Siempre juntos Chicos (sc Libro #3)

26. Trazando Tatuajes

Rubén

Es sábado por la noche, hoy no hay muchos autos transitando, al menos no por el centro. Estuve trabajando horas extras porque quería terminar de resolver algunos inconvenientes que se me presentaron a último momento, eso atrasaría toda mi semana si no lo resolvía rápido. A penas salí, fui de compras, ya que tengo una cena con Azura, ya nos pusimos de acuerdo con lo que cocinaremos, así que solo compré lo que me hacía falta en mi cocina, también aproveché a pasar por la farmacia y comprar agua oxigenada y otras cosas a mi hermanito que decidió perforarse. En mi adolescencia quise hacerlo, pero realmente no era algo que iba mucho conmigo. A él le quedan bien, a mí, quizá no tanto, creo, afortunadamente no lo hice, sin embargo me tatué y estoy pensando en hacerme un par más.

Aparte del de mi familia, me hice otro pequeño cerca del tobillo, por supuesto que Azura lo hizo y diseñó, es increíble en eso. Es una serpiente, va a juego con la de mi mejor amigo, me pareció un buen detalle para su cumpleaños pasado, él lo adoró, tanto que me ofreció ser partícipe de un trío con Hailey. Realmente es un tonto, pero así lo quiero.

Me aflojo la corbata y me detengo frente al edificio de Azura. Tomo mi celular y le envío un mensaje para que baje. La última vez que la vi fue cuando me robó aquel beso que me ha dejado por las nubes estos tres días.

Me asusto cuando la puerta es abierta, estaba muy ido en mis recuerdos que no me percaté del momento cuando Azura salió del edificio.

-¿Te asusté? -pregunta mientras se ríe.

-¿Se notó mucho?

-Sí, pegaste un brinco en cuanto abrí. -dice y se acerca a besar mi mejilla. -Parecías absorto en tus pensamientos.

-Sí, lo estaba.

-¿En qué pensabas?

-En... La última vez que nos vimos.

Eso la hace sonreír, ni siquiera tengo que especificarle el qué, ella sabe cuánto me gustó ese beso que me robó. Creo que soy bastante obvio, pero no dice nada, solo sonríe.

Yo solo me dedico a manejar mientras ella pone la música y canta en voz alta. Es realmente una chica muy especial.

***

-¿Puedo sentarme aquí? -Azura señala la encimera.

-Claro. -le sonrío mientras cierro el horno con nuestro pollo marinado.

Observo alrededor de mi cocina y me alivia que ya todo quedó limpio. Me alegra que Zu y yo compartamos la costumbre de limpiar a la medida que vamos cocinando. Así no se acumulan los utensilios sucios.

Hay música sonando suave desde el salón en el televisor, ella puso la playlist y la verdad que denota mucho su personalidad, eso me gusta, eso y el ambiente que hemos creado mientras cocinamos, cantamos y reímos.

Observo a la chica, sentada en mi encimera, balanceando ligeramente los pies mientras sus ojos permanecen en mí. Sostengo la mirada en ella y nos quedamos así un momento, sin decir nada, no es necesario. Azura ladea la cabeza y sonríe ampliamente.

-Acércate. -me indica haciéndome un gesto con la cabeza. Aunque dudo un poco, me acerco hasta que mi vientre casi toca sus rodillas. Ella ríe y lleva una mano a mi pecho para tomar mi camisa, jalarme y dejarme en medio de sus piernas.

La cercanía a este nivel me pone nervioso, pero intento no sobreactuar. Ya estamos en un punto muy alto en nuestra relación, estas cosas deben comenzar a ser normales, así que con toda mi confianza reunida, llevo mis manos a su cintura y la acaricio suavemente.

-¿Qué hacemos mientras la comida se hornea? -pregunto con tranquilidad.

-No sé, quizá solo quedarnos así un rato. -dice y procede a rodearme el torso con sus brazos. -Me gusta tenerte cerca.

La abrazo también y siento su calidez a un nivel inimaginable. Acerco más nuestros torsos y permanezco ahí un rato. Adoro estos momentos entre nosotros.

-¿Te puedo confesar algo? -me dice luego de un silencio.

Me separo de ella y la veo.

-Claro que sí.

-Realmente... -hace una pausa, baja la mirada y aprieta los labios. -Mi primera y única relación antes de ti fue... -cierra sus ojos y sacude su cabeza. -La pasé muy mal y aunque ya estoy libre de ello, aún hay cosas que no logro olvidar por completo... -confiesa mientras su voz se quiebra ligeramente. La abrazo y beso su frente.

-Tranquila, no te fuerces.

-Yo estuve enamorada de la persona incorrecta, luego llegaste en el momento perfecto a mi vida, ahora entiendo realmente muchas cosas, ya sé qué se siente que verdaderamente te quieran con el corazón... tu mamá debe estar orgullosa del hombre maravilloso que eres.

-Quizá algún día le puedas agradecer por criarme bien. -bromeo para aligerar el ambiente, eso funciona porque la tranquiliza.

-Sí, quizá podría plantearmelo en un futuro no muy lejano.

Eso me toma por sorpresa.

-¿De verdad?

Ella asiente.

-Sí, quiero ir en serio contigo, supongo que tengo que aprender a sobrellevar esa parte aunque aún me aterra la idea.

-Iremos de a poco. -acaricio su mejilla.

-Lo sé, realmente admiro tu paciencia.

-Te dije que la tendría contigo, aún somos jóvenes, no hay prisa.

-Sí, supongo que tienes razón. -sacude su cabeza y luego me ve y mantenemos el contacto visual. Relamo mis labios y ella parece percatarse de mis pensamientos.

Observa mis labios también y devuelve su mirada arriba. Sé que sabe que quiero besarla, es algo que deseo hace mucho y más desde esa probadita que me dio el otro día.

-Puedes hacerlo. -dice.

-¿Qué...? -parpadeo repetidas veces.

-Puedes besarme si quieres.

-¿Aquí? No sé, la cocina es un poco trivial para un primer beso. -digo algo nervioso.

Ella ríe, se acerca a mi rostro y jala mi cuello para dejarnos a una distancia muy reducida.

-El lugar es perfecto, siempre y cuando esté contigo. -toma mis mejillas entre sus manos y procede a hacer el primer contacto real de nuestros labios.

Un escalofrío me recorre, simplemente quiero más, así que no dudo en dejarme llevar. Cierro los ojos y siento una explosión de emociones en todo mi cuerpo, todas mucho más fuertes que las de aquella ocasión. Es tal como imaginé que sería, su boca es pequeña, pero sus labios voluminosos y suaves al movimiento.




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