Siempre Tu.

Capítulo 1

Lo odio. Odio su cara horrorosa parecida a la de un gremlin, odio la forma en la que hace esa estúpida mueca con su boca, odio su sarcasmo rápido y la forma en la que me mira como si fuese el ser más apestoso del mundo. También odio que a su círculo de amigos le parezca un chico buena onda cuando en realidad es la persona más antipática que hay. Lo odio.

Detesto a Ford Lawrence.

Esa es la cuarta vez en lo que va de la mañana que lo pienso. Y el hecho de que compartamos algunas clases no lo hace más sencillo, no cuando por su culpa el profesor te da un sermón a mitad de la lectura de cómo respetar a quienes sí les interesa saber sobre la historia de los medios de comunicación y su aporte a la vida moderna. Tuve que tragarme una serie de maldiciones a la vez que sentía su mirada divertida quemando mi espalda. Lo único que estaba haciendo era pedirle mis notas de la clase pasada a la persona que me las pidió ayer, y casualmente él se sienta a su lado. Aprovecha cada momento que tiene para hacerme pasar vergüenza.

Esta definitivamente no es mi semana. Estoy atiborrada en tareas, los primeros exámenes del año nuevo se acercan, el brownie que había guardado en mi bolso para más tarde se llenó de hormigas porque lo dejé un segundo sobre el césped mientras charlaba con unos conocidos antes de entrar a clase, y por si eso fuera poco, descubrí que Sander me engañó durante las vacaciones de invierno mientras me fui a casa por las fiestas.

Aún no comprendo cómo es que la gente hace eso. ¿No es más fácil terminar y encontrar a alguien nuevo en lugar de machacar las esperanzas de la otra persona? Nunca voy a entenderlo, ni quiero hacerlo. Estoy harta de los chicos y sus formas de actuar estando en una relación. No hay respeto, no hay entendimiento ¿Qué pasó con ese amor meloso del que muchos hablan? Esas historias plasmadas en las estúpidas películas, el amor que mis abuelos compartieron por casi cincuenta años antes de perecer en el tiempo.

Puras patrañas.

El amor verdadero no existe, debería renunciar a todo eso y conseguirme una tortuga.

Camino de prisa hasta el dormitorio y me arrojo a la cama con la cara sobre la almohada para luego gritar con todas mis fuerzas. Diablos, lo necesitaba. Permanezco un rato en esa posición hasta que me siento ahogada y tomo asiento sobre el colchón respirando profundo unas cuantas veces.

Mi mirada se centra en la esquina del escritorio, el que está hecho un desastre y agrego una nota mental para organizarlo luego. Cuando me sienta menos mal.

La puerta de mi habitación compartida se abre y la imagen de Elsa, mi compañera, se atraviesa en mi campo de visión.

"Te ves como la mierda." Sigo sin mirarla pero apuesto a que está juzgándome con esos grandes ojos negros detrás de esos lentes de marco rosa que siempre usa.

"Gracias."

Toma sus airpods y los guarda en el bolsillo. "¿Mal día?"

"Perdí la cuenta de cuántos tuve desde que inició el mes."

Niega y suspira sonoramente. "Llevamos solo unas palabras y ya me estás deprimiendo." Agarra su bolso y coloca unos libros junto a una de sus libretas. "Voy a estar en la biblioteca toda la tarde, tengo mucho por hacer, ¿debería preocuparme por qué te tires desde esa ventana?"

Cierro los ojos un instante e intento concentrarme en mi respiración. Debería hacerle caso a mamá y empezar a meditar. "Aún no."

"Te traeré un par de chocolates de la máquina expendedora cuando vuelva." Ese comentario logra que salga de mi ensoñación y la miro agradecida.

"Elsa, te quiero mucho."

Ajusta sus lentes. "Solo aguanta estos últimos meses y después serás libre de libros aburridos, fechas límite y Ford Lawrence." La simple mención de ese nombre hace que en mi rostro se trasforme una mueca de disgusto. "Claro que luego tendrás que enfrentarte a una vida de desempleo, luego un trabajo penoso y gente detestable dónde sea que vayas pero no es momento de pensar en eso."

Sonrío y le doy pulgares arriba. "Me acabas de levantar el ánimo, te lo agradezco, puede que no sea tan malo."

Se dirige a la puerta pero antes de abrirla voltea hacia mí. "No te olvides que este fin de semana vamos a ir en busca de tu vestido para la boda de tu hermano."

"Suenas a mi madre,” me quejo, “¿por qué simplemente no uso el que tengo para su fiesta de compromiso?” Mataría dos pájaros de un tiro y no tendría que gastar de más.

“Porque no puedes llevar ese vestido dos veces, tu madre te desheredaría.”

Aprieto los labios antes de volver a hablar. “Escucha, ¿podemos dejarlo para luego? Tengo que entregar un ensayo para psicología social el lunes y no se me ocurre nada que llegue a las diez mil palabras."

Es una excusa estúpida porque no siento presión por el ensayo. Al menos no por ahora. Pero si es perfecta para librarme de algo que no quiero hacer por el momento. No es que esté muy emocionada por ir en busca de ese bendito vestido.

"Bien, solo dime cuando estés libre o irás sola."

Asiento de inmediato. "Gracias."

"Si, ya."

. . .

La hoja en blanco que me muestra la pantalla de mi computadora se está burlando de mí, ha estado así durante la última hora y no encuentro inspiración ni siquiera para el título. Tomo un lápiz de color rojo y empiezo a dibujar corazones en mi libreta de ideas, esperando que así mi cerebro se relaje un poco de tanta presión. Sin embargo, unos cuantos corazones más tarde, me encuentro escribiendo todos los defectos de Sander uno abajo del otro para sentirme un poco mejor de ya no estar con él.




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