El niño entra corriendo a la casa de su abuela. Sabe que tendrá galletas si se porta bien.
─Pórtate bien este fin de semana con la abuela, ¿ok?─le dice su madre antes de dejarlo en la casa.
El niño entró y fue a jugar con ella.
La encontró con dos libretas grandes en sus manos. Las estaba leyendo.
─¿Qué es eso, abuela Lele?
─Oh, querido, son palabras de amor del abuelo André─le sonrió con una emoción todavía desconocida para él.
─¿Te las manda del cielo?
─Sí, desde que me conoció, nunca ha dejado de escribir sobre mí, ni yo sobre él─dijo señalando el otro cuaderno─. Yo le sigo diciendo que le quiero.
─¡Yo también quiero escribirle!
─Lo harás cuando conozcas a la persona indicada.
Y así, el ciclo volvería a repetirse.