Termino de cerrar la valija y tomo asiento sobre mi cama mirando la hora en la pantalla del teléfono. Son pasadas las tres de la tarde, si corro hacia la terminal de autobuses tal vez llegue en diez minutos, dejándome el suficiente tiempo para hacer todo antes de subir al vehículo y así llegar a casa para cuando esté por comenzar la pequeña fiesta.
Logan me llamó esta mañana disculpándose porque sus alergias se pusieron peor durante este último tiempo y le dije que se quedara a descansar, me sentiría miserable viéndolo de esa forma en una fiesta así que mi +1 se quedará sólo en la tarjeta. De todas formas le avisé a mi madre que iría sola, no es que sea una gran novedad.
Me despedí de Elsa antes de que saliera para su última clase del día y le prometí llamarla cuando llegue. Tomo mi equipaje y camino hacia la puerta pero al abrirla veo a Ford del otro lado.
“¿Qué haces aquí?” Pregunto con sorpresa.
“Pasaba por aquí,” responde hundiendo sus hombros.
Entrecierro los ojos. “Mentiroso.”
“Logan dijo que vas a salir este fin de semana.”
Levanto una ceja. “Si, ¿Y?”
Cruza sus brazos sobre el pecho. “Y quiero saber dónde se va mi compañera cuando puede estar trabajando en su parte del proyecto.” ¿Es en serio? No tengo tiempo para estas cosas.
Le lanzo una mirada ofendida. “¿Piensas que soy de esas personas que dejan todo para el último momento o que ponen cualquier excusa para no hacerlo?”
“¿Lo eres?”
“¡No!” Exclamo con molestia. Intento pasar por su lado pero se interpone en mi camino.
“Bien, entonces, ¿Dónde vas?” Insiste.
Tengo paciencia, puedo soportar varias cosas si regulo mi respiración y pienso cosas buenas pero en este momento todo eso no va a funcionar. “No es tu asunto.” Vuelvo a dar un paso hacia adelante pero de nuevo me detiene de continuar mi camino.
“Lo es si te pasa algo,” habla, “debo saber que decirle al Sr. Wilson el lunes cuando no te presentes para dar los avances.” Voy a golpearlo si no se mueve.
Bufo sonoramente. “Tengo la estúpida fiesta de compromiso de mí hermano, ¿Vas a estar en contra de que vaya? Habla con ellos,” lo aliento. “Puedo quedarme aquí sin problemas.”
Es más, estaría haciéndome un gran favor porque lo que menos quiero hacer en este momento es en participar de ese evento. ¿Por qué no directamente le marcó a mamá y le paso el teléfono a Ford para que haga el trabajo sucio por mí?
“No suenas muy feliz,” dice.
No lo estoy.
“Que mi cara no te engañe, estoy entusiasmada.”
Mira mi valija y luego de vuelta a mí. “¿Te vas en autobús?”
Decido que responderle va a hacer más rápido este intercambio sin sentido. “Sí. Reservé un lugar hace una semana y si no llego en 20 minutos a la estación se lo darán a otra persona así que muévete,” explico como si estuviera hablando con un niño.
“¿Dónde es la fiesta?”
Lo miro unos segundos antes de contestar. “En casa de mis padres, a cuatro horas de aquí.” Sin esperar, toma mi equipaje y empieza a caminar por el pasillo. “¡¿Qué haces?!” Grito detrás de él tratando de agarrar mis cosas pero me esquiva. “Tengo que irme,” reitero.
“Yo te llevo.”
Ese comentario provoca que me detenga.
“¿Qué?” Ford me observa antes dar unos pasos más.
“Yo te llevo a la casa de tus padres,” repite. “Tendrás tiempo para lavarte la cara antes de salir y será más rápido que un autobús.”
¿Lavarme la cara? Ya lo hice, incluso me maquillé. ¿Acaso me veo mal?
“Olvídalo, no te necesito para llegar hasta ahí,” aclaro. El chico se detiene y gira dándome una sonrisa leve.
“Lo sé.”
Me cruzo de brazos desconfiando de este acto de amabilidad inesperado. Debe haber alguna trampa. “¿Por qué lo harías?”
Parece pensar sus palabras por un momento. “Porque necesito salir de aquí, siento que mi inspiración es nula y tengo que trabajar en mi maqueta para fotografía creativa,” expresa.
No puedo evitar mirarlo incrédula. “¿Ir a casa de mis padres te dará la inspiración que buscas?” Aquí huele a pescado podrido.
“Puede que sí,” responde antes de volver a hablar. “Además, puede que tengamos algún lugar favorito que mostrar, todos ganamos.”
No voy a llevar a Ford a mi lugar favorito de mi infancia, se va a burlar de mí. “Olvídalo, no.”
“¿Por qué? ¿Tienes miedo de viajar conmigo en un auto por cuatro horas?” Su mirada desafiante me molesta.
“Si,” afirmo de inmediato, “cada palabra en esa oración grita no lo hagas.”
Suelta un largo suspiro y asiente. “Te diré qué, te llevo, te dejo, me voy a dar una vuelta y vuelvo cuando estés lista para irte,” comenta. “Tengo un nuevo rollo para gastar y me gusta caminar.”
Aprieto los labios.
“Planeaba cambiarme en el baño del autobús,” murmuro. Elsa se enfadaría mucho si escuchara eso. Nos costó mucho encontrar una prenda que me agrade, le agrade y que sea cómoda, funcional y pueda volver a usar en otra ocasión. No pensaba gastar dinero en algo que no volvería a lucir.