Dios, estoy tan agradecido.
Retiro las veces, pocas en realidad, en las que no he confiado en los azares del destino y los hilos invisibles que lo mueven.
Ella me ha hablado.
Ale ha conversado conmigo.
¿Ven?
Ella y yo estamos compartiendo una misma oración. Qué emoción.
¿Y saben cuál es lo mejor de todo?
¡Que me ha pedido ser su amigo!
Vino así, un humano tan angelical y me sonrió nerviosa durante las clases.
Yo también me puse nervioso, pero traté de esconderlo con una sonrisa y un asentimiento.
Ella tomó mi confianza como suya y se sentó a mi costado. El suave aroma de su perfume inundó mi mente y confortó mi corazón.
El tiempo fue tan corto, tan falaz.
Ojalá continuemos acercándonos así.