Siempre tuyo, princesa Aurora

Capítulo 6

Después de pasar el resto de la tarde en Central Park, a eso de las ocho de la noche, nos dio tanta hambre que nos fuimos a un restaurante italiano que encontramos caminando. Entramos al establecimiento y pedimos lo mejor de la carta y nos sirvieron el plato más apetitivo del mundo mundial.

  • Maldita sea, esta delicioso – digo con la boca llena de espaguetis.
  • Modales – me reprende Julián.

Suelto una carcajada – O si ¿Quién habla de modales?

  • Touché princesa. Tienes un punto ahí.

Terminando pedimos al mesero que le lleve las felicitaciones al chef porque realmente se lució con la cena.

  • Vamos Aurora, hay que comprar una cámara para que inicies tu retooo…
  • ¡Vamos! – me levanto rápido del asiento para irnos.

Antes de venir aquí, tuve una cámara fotográfica profesional que me compre con el trabajo que hacía en el albergue; cuando me entere que me iba, le dije a una niña llamada Ruth que cuidara la cámara por mí ya que cada vez que me veía con el artefacto se sentía emocionada de poder aprender a manejarlo. Sabía que estaba en buenas manos.

Volviendo al presente, Julián sabe de lista secreta, y obviamente yo sé que él tiene una. Como dije, lo sabemos todo, absolutamente todo de nosotros.

Salimos del establecimiento y juntos vamos a varios centros comerciales de Manhattan preguntando cámaras hasta que encontramos las indicada en la tienda número 43. Alegremente ambos lo compramos y nos retiramos de la tienda.

  • Creo que nos falta un álbum – digo pensativa – si no ¿Dónde almacenaremos nuestras fotos?
  • Es correcto – él ve al fondo y señala la tienda – Mira, podemos comprar ahí.

Como niños de diez años, corremos y nos compramos dos álbumes, y una gran cantidad de papel fotográfico.

  • Primera foto, sonríe – dice Julián sosteniendo la cámara.

Sonrió a la cámara y el flash me ciega por un momento.

  • Esta muy precioso – me acerco para ver la foto, pero la aleja y no deja que lo vea – Solo lo podrás ver este fin de mes.
  • ¿Fin de mes? – no entiendo.
  • Si, fin de mes. El día treinta; ambos veremos todas nuestras fotos que logramos tomar y yo ya te estoy ganando – resoplo. Como siempre, arrogante.

Tomo la cámara con las manos y la coloco en posición. Sin previo aviso. Click. Una foto.

  • Eyyy… eso no vale – alejo la cámara.
  • Todo vale en esta vida, rulitos - se acerca y yo me escapo a toda velocidad.

Corremos así por unos cinco metros, hasta que al fin me atrapa y me agarra la cintura con ambos brazos.

Estamos muy cerca, demasiado cerca para ser exacto. Me siento nerviosa, pero ¿Por qué estarlo? Él es mi mejor amigo y claramente yo no le gusto. Se inclina y en susurro me dice:

  • Todo vale en esta vida, princesa.

Era como un ritual que yo me quedara en el apartamento de Julián si nos pasábamos más de la medianoche; creo que eso inicio desde que iniciamos nuestra amistad en España y ayer estábamos hasta casi la una de la madrugada haciendo fotografías tontas y divertidas.

Julián, como todo un caballero me pidió si me quería quedar en su apartamento, lo cual era absurdo porque sabía perfectamente que iba a quedarme. Pero no, el señorito prefirió preguntarme una vez más. Tiene dos grandes habitaciones que según él uno es para “invitados ocasionales” y el otro es suyo.

  • Si es para invitados ocasionales ¿porque en el armario hay ropa que se parece a la mía?
  • Solo es coincidencia – responde tranquilo.
  • Aja y tú crees que me crea esa historia.
  • Solo quiero que mis invitados se sientan cómodos.
  • ¿Con ropa de mujer?
  • También tengo de hombre, pero esta guardada en mi habitación.
  • Sí, sí – respondo irónicamente.
  • Siempre tan curiosa – me da un beso en mi cabeza – Duerme ya princesa.

A la mañana siguiente me mire en el espejo que tenía en mi habitación. Nunca me considere la persona más linda del mundo, tampoco la que tiene un cuerpo de infarto y con curvas de carretera y unas piernas de modelo de Victoria Secret. Simplemente son una chica del montón que no busca la aprobación ni la atención de nadie.

Siempre les comenté a mis padres que me sentía fuera lugar en mi pequeño entorno. Supongo que inicio cuando mis padres decidieron separarse cuando tenía solo ocho años y a la vez, en la escuela empezaron a hacerme bullying por ser pequeña e indefensa.

Nunca dije nada e hice nada al respecto porque sentía que era verdad lo que me decían. Me llevaron a varios psicólogos y trataron de hacer de mí una persona más sociable; lamentablemente no pude superar el problema y me quedé en una persona introvertida.

Lo bueno de esto, es que mis padres terminaron siendo amigos (raro, lo sé) y ambos realizaron sus vidas a lado de las personas que en realidad aman y no podría estar más que contenta.




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