Tomás
Después de charlar con papá y Derek, he estado pensando mucho en la manera en la que quiero pedirle a Tere que se case conmigo. Me dijeron que no tengo que exagerar, pero es que realmente deseo darle lo mejor a mi chica, a la madre de mi hija. No es cualquier mujer y aunque es alguien sencilla y delicada, merece algo espectacular.
Veo ideas en internet sobre propuestas. Fuegos artificiales, letreros con luces, habitaciones decoradas, globos con forma de anillo de compromiso. Mi jefe me regaña por utilizar mi teléfono en horas laborales. No puedo trabajar en paz con esto en mente.
En cuanto mi turno acaba, voy directo a casa, exhausto de tanto pensar. Veo a la mujer de mi vida en la cocina, terminando de limpiar y le planto un beso que la deja sin aliento. Su cara de sorpresa es todo un poema.
-¿A qué se debe ese beso? -me pregunta mientras le rodeo la cintura.
-¿Acaso no puedo besar a mi novia apasionadamente sin motivo?
-Claro que puedes. -Se ríe. -Es que me tomaste desprevenida, ni siquiera me dijiste un hola
-Hola. -sonrío y procedo a cargarla, Tere suelta un chillido y se tapa la boca para amortiguar el ruido. -Vamos a dormir, es tarde. -le digo y ella ríe mientras me rodea el cuello.
Apagamos las luces y camino escaleras arriba. Dejo a Tere en el suelo y procedo a abrir la puerta de la habitación de Amber quien duerme profundamente. Beso su frente y le acomodo la sábana antes de volver a salir.
Me desvisto y solo me dejo un pantalón de pijama. Me acomodo al lado de Tere y cierro los ojos mientras la abrazo. Me trae mucha calma su olor frutal. Es el mismo perfume que utiliza desde su adolescencia y por el cual Lucy con su olfato de sabueso me riñó porque fui a ver a su mejor amiga. Me río recordando ese día, fue la primera vez que nos besamos.
-¿Qué te parece gracioso? -Tere me dice en medio de la oscuridad mientras acaricia mi cabello.
-Nada, solo recordando el pasado. -respondo y dejo un beso en su cuello para luego acomodar mi rostro en ese mismo hueco para finalmente quedarme dormido.
***
Llego al apartamento de Rubén y soltando un gran suspiro, toco la puerta. Sé que está ahí, por ello espero a pesar de mi impaciencia. Me limpio el sudor de las manos y finalmente me abre. Mi hermano mayor me ve con incertidumbre para al fin dejarme pasar.
-¿Qué te trae por aquí a esta hora? -pregunta cerrando la puerta tras de sí. Es bastante temprano, aún sigue en pijama. Un poco extraño que no haya salido a correr.
-Es que... Necesito tu ayuda. -digo sentándome en el sillón.
-Rara vez acudes a mí, dime en qué soy útil.
-Es que... Bueno necesito un consejo de hermano mayor.
-Afortunadamente soy experto en eso. -dice y procede a subir los pies sobre la mesa de café en el centro del salón.
-Yo, es que... Quiero pedirle matrimonio a Tere y no sé cómo. Hablé con papá y Derek, quería ideas. Solo me dieron un sermón de que el momento indicado es el menos esperado y bla, bla, bla. No sé, imaginé que tú me podrías ayudar, sé que no te has casado ni nada, pero recuerdo que eras muy detallista con tus novias y quizá me darías una idea.
-Bueno, llevo mucho sin ser detallista de esa manera, pero creo que podría ayudar de todas maneras. ¿Ya compraste el anillo?
-Eh... No, aún no.
Él hace una mueca, disgustado.
-¿Qué esperas? Deja me ducho e iremos a todas las joyerías necesarias a buscar ese anillo. -dice y se pone de pie negando con la cabeza.
Una vez ya vestido, ambos salimos, yo conduzco a los lugares que me indica. Tengo turno hasta en la noche, así que nos la pasamos todo el día de joyería en joyería tal como dijo y simplemente no encontraba nada que gritara "Tere". Eso me desespera aún más que el solo planear el acontecimiento.
-Me cansé, esto es más difícil de lo que pensaba. -le digo y resignado le doy las llaves del auto, no quiero conducir más por hoy, estoy abrumado.
-No te desanimes, aún nos queda una joyería. -Rubén coloca una mano en mi hombro y procedemos a retirarnos de ahí.
Él conduce en dirección al centro comercial más cercano y realmente no sé a cuál joyería me está llevando. No me di cuenta de dónde estaba hasta que nos encontrábamos parados frente aquel lugar donde compré el collar con el nombre de Tere que le regalé en su cumpleaños diecisiete.
-Estoy seguro de que aquí encontraremos algo. -me dice y me codea antes de abrir la puerta del local.
-Hace mucho que no venía aquí. -digo y observo las grandes mejoras del lugar. Mis ojos viajan por las vitrinas llenas de anillos.
Mi mirada se detiene en un área específica. Una mujer nos atiende, pero ni siquiera escucho lo que dice cuando mis ojos localizan el anillo ideal. Es sencillo, liso, con una incrustación de diamante, dudo si sea real o no, sin embargo tiene un encanto perfecto, no como los otros extravagantes que vi.
-Quiero ver este. -le digo a la mujer, interrumpiendo su habla.
-Claro, se lo muestro más a detalle. -dice y lo saca de la vitrina.
Saco de mi bolsillo un anillo de Tere que espero no extrañe demasiado y se lo doy a la mujer. Ella lo mide y yo sonrío ampliamente al ver que son de la misma talla. Si esto no es el destino, no sé qué es.
-Me lo llevo.
***
-Sus flores favoritas son las rosas. -digo en voz baja ante el teléfono.
-Tenemos un amplio catálogo de ramos, se lo puedo enviar para que lo revise y luego nos escribe al respecto.
-Claro, lo esperaré y le escribiré por la noche, les enviaré el anticipo cuando me decida.
-Perfecto, señor, ahora mismo le envío el catálogo.
-¡Roberts! -escucho a mis espaldas y corro a colgar.
-¡Imbécil!, pensé que eras el capitán. -digo llevándome una mano al pecho al ver que solo se trata de uno de mis compañeros. Él se ríe burlonamente recostando su espalda contra el marco de la puerta.
-No deberías estar haciendo llamadas personales en horario laboral.