Siempre Tu.

Capítulo 4

Mis pies golpean el piso, mi cuerpo se siente pesado, mis brazos cuelgan y yo hago el intento de no desmayarme.

“Espera,” alargo el brazo hacia Elsa quien corre sin problema al frente de mí, “creo que voy a morir.” Se da la vuelta trotando hacia atrás como si lo hubiera hecho toda la vida.

¿Por qué accedí a esto? El deporte nunca fue mi fuerte. ¿Recitar un poema de dos hojas de memoria? Puedo hacerlo. ¿Cambiarle el neumático a un auto? Papá me enseñó. ¿Hackear la computadora del rector? No es imposible –no es que alguna vez lo haya hecho– pero, ¿correr cinco kilómetros bajo el sol de la tarde? No lo creo.

“Sólo un kilómetro más, Rosie,” me anima, “¡vamos sé que puedes hacerlo!” Toma mi mano y me lleva unos cuantos metros hasta que me suelto y empiezo a caminar hasta detenerme y caer al piso. Elsa regresa hasta mí, corriendo en su lugar para no perder el ritmo.

“Mis piernas se sienten como gelatinas y todo quema, incluso si parpadeo,” digo colocando una mano sobre mis ojos, cubriéndolos del sol. “Sólo vete y déjame ver el cielo por última vez antes de que la oscuridad me lleve.”

Escucho su risa.

“Y me dices dramática a mí.” Mira el resto de la pista de atletismo. “Deberías sacar esa tensión que cargas de alguna forma y esto es grandioso.”

“Prefiero morir,” respondo bajo mi aliento.

“Aun no puedo creer que de todos esos estudiantes, Ford haya sido designado como tu compañero de proyecto.” Suelta una carcajada burlona. “El universo te odia.”

“¿Puedes callarte?” Cubro mis ojos con el antebrazo. “Ya me siento lo suficientemente miserable como para agregarle más cosas al asunto.” La oigo dando saltitos.

“Vendré por ti cuando cruce la línea,” asegura para segundos alejarse de mí.

Muevo una mano despidiéndome. “Tómate tu tiempo,” murmuro sin importarme si lo escuchó o no.

Tal vez debería haber usado protector solar.

Alrededor de unos minutos más tarde, siento una presencia para nada bienvenida junto a mí.

“¿Practicando ser un obstáculo en la carrera del jueves?” La voz de Ford me pone aún más molesta. No hemos hablado desde la fiesta, hace como cuatro días.

Bufo con fuerza. “¿Por qué siempre me encuentras en mi peor momento?”

Niega aplastando sus labios. “Porque tengo un radar especial.”

Suspiro y vuelvo a cerrar los ojos. “Vete, déjame en paz.” Por un momento creo que se fue pero siento como algo toca mi brazo y me giro con brusquedad viendo a Ford recostado junto a mí. “¿Qué haces?”

Imitando mi acción previa, cierra los ojos a la vez que dice, “mi madre se queja a veces de que no recibo la cantidad suficiente de sol.”

Parpadeo un par de veces.

“Pero tu piel no es tan blanca.”

Ford sonríe sin mostrar los dientes. “Esa es mi respuesta siempre.”

“La mía dice que si continúo exponiéndome al sol tendré más pecas,” comento sintiendo como de a poco, el calor de los rayos ultravioleta no pegan tanto como antes. Está atardeciendo y no queda mucho para que aparezca la primera imagen de la luna.

“Es cierto.”

Giro mi cabeza para mirarlo. “Elsa cree que salir a correr es una actividad divertida para despejar la mente.” Ford copia mi movimiento quedando frente a frente. Por supuesto no le digo que él es uno de los causantes de mi estrés últimamente, seguro ya está al tanto de eso.

“¿Cuál es tu tipo de actividad?” Pregunta.

“Lo que sea menos esto.”

. . .

Ford tuvo la idea de venir a uno de los salones recreativos del centro para distraer a Logan del hecho que Jason quemó una de sus remeras favoritas. Luego el rubio nos invitó a nosotras y al nuevo amigo de Elsa, un chico con el que estuvo hablando durante el verano y con quien ha estado pasando mucho tiempo juntos. Su nombre es Roy y es simpático, o al menos eso es lo que muestra.

Evito los juegos de arcade a medida que caminamos y me dirijo a la máquina para sacar premios. Es una de mis favoritas.

“¿Cuáles son las posibilidades de que saques algo de ahí?” Pregunta Logan a mi lado.

No lo miro pero sonrío confiada. “Siempre gano algo.” No quiero presumir pero si hay algo en lo que soy buena es en estas cosas inútiles pero desafiantes –aun no decido si eso es algo bueno o no. Los pequeños animalitos de peluches se mezclan con otros objetos como pelotas de plástico con sorpresas dentro o unas figuras de acción de Marvel. Mi atención se coloca de inmediato en una pequeña vaca rosa a unos centímetros de la garra de metal. Está arriba, en una buena posición y demasiado fácil para ser tomada sin que caiga.

“Pruébalo,” dice colocándose a mi lado. Su perfume me invade de inmediato y necesito un par de segundos para concentrarme. Introduzco un billete de un dólar y respiro profundo antes de mover el controlador con cuidado y planeación olvidándome de todo a mí alrededor.

Apenas la vaca está dentro de la garra, la atraigo hacia mí controlando que mi pulso no tiemble y ¡Bingo! Tomo mí premio, victoriosa, y se lo tiendo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.