Derek
-Te preparé un Sándwich, supuse que tendrías hambre. -Debi aparece en mi pequeña oficina con un plato en la mano. Giro mi silla y la observo con una sonrisa.
-Parece que me lees la mente.
-Llevas toda la tarde aquí sentado, era un poco obvio que te entrarían ganas de una botana. -dice tomando asiento en mi regazo. Tomo su mano. Donde permanece su anillo de compromiso y beso sus nudillos para luego darle un bocado a mi Sándwich.
-Está muy bueno. -digo luego de tragar el bocado.
-¿No quieres descansar un rato? Me duele la espalda de solo verte.
-Quiero terminar los planes lo antes posible. El director me los está exigiendo para poder corregir y asignar los horarios de clases.
-Si quieres, vemos una película y luego te ayudo. Solía ayudar a mamá muy seguido antes de que se jubilara. -alza su mano y limpia la comisura de mi boca con su pulgar.
-No sé, pero podrías ayudarme ahora y luego vemos la peli, así no estaré pensando en clases.
-Bien, ¿qué te falta? -giro la silla hacia la computadora y ella comienza a teclear lo que le dicto mientras como.
Ser profesor de biología no era algo que realmente me agradaba pensar, pero actualmente lo soy y no está tan mal, trabajo con niños de primaria a penas y no me quejo, me gustan. Además creo que soy el favorito de los chicos, casi nunca me causan problemas, probablemente porque siempre encuentro maneras interactivas de enseñarles. A veces se pelean por responder mis preguntas y he manejado calificaciones muy buenas de todos mis salones.
Por ahora me va bastante bien con eso, no me quejo, aunque realmente no pienso mantenerlo toda la vida ese trabajo, aspiro a más, ya que la paga no es tan buena que digamos, sí, es suficiente y tengo ingresos online que me mantienen donde estoy. Con mi maestría podré llegar a algo más alto en un futuro.
Pero por el momento intento no pensar demasiado en ello, ahora mismo, enseñar es mi prioridad.
-Listo, ya está enviado. -Debi indica una vez le dio enter al correo para enviárselo al director de la escuela.
-Eres la mejor. -me abrazo a su cintura por la espalda y hundo mi cara en su cuello.
-Es una de las ventajas de criarme con una profesora. -No la veo, pero sé que sonríe.
Procede a acariciar mi cabello desde esa posición y beso su mejilla, justo en el lugar de uno de sus hoyuelos. Dejo mi barbilla en su hombro y sonrío.
-¿Cómo van los planes de la boda? -le pregunto curioso.
-Sabrías si te involucraras un poco más.
-Te estoy dando la libertad de hacer la boda de tus sueños, si algo te gusta, seguro a mí también me gustará.
-Igual me gustaría saber tus opiniones, ¿sabes lo indecisa que soy? María, ni mi mamá ni casi nadie puede venir a ayudarme siempre, además no es solo mi boda, es nuestra. -gira más su cabeza y su cuerpo para encararme. Me alejo de su hombro y suspiro.
-Tengo cero creatividad para estas cosas, Deb. No puedo aportar mucho que digamos.
-Igual quiero que te involucres. -tuerce la boca.
Suspiro.
-Podría ayudarte a elegir el sabor del pastel. -sonrío.
Suspira.
-Iré a hacer palomitas para la peli. -se levanta de mi regazo, toma el plato vacío de mi escritorio y se retira de la habitación.
Realmente entiendo su punto, pero la realidad es la que dije, no soy nada creativo para cosas que tengan que ver con eventos, menos de este tipo. Elegir flores, colores, listones o cintas, no sé nada de eso, por eso intento no entrometerme, dejárselo a ella. Aunque creo que eso la está estresando bastante, cada vez falta menos tiempo para la fecha en la que se apartó el local.
Miró mi anillo y sonrío. Sé que el novio no acostumbra a usar durante el compromiso, pero es algo que realmente yo también quería y de alguna manera, Debi lo supo y me propuso matrimonio, aunque yo ya se lo había pedido. Fue increíble ese momento, me siento muy feliz de haberle dicho que sí también. Así puedo presumir a mis amigos que tengo una prometida fabulosa.
Apago la computadora y salgo de la oficina, la cual solo es un cuarto pequeño que nos sobró en el apartamento y me dirijo a la cocina. Debi espera que las palomitas terminen de explotar en el microondas mientras ve su celular. Me acerco, le quito el aparato de la mano y lo alzo por encima de su cabeza, antes de que proteste, la beso y eso le hace olvidar la molestia de inmediato.
Dejo el celular a un lado y tomo su cintura para acercar nuestros cuerpos. Ella me rodea el cuello. Bajo mis manos a sus muslos y la alzo para sentarla en la encimera, haciendo la diferencia de estatura prácticamente nula. Nos dejamos llevar un rato hasta que el microondas empieza a desprender un olor a quemado. Me separo de ella y corro a sacar las palomitas. Efectivamente se quemaron casi todas.
-Todavía no manejo bien este nuevo microondas. -Debi suspira y comienza a clasificar las palomitas en buen estado.
-Perdón por abandonarte, intentaré ayudar un poco más de ahora en adelante. -le digo, acercándome nuevamente a ella, me mira, deja las palomitas a un lado y sus manos acarician mis mejillas con mi barba recién recortada.
-Bien, la próxima semana te llevaré con el organizador, tenemos que ponernos de acuerdo con algunas cosas.
Asiento y le dejo esta vez, un corto beso mientras le sonrío.
>>Me gusta cómo te quedó la barba hoy. -sonríe sin apartar las manos de mi rostro.
-Sí, ya necesitaba un recorte, la dejé crecer demasiado.
-Por eso Lucy te decía que parecías vagabundo. -suelta una risa.
-¿Para ti parecía vagabundo?
-No, te veías guapo igual, pero ahora muchísimo más.
Intento volver a besarla como antes, pero el timbre suena. Nos separamos y ella se encarga de nuevo de las palomitas quemadas, mientras yo me dirijo a abrir la puerta. Alex ve su celular, ni siquiera alza su mirada para verme.
-Hola. -golpea muy sutilmente mi hombro con su puño y se adentra al apartamento como si fuese su propia casa. Creo que le di demasiada confianza, pero es Alex.