Ashley
Han pasado varios días desde que se fue mi mamá y estoy en el hospital a un par de horas de que termine mi turno, hemos quedado con John de que iremos al cine a ver una nueva película que se ha estrenado, es de acción de esas que le gustan mucho a John, así que hoy toca complacerlo a él. De repente me informan que una señorita está preguntando por mí en la recepción, así que me dirijo a ver de qué se trata.
Al llegar veo a una joven, parece unos años menor que yo, pero su vestimenta y su forma de pararse me dice que debe de ser una persona de la alta sociedad. Por lo que me acerco a ella para averiguar para que me necesita.
- Buenas tardes, ¿en qué puedo servirle? –
- ¿Usted es la enfermera Ashley Zeans? –
- Si, soy yo, ¿la puedo ayudar en algo? – No había terminado de hacer la pregunta cuando sentí un fuerte golpe en mi rostro. No podía creer lo que estaba pasando, esta joven me había cacheteado fuertemente. Coloqué mi mano sobre mi rostro porque el ardor y dolor era fuerte.
- Por tú culpa maldita, todo es tu culpa. ¡Eres una asesina! – Me gritó ella y no tengo ni idea a que se refiere y cuando menos lo espero, se me lanza encima, provocando que las dos cayéramos al piso y empieza a jalar de mi cabello.
Se un poco de defensa personal, así que cuando ella trata de golpearme nuevamente, logro tomar sus manos y evitar que me golpee. En eso llega un guardia de seguridad y trata de quitármela de encima y de repente siento que dos grandes manos me toman de los brazos poniéndome de pie en un solo jalón. Es John, quien se da la vuelta cubriéndome con su cuerpo mientras la loca se vuelve a lanzar a golpes hacia mí. Ella sigue gritando que soy una asesina cuando llegan otros guardias y logran sujetarla.
- ¿Te encuentras bien? – Me pregunta John, mientras examina mi rostro cuidadosamente. –
- Creo que sí. Pero no entiendo lo que sucede. – En pocos minutos llega la policía y se la llevan detenida a la estación de policía. Un policía se me acerca y me dice que necesitan que también valla a la estación de policía a aclarar el asunto.
- Ve, no te preocupes, hablare con el doctor Fernández y estaré pronto a tu lado. Ve a cambiarte y a arreglar tus cosas. –
- Claro, gracias John. Siempre estas para salvarme. –
Me dirijo al vestidor para cambiarme, arreglo mis cosas y al salir me encuentro con John en la puerta.
- Espérame cinco minutos, me voy a cambiar e iré contigo. El Dr. Fernández me dijo que me fuera contigo, que él se hará cargo de la última hora de mi turno. Ten ponte esta compresa en tu rostro, lo frío evitará que se te inflame mucho. –
- Esta bien, aquí te espero. Y gracias por el hielo. –
Salimos del hospital y al llegar a la estación de policía, pudimos ver a la joven llorando del otro lado de la sala, acompañada de dos personas mayores, que supongo son sus padres por su actitud hacia ella. Nos acercamos a ellos, John me lleva de la mano, va caminando ligeramente delante de mi, como en señal de protección. Al llegar el señor que supongo es el padre de la joven se dirige a nosotros:
- Buenas tardes, de todo corazón, mi familia y yo queremos ofrecerle unas disculpas sinceras, mi hija es joven y no ha podido soportar la muerte de su hermano. Sabemos que usted no tuvo la culpa de nada, el que inició todo esto fue mi hijo al atacarla en el hospital. –
Cuando dijo eso pude entender todo. Ellos deben ser los padres del hombre que intentó abusar de mí. Sabía que era de una familia muy adinerada y que por eso había logrado salir de la cárcel, porque sus padres habían movido sus influencias para que saliera en libertad. John y yo nos sorprendimos de lo que estaba diciendo, pero el señor continuó con su explicación.
- Como padres cometimos el error de consentir mucho a nuestros hijos y cuando nuestro hijo mayor empezó en drogas no nos dimos cuenta hasta que empezó a tener crisis por sobredosis, los cuales ocasionaron que el perdiera el sentido común y necesitaba ser internado en un hospital psiquiátrico. Lo sacamos de la cárcel con la idea de internarlo en un hospital especializado en casos como el de él en el extranjero, pero el día en que salía su vuelo el escapó de casa y fue el día en que la volvió a atacar y el día en que los policías acabaron con su vida. Realmente lo sentimos mucho, ya he aclarado la situación con los policías, pero si desea levantar una denuncia contra mi hija por agresión, lo entenderemos y ella deberá enfrentar las consecuencias de sus actos. –
- Gracias por dejarme todo claro señor, pero no tengo intención de levantar una demanda o queja en contra de su hija, siempre y cuando se comprometa a que no vuelva a suceder. –
- No se preocupe señorita, así será. También quiero ofrecerle una compensación por todos los daños que mi familia ha ocasionado a su persona. –
- No se preocupe, no es necesario, se que ustedes pagaron la cuenta del hospital cuando estuve en recuperación, al igual que la indemnización que recibí en ese tiempo por mi suspensión. Prefiero que todo termine aquí y que pueda quedar todo en el pasado. –
- Así será entones. Muchas gracias por su comprensión. –
Nos dimos la vuelta y salimos de la estación de policía, sin decir nada más. Me afectó un poco ver a una familia afectada y en problemas por las acciones de su hijo y sé que están pasando por un momento muy difícil, ya que no pudieron hacer nada por salvar la vida de su hijo.