Capítulo 4
Domingo por la noche y estoy aterrada con mi vida o más bien con mi falta de vida, no tengo planes y para mi propia tristeza ni ganas tengo de tenerlos. Respiro profundo mirando el techo blanco de mi habitación, estoy actuando como patética, siento que estoy viviendo aquella Nora que comenzaba los veinte en busca de algo que no sé.
—¡Debo salir de aquí! —exclamo llena de ímpetu —Pero, ¿A dónde?
Un sonido aterrador hace que me siente en mi cama —No puede ser… —susurro, en mi habitación alcanzo a escuchar el canto de mi madre en la ducha —¡Hasta cuando estará aquí, por Dios! ¿Acaso no tiene interés en cuidar a su marido? —tal vez mi padre está teniendo un respiro de su esposa, reflexiono.
Aparto la palabra razón de mi cabeza y emprendo mi camino hacia mi closet, debo ponerme alerta con mi vida, después de todo los fines de semana de mi hijo con su padre los debo de dedicar en mí.
—Bueno, Nora, por ahí dicen que el primer paso siempre es enfocarse en uno mismo —le hablo a mi reflejo en el espejo mientras pinto mis labios de color rojo, rojo como el vino —Ahora necesitas compañía.
Se me acelera el pulso del pánico cuando una sola persona es la que aparece en mi mente, Charles, ¿será que sentí algo por él? Es que no es lógico que solo mi mente está con él.
—Charles me ha invitado, puede que aceptar su invitación, me sirva de algo.
Por simple lógica, su número de celular debe de estar registrado en el mío —Ahí está… —me cruzo de piernas —Es una señal —frunzo el ceño al notar que al lado del nombre de Charles hay una corona —¿Por qué guardería tu nombre con una corona?
Será por lo que dice mi madre, ¿el rey de las estafas o…?
—Una llamada es muy atrevida —susurro —Un mensaje, es menos comprometedor o al menos eso quiero pensar
Me espanto al sentir que el celular vibra.
Charles : Nora, Buenas noches, ¿cómo estás?
Y si es él y con todo y su corona al lado de su nombre.
Muy bien, ¿y tú?
Charles : Muy bien, me preguntaba si has considerado el café late.
Si supiera que no he pensado en nada más, mis pensamientos solo los comparte con mi hijo.
Prefiero el Rose.
Dejo pasar varios segundos antes de contestar, no quiero ver mi interés en saber de él, ya que hay una gran posibilidad de yo haberme convertido en su víctima.
¿Paso por ti?
Respiro antes de contestar Sí, solo no me esperes en la entrada de mi casa.
¿Tu madre? Este hombre acaso sabe lo que pienso.
Sí.
En veinte te espero a una cuadra.
—No eres una niña… —me digo cuando salgo al pasillo —Tienes más de treinta años, varios ex uno peor que el otro, un feo divorcio, una separación que por lo que sé fue angustiante y ya eres madre… ¿Por qué te escondes de Dayan? Tal vez para que no me haga dudar de esta decisión.
A pesar de saber todo eso, pego mi espalda a la pared, agradezco que la luz está apagada, cuando paso por la habitación de mi madre puedo ver la luz encendida.
En mí manos vibra el celular, arranco a correr, no quiere ver a mi madre, ya en la calle, camino buscando el auto de Charles.
—Ese es… —cuando la manija de la puerta del copiloto está en mi mano me detengo a pensar en algo, ahora que lo pienso, cuando él vino la semana pasada reconocí su auto de inmediato igual que ahora.
—¿Nora? —¡Ay, su voz!
—¿Ah? —el vidrio de la puerta está abajo.
—Entra… —si eso era lo que iba a hacer, desecho las preguntas que hay en mi cabeza y entro en el auto —Hola —en su saludo hay incomodidad, al menos no soy la única que no sabe cómo actuar el uno con el otro.
—Hola… —quiero estar aquí, pero no sé cómo llevar una conversación con él.