos. 

Luego de mi matrimonio, unos meses después nos enteramos de que yo estaba embarazada, ya habíamos hablado con mi esposo sobre apartarnos un tiempo de todo, él dejaría la empresa unos días y yo la mía. Y después de saber aquello quedó más que claro que no serían solo unos días.

Nuestros padres nos casaron para unir fuerza con las empresas de ambos y convertirlas en una sola, aún así yo no me quedaría sin hacer nada, no estudié tantos años para esperar que alguien me mantenga. El dirigía la que estaba en Voshkan, yo junto a David y Miranda la central. 
Bueno, eso era hasta hace unos meses, Dulio junto a David están ocupándose de ambas a distancia. 

La mujer de hermosas curvas, a la cual los años no le pasan factura, pide que nos traigan un té. Justo antes de llegar recibe una llamada. 

—Disculpa unos segundos—su delicada sonrisa acompaña la frase  mientras camina hasta salir por la puerta y cerrarla, yo solo me dispongo a beber el delicioso té a modo de espera. 

A los minutos sus tacones resuenan en el brilloso piso de madera, vuelve a sentarse pero su rostro ya no es el mismo de antes. 

—¿Pasa algo?  

La delicada taza hace un ruido un poco molesto cuando la pongo en el platillo. 

Estela coge su taza y pareciera que intenta retener el calor que emana para mantenerlo consigo. Toma un pequeño sorbo y se dispone a hablar. 

—Soy abuela. 

¿Han escuchado la expresión de “Mis ojos se abrieron como platos”? Yo pensaba que era algo absurdo describir de esa manera una expresión, hasta que no encontré otras palabras para explicar lo extraño que se puso mi rostro. 

—¿Rose?  

—Es la única hija que he tenido, tampoco es como si te hubieras perdido de mucho. 

—Bien… ¿Hace cuanto?  

—En unos meses será un año.  

Termino mi te y pongo la taza a un lado junto a la suya, en la pequeña mesita de madera oscura. 

—Pero Rose no tiene 

—Cumplió los 16 hace dos semanas. 

—¿La historia se repite? —pregunto con algo de timidez. 

—No—baja su mirada hace la pequeña cucharilla en el platillo— yo sí me hice responsable de mis acciones, ella no. 

—¿Qué tratas de decir? 

—¿Los años te hicieron mas lenta querida? —una sonrisa discreta se muestra en sus labios. 

—Prefiero no sacar conclusiones equivocas. 

—Me llamaron para que vaya a recoger a la bebé de su edificio, hace una semana la dejó con la señora encargada del lugar… según había salido para buscarme, pero vaya originalidad la de mi hija de poner una carta en la pañalera diciendo que dejaba a la niña en mi tutela; que prefería vivir su vida en otro lado que encadenada a una niña que no quería.  

—¿El padre? 

—Dejó a Rose cuando se enteró que ella estaba embarazada. 

—Parece una maldita novela… 

—Lo se, estos días han sido citas con mi abogado tratando de que los papeles que avalaran mi tutoría sobre la bebé salgan, es un milagro total que me estés encontrando aquí. 

—Espero que todo salga bien, Estela… ¿Te puedo dar un consejo? 

Su mirada ahora está perdida en la ventana que hay al frente. 

—Adelante. 

—Cuídala y dale toda la atención que no pudiste darle a Rose, ambas sabemos que fue así…  

—Eso lo tengo muy claro, es lo que mi mente me repite día a día. 

—Tienes mi apoyo incondicional cuando tu quieras—tomo una de sus manos libres de anillos—tu solo dime donde y ahí estaremos Miranda y yo para ayudarte como antes. 

—Como siempre lo han hecho. 



¿Quién diría que meses después sería yo la que esté pidiendo su ayuda? 

—¿Estás segura de querer hacerlo?

Los nervios de que algunos de sus hombres me haya visto llegar aquí me consume tanto que las nauseas se apoderan de mí. El frío viento de la calle hace que el sudor se seque en mi ropa. 
Su rostro lleno de preocupación hace que me sienta aún más peor. 

—No estoy del todo segura, pero por el momento es lo mejor. 

—Ni siquiera me has dicho la razón, solo vienes, dices que necesitas que te haga un favor ¿Antonio lo sabe?  

Oh, mi querida Estela, es mejor que tu no estés enterada, después de todo si esto pasa a mayores se darán cuenta de que ella no lo sabía, que fue mera coincidencia, mis encuentros con Estela no se volvieron a dar ya que estaba en los últimos meses de mi embarazo, solo nos comunicábamos por teléfono, cada semana era un nuevo número que debía registrar. 

Antoni… mi esposo es el más angustiado en este asunto… nos quedamos solos, nuestra pequeña família ahora está regada por todos lados. Ambos hicimos la promesa de juntarlos a todos, pero primero está su seguridad y estando con nosotros solo corren peligro. 




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