─¿También tienes un diario?─me dijo esa vez Ale cuando vino a mi casa y vio el cuadernillo en mi escritorio.
─No es un diario en sí─ le respondí─. Son solo mis sentimientos hacia ti.
Ale se sonrojó.
─¿Puedo leerlo?
─Todavía no. Solo cuando sea el momento en que deje de escribir sobre ti.
─O sea, jamás, bien graciosos eres André─se rio─. Confiesa que solo te da pena que lea cómo te desvives por mí.
Amaba demasiado a la Ale valiente y confiada. Ese cambio que hizo era lo mejor, y los tres meses de novios había sido una aventura divina. Pronto empezarían la universidad y no querían desaprovechar las vacaciones de verano. ¿Qué lugares no habían visitado ya?
─Es que cuando lo leas, me amarás más.
─Eso es imposible, ya te amo demasiado.