Siempre Tú

CAPÍTULO 20

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Logan

Estos días han sido algo complicados y lo único que me alegre me hace sentir cómodo sin ningún resentimiento es ella. Mi hermosa Mei. Quien está conmigo acompañándome en estos momentos, estos recuerdos de Sofía llorando culpándome por la muerte de mi hermana.

¿Por qué me atormento?

Yo no soy el culpable. Yo no hice nada.

Es lo que intento de convencerme a mí mismo de que soy inocente, yo nunca le haría daño a nadie y tal vez me contradiga en estas semanas me he vengado de mis abusadores los lastime, herí a luchadores en esas peleas clandestinas. Los he lastimado, pero nunca iría tan lejos como arrebatarles la vida no soy un asesino, no soy un monstruo. No lo soy, y nunca lo seré.

He tratado de convencerme, Mei ha estado conmigo. Pero sencillamente las lágrimas de Sofía siguen en mi cabeza. El viernes todos hablaban acerca de los golpes en mi cara, los profesores también se preguntaban el ¿Por qué? De mi cara golpeada y la única escusa razonable que se me ocurrió fue la de un asalto. Unos bandidos trataron de asaltarme, como me resistí me golpearon todos creyeron esa mentira la única que en verdad sabia la verdad era Mei ella es la única a quien no le puedo ocultar la verdad.

Le conté la razón por la que estaba así. Reese y Sofía vinieron a mí para que les ayude a pagar una hipoteca para luego sacarme en cara lo de mi hermana.

Me encuentro con ella en mi cama se encuentra reposado en mi pectoral al mencionar sobre la hipoteca ella se levanta, la miro confuso y noto que esconde algo –¿Qué pasa? –pregunto.

Se acomoda y me mira –el día domingo, ellos vinieron a mi casa –no tienen vergüenza no solo a mí, sino que también a ella y la señora Maylin los han despreciado por mostrarme afecto aprieto mis puños –a pedir que los ayudemos contigo, para pagar la hipoteca.

Me levanto de la cama –no tienen…

–Logan –me interrumpe se baja de la cama se coloca frente a mí no tengo valor para verla mis ojos están en el suelo pone sus manos en mi rostro y me hace verla aun así evito mirarla –sé que te sientes enojado cualquiera que esté en tus zapatos lo estaría, la vida a su lado no ha sido agradable. No te pido que los perdones, porque sé que no lo harías de corazón –me conoce tan bien, como la palma de su mano –no lo hagas por ellos hazlo por tu hermana.

Me quedo pensando y siempre me preguntaba –siempre me preguntaba –contesto sin mirarla –Si mi hermana hubiera nacido. ¿Qué tipo de relación tendríamos? Sería mi confidente, le contaría sobre mis secretos, los problemas de abuso escolar que sufría. Me apoyaría, me daría consuelo me diría que siguiera adelante, que me defendiera de esos idiotas. Si mi relación con Reese y Sofía sería buena. No sé qué pasaría, pero de algo estoy seguro, aunque ella hubiera nacido igual conmigo, siento que Reese y Sofía solo se hubieran preocupado por ella, le hubiera dado cariño y atención solo a ella y yo sería siendo un cero a la izquierda –la tristeza me vence y mis lágrimas brotan de mis ojos. Aunque Elizabeth hubiese nacido nada confirma que mi vida cambiara que seguiría siendo un estorbo, que no hubiera tenido esa familia que se interesara, aunque sea un poco por mí.

Me abraza fuerte y mis lágrimas siguen cayendo oculto mi cara en el hueco de su cuello la, abrazo fuerte estoy agobiado, triste. Tengo un nudo en el pecho quiero saber que paso y las palabras de Saori llega a mi mente.

Quiero descubrir la verdad, quiero saber que paso ese día.

–Quiero saber la verdad, Mei –digo con la voz apagada –quiero sabes que paso ese día. Si es verdad lo que Sofía y Reese dicen de mí. Que soy un asesino.

Me tomo del rostro y me da un cálido beso –no eres un asesino descubrirás que todo fue un accidente –me vuelve a besar y me abraza de manera tierna.

En serio doy gracias a Dios, al cielo por tenerla a mi lado.

Tomo mi chaqueta y las llaves de mi moto estoy algo deprimido para manejar por lo que Mei me quita las llaves y conduce ya aprendió bien a manejar la moto, aunque considera que sigue siendo peligroso también lo pienso. Un solo roce con un auto y terminaría en mal estado, incluso con mi vida.

Maneja a una velocidad moderada llegamos al hospital Nueva Esperanza el lugar donde nací donde mi tragedia inicio. Estacionamos la moto y entramos hay personas en la sala de espera enfermeras, doctores, pacientes caminando por el lugar nos acercamos a la recepción –buenas tardes –saludamos es una mujer de mediana edad nos saluda amablemente.

–Buenas tardes, en ¿Qué puedo ayudarlos?

–Quisiera hablar con la doctora Greta Scott –es la doctora que atendió a Sofía el día del parto.

–La doctora Scott no se encuentra. Pero les puedo agendar una cita para mañana a las tres de la tarde –asiento.

Agendo la cita –no sean reservados –dice y no entiendo a lo que se refiere –felicidades por su primer hijo. ¡Ah…! Esta juventud.

Mis ojos se abren y creo que los de Mei están de la misma manera, nos retiramos del lugar por la vergüenza salimos del hospital y soltamos una pequeña risa por las ocurrencias de esa enfermera. Por favor aun somos jóvenes. Ni siquiera hemos tenido intimidad.

Subimos a la moto y nos vamos. En este momento quiero disfrutar junto a Mei cada instante en un futuro no muy distante claro que me gustaría tener hijos dos por lo menos con ella.




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