Mi imagen en el espejo daba lástima, pero la preocupación de que el dinero no era suficiente me tenía al margen de todo. El trabajo en el bar no era suficiente y hasta que no cumpliera los 18 no me pagarían más. Y aun faltaban quince días.
Comencé nuevamente a buscar trabajo, y lo encontré en una cafetería el problema era que abarcaba casi todo el horario del Instituto. Así que sin poder más deje de concurrir al Instituto, de 9:30 a 15:30 en la cafetería llegaba a casa cuidaba de mama y a las 4am me levantaba para ir al bar esa era mi rutina diaria.
Después de una semana, volví a recibir la visita de Sebastián que insistía en explicarme todo y después de artarme lo escuché.
- okey, habla y largate- dije sería y fastidiada.
- yo.....si a lo primero acepté la apuesta y te juro que hasta después de lo de la cafetería del Instituto, te acuerdas cuando te defendí de Mateo?
- Si lo recuerdo, yo creí tus palabras y ahora se que era mentira- dije con rabia.
- No, si.....ose lo de la cafetería fue actuado, pero cuando comenzamos hablar y te escuche y comencé a conocerte todo cambio me empesastes a gustar de verdad y aprendí a quererte- dijo Sebastián mirándome a los ojos.
- pretendes que te crea?
- te juro que todo lo que hablamos, es verdad, y se lo dije a Mateo; y fue ahí cuando en verdad nos peleamos y deje de verlo- y otra vez lo sentía sincero; pero no quería caer de nuevo.
- sos muy bueno mintiendo, vete- le dije fria.
- esta bien, como te lo dije antes lo vuelvo a repetir, no me voy a dar por vencido, ya me gane tu confianza una vez; voy a volver a hacerlo- Sebastián me hablo con la mirada en el piso, pero luego levantó la vista y mirándome a los ojos se acercó más hacia mi- y voy a insistir porque te amo- y dejándome con la boca abierta se marchó.