Siendo Madre, La Memoria Del CorazÓn.

Capitulo 2

Capítulo 2


 

—¿Te molesta que esté aquí?, me puedo ir —dice dando un paso atrás.

Quisiera decirle que sí, que se fuera, que me dejara sola con mi hijo, que quiero conocerlo a él y a mí misma de paso. Que solo quiero soledad y que su presencia no me va a ayudar, que al contrario me confunde más. 

Ya que al afirmarme de forma tan fuerte que Charles Jones es un estafador ha significado para mí un obstáculo más para unir las piezas perdidas del rompecabezas de mi vida. Ese hombre me inquieta demasiado, su presencia me incomoda y no lo entiendo

—No, puedes quedarte madre, usa cualquier habitación.

Voy al único lugar que me provee lo que necesito, soledad, mi habitación es mi espacio seguro. 

Mi hijo es un ángel, no interviene nunca, y es muy calmado, debo de admitir el buen trabajo de Liam y Sophie.

—¿Te gusta Sophie verdad? —le pregunto a mi hijo al ponerlo sobre la cama, yo sé que si le gusta y si soy sincera a mí también me gusta. La chica es una maravilla —. Nate, ¿por qué me molesta él que haya sido pareja de Charles?

Mi hijo sonríe —Parece que también conoces muy bien a Charles, bebé —vuelve a sonreír —No te has quejado cuando beso tu cabeza mi amor. La intrusa en tu vida soy yo. 

—No quiero pensar, no puedo seguir pensando, bebé. Nate sabes que eres el único con el que puedo hablar —ríe fuertemente —Claro que lo sabes.

En un intento inútil de sentirme dueña de mis sentimientos y en privacidad con Nate le pongo seguro a la puerta. Al final solo mi hijo me debe importar.

Gracias a su padre, todas las cosas a las que estaba acostumbrado Nate fueron mandadas a mi casa e instaladas en mi habitación, lo que hace más fácil su adaptación a mi casa. 

Algo hace que me despierte, una suave luz ilumina mi habitación, me muevo incómoda y miro el reloj, una de la mañana, reviso a Nate en su cuna al lado de mi cama, duerme tranquilamente. Intento cerrar los ojos buscando nuevamente la inconsciencia del sueño, la cual no consigo, el ruido que me despertó se escucha nuevamente. Es el claxon de un carro, me sorprendo al no sentirlo desconocido. Salgo de inmediato de la cama y corro al balcón, mi corazón empieza a latir fuerte al ver las luces traseras de un auto encendidas y la sombra de un hombre apoyada en un árbol afuera de mi casa. 

Baja, eso grita todo mis sentidos, y así lo hago, tomo un abrigo que llega hasta mis tobillos y salgo a su encuentro. 

La brisa me recibe con tanta rabia que hace que me tenga que abrazar, busco el auto y no lo veo, mis ojos lo quiere hallar desesperadamente y al no conseguirlo empiezo a respirar con dificultad y cuestionar mi cordura.

—Tranquila… —me hablan al oído —Solo apagué las luces. 

Cierro los ojos y respiro profundo, mi piel se eriza debajo de la tela del abrigo y mi cuerpo tiembla. 

—No suelo hacer visitas a estas horas —habla nuevamente—. Pero necesitaba verte. 

Le doy la fuerza que le hace falta a mi cuerpo para voltearse y enfrentarse con aquel cuerpo desconocido.

—¿Necesitabas? —pregunto extrañada.

—Sí, Nora, necesitaba verte —la sombra deja ver solo la mitad de su rostro con la ayuda de un poco de luz que se cuela a través de unas cuantas hojas del aquel árbol que lo protege —. No solo tú pierdes recuerdos.

No logro descifrar que esconde su mirada, por lo que avanzo a él, dejando una distancia prudente entre los dos.

—Eso suena como si fuera algo importante para ti.

—¿Qué quieres decir con importante?

—¿Estás jugando conmigo, Charles?

—Nunca —la seguridad en su respuesta me hace flaquear por unos segundos. 

—Hoy recibí información nueva —trago saliva —De ti.

—¿Cómo cuál?

—¿Te ibas a casar con Sophie?

—Sí —su respuesta llego tan rápido que me sorprende —Sí, de hecho Liam prácticamente acabo con esa boda —para decir que alguien se robó a su novia, lo dice de forma muy tranquila y casi con alegría.

—¿Esa es la razón de que ambos pareciera que se tuvieran rabia? 

—No, al contrario, Sophie nos une día a día un poco más.

—No entiendo nada.

—No debes de entender nada, por lo menos no esta noche, solo he venido por…

—¿Por? —esta vez no fueron palabras las que responden, son sus acciones. 

Me abraza, quedo estática, mis músculos se entumen. No puedo recibir este abrazo por lo que me aparto casi de inmediato.

—¡Suéltame! —lo señalo con mi dedo índice —Ya sé que intentaste estafarme.

—Nora.

—Aléjate. 

—Nora… —veo su intención de acercarse nuevamente.

—No, te prohíbo que te acerques a mí, Charles, te lo prohíbo.

Doy media vuelta y entro a mi casa corriendo, no volteo ni una sola vez, ya en mi cuarto siento que el corazón se va a salir de mi pecho, me escondo tras la cortina para verificar si sigue ahí. Sin embargo, solo unas débiles luces rojas se alejan por la calle oscura.



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En el texto hay: bebes, romance, amor

Editado: 13.09.2024

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