No me lo esperé.
Realmente no me lo esperé.
¡Le gusto!
¡Le gusto a Ale!
¡Mi Ale!
Tan valiente, se me confesó, tan tierna, me dijo que le gustaba.
No pude reaccionar por un tiempo, hasta que ella me abrazó.
Me pidió disculpas por alejarse y por no saber cómo se sentía antes.
Con ese vestido de brillos, me hizo sentir que gané la lotería.
Estoy feliz.
Y, oficialmente, presento a mi enamorada Ale.
A mi futura esposa.
Y mi compañera de toda la vida.