Camino con pesar hacia mi habitación sintiéndome como un pesado saco de papas avergonzado y molesto. La noche anterior sigue reproduciéndose en mi cabeza y lo único que deseo es que esta horrible sensación se evapore de mi estómago.
¿Cómo pudo hacer eso? Logan no es una persona que saque ventaja de esta forma o al menos esperaba que no. Apenas levanto la vista del suelo me encuentro con el chico en cuestión sentado en las escaleras. Su rostro denota pena pero seguramente no más que el mío. Se pone de pie en el instante en que nota mi presencia y quisiera que la tierra me tragara ahora mismo y me escupiera en el Caribe, lejos de él y de cualquier otra persona.
En especial de Ford.
Ni siquiera se lo dije a Elsa cuando llegamos anoche, sigo sin poder procesarlo, ella solo cree que estaba asustada por el momento y no quería hablar de ello.
Logan aparece frente a mí y mi primer impulso es salir corriendo. “Rosie, ¿podemos hablar?”
Tomo una respiración profunda y lo enfrento. “¿Qué quieres?”
“Disculparme,” contesta de inmediato. “Lo que hice no estuvo bien, fui un completo patán y te prometo que no lo hice a propósito es sólo que me dejé llevar, fue un impulso estúpido.” Ese discurso sale con rapidez y sin equivocarse en ninguna palabra.
“Sí, bastante,” le doy la razón sin pensar.
Da un paso hacia adelante y se agacha un poco para mirarme a los ojos. “Por favor perdóname, lo que menos quiero es hacerte daño.”
“Podrías haberme advertido.” No es que de esa manera hubiera dolido menos pero al menos sabía que esperar y me habría preparado.
“Nunca quise usarte para eso.”
“Pero lo hiciste.” Sus facciones decaen y me tiende una bolsa de papel. “¿Qué es eso?”
“Tus donas favoritas.”
Lo miro incrédula. “¿Estás chantajeándome con donas?” No es que sea una mala idea pero de igual forma me ofende.
Detrás de su espalda, saca una rosa roja con su aroma tan usual. “¿Podrías darle una segunda oportunidad a este pobre infeliz?” Sólo le hace falta arrodillarse frente a mí. Observo a los estudiantes que pasan junto a nosotros y me siento un tanto incómoda.
Niego. “Dale esa rosa a Harriet.”
Logan toma mi mano y coloca la rosa en ella. “La única que va a recibir una rosa es mi Rosie.”
No puede decir esas cosas y esperar que no caiga. Maldito.
. . .
“¿Qué es eso?” Pregunto mirando con desconfianza la jaula que yace en la mesa de luz de Elsa.
“Un hurón,” contesta buscando algo en los cajones de su escritorio.
“No es un hurón, es una rata,” corrijo. “Una rata gigante.”
Oigo a Elsa bufar. “No, es un hurón.”
“Tiene un sombrero,” comento mirando el sombrero negro de copa que está atado a su pequeña y peluda cabeza.
“Sí, no se lo quites porque le gusta tenerlo.”
Despego la mirada del animal y miro a la chica. “¿Qué hace un hurón aquí? Sabes que no se permiten mascotas, tendremos problemas si Claire lo ve.”
“Entonces mejor que no lo haga.” Ese comentario suena más a una advertencia que a un pedido. “Mi hermana estaba de pasada, necesita que cuide de su mascota hasta mañana, sólo será una noche,” explica. “Y estará en su linda jaula por lo que no causará ningún problema.”
“¿Lo prometes?” Inquiero con duda.
Elsa me da una sonrisa cansada. “Si, Rosie. Lo prometo. ¿Verdad Jones?” Se dirige al animal.
“¿Se llama Jones?”
“Si, Indiana Jones,” responde. “Mi hermana está obsesionada con esa película. ¿Saldrás esta noche?”
Giro en mi silla de escritorio. “¿Una noche de semana cuando tengo muchas cosas para hacer? Mmm, veremos.”
Mi compañera me da una mirada de lado antes de tomar su teléfono. “No hace falta el sarcasmo. ¿Puedo pedirte un minúsculo favor?”
“Claro.”
“¿Podrías vigilarlo mientras voy a recoger un libro en la residencia de Michael? Lo necesito para terminar mi trabajo para mañana y aún no me lo ha devuelto.”
Suelto un sonido de mi garganta haciéndole saber que no estoy muy segura.
“¿No hará nada verdad?” Pregunto.
Elsa suelta una larga respiración. “No. Ya te dije, mientras esté en su jaula todo estará bien.”
“¿Y si no está ahí?” Mis ojos vuelven al animal quien se encuentra jugando con una pequeña pelota.
No lo dice de inmediato pero puedo ver una sonrisa escondida en la cara de Elsa. “Tiende a escapar.”
Chasqueo la lengua. “Lindo.”
La chica se dirige a la puerta pero se detiene antes de abrirla. “Otra cosa, si sales del cuarto al baño o a conseguir algo de comer, por favor procura no demorarte tanto, no le gusta estar solo y se deprime.”
Este animal necesita demasiada dedicación. “¿Cómo hace tu hermana?” Cuestiono. “¿Acaso lo lleva a sus clases y fiestas?”