Velam, 21 de agosto del 2018
Querida Eloisa:
Todo el mundo tiene secretos. Algunos son pequeños como una migaja de pan, sin importancia, y luego están otros como el que tú escondes: mentiras enormes, tan grandes que amenazan con partir el mundo a la mitad.
Honestamente, no lo entendí al principio. ¿por qué motivo ocultarias que Andras no es el Bendito, que él ha estado engañando a la orden para obtener poder político y que, además, ha estado eliminando a los que se atraviesan en su camino?.
Incluso yo, que siempre lo defendí a él y siempre puse mi esperanza en que no se iría por el mal camino, sabía que la verdad no podía permanecer oculta y que él debía ser juzgado por sus crímenes. Las líneas que él había cruzado jamás debieron ser cruzadas: el Bendito es tan importante por una razón... necesita ser protegido, necesita de la Orden, necesita ser entrenado. Entonces, ¿por qué no revelaste a los miembros de LOB, cuyos votos les obliga a proteger al Bendito, que estaban protegiendo a un impostor?
Pero creo que lo entiendo ahora, quiero decir, si la gente tuviera conocimiento de que Andras no es el Bendito, la primera pregunta que harían sería ¿y quién sí lo es? ¿dónde está?
Y ese es nuestro gran secreto, la cosa por la que tú casi mueres y por la que a mí casi me matan.
Estoy muy consciente de que aunque tus acciones fueron las correctas (pues tomaste la única alternativa que nos sacaría del lío en el que estábamos), la culpa te esta comiendo viva, te está desgarrando las entrañas, te está convirtiendo en algo que no eres.
Si me permito serte honesto, admitiré que guardo un poco de rencor hacia ti por habernos metido en este problema en primer lugar. Sin embargo, la parte racional de mi cerebro entiende que no es justo culparte por las acciones de otros, sobre todo cuando las decisiones que sí tomaste estuvieron motivadas por sentimientos nobles: fuiste la única persona, a lo largo de toda mi vida, que se preocupó por mi.
Que estupidez, toda una vida defendiendo a mi familia, para que al final hayan sido ellos mismos los que me clavaron el puñal por la espalda… toda una vida convenciéndome de que el hecho de que ellos me dejaran de lado era irrelevante. Que aun así debía amarlos más que a nada, que debía serles leal y apoyar sus decisiones con una entrega y sumisión absoluta. Y sólo mira cómo resultó.
Probablemente te estarás preguntando por qué encontraste esta carta pegada a la entrada principal de la casa, o más importante aún, por qué la escribí en primer lugar... y la respuesta a eso va a ser un poco difícil de digerir para ti.
En abril, cuando yo finalmente parecía estar mejorando, tu decidiste que tomarías en tus manos el deber de enseñarme sobre el Bendito, la historia de la organización, los médiums, y el mundo en el que vivíamos. Yo no sentí ningún entusiasmo porque en el fondo me parecía una pérdida de tiempo: ¿por qué haría algo así cuando había perdido la única cosa que me importaba y motivaba: mi familia? Además, sentarme contigo en el patio trasero a leer esos documentos sólo me hacía sentir enfadado: mi padre y mi hermano debieron encargarse de que aprendiera aquello años atrás. No obstante, a nadie le interesó mi educación. Apenas nací me asignaron una niñera y me dejaron en una casa a fueras de Hedala, que ninguno de los dos visitaba con regularidad. En resumen, me enfadaba que tú, técnicamente una desconocida, le diera más importancia a mi vida y la integridad de esta, de lo que mi propia familia hizo; así como también me dolía ver la forma en la que te preocupabas por mi, como si fueras mi madre, cuando las acciones de la mía fueron lo que causaron todo este lío en primer lugar.
El mes siguiente, cuando finalmente le estaba agarrando el hilo a mi don, recibí una carta. Al principio pensé que era otra carta de tu amiga Kali, pero entonces ¿por qué me la estaba entregando un búho? ¿por qué estaba firmada por alguien llamado Hel?
No solo eso, sino que, en dicha carta, Hel me reveló información que supuestamente sólo yo debía conocer, y afirmó que era mi deber encontrar la forma de ir al Mundo Oscuro debido a que “el mal asomaba su insidiosa cabeza, avecinandose en el horizonte”... adicionalmente, hizo énfasis en que, si yo estaba en peligro, eso solo podía significar que el Mundo de Luz, nuestra realidad, también lo estaba.
Eso me asustó un montón. Es decir, tengo 17 años, y cero ganas de enfrentarme a “males que se avecinan” o de entrar a ese Mundo Oscuro. Le tengo terror a la oscuridad, para empezar, y aún más terror a los espacios cerrados. ¿y si ese lugar es pequeño y sombrío? ¿y si además huele a moho o a muerto? Quiero decir, ya no vas a estar tú para salvarle el trasero y en este momento yo soy bastante incapaz de hacerlo por mi cuenta.