Siendo Madre, La Memoria Del CorazÓn.

Capitulo 7

Capítulo 7

 

Nora

 

—¿Quién eres? —susurro, las gotas de agua cae sobre nosotros, necesito saber quién es, por Dios, la angustia, me está atropellando.

—Ya sabes mi nombre Nora —suelta mi cara y retrocede, su repuesta es una grosería —No me mires así, no voy a esforzar tus recuerdos.

—¿Forzar mis recuerdos? —digo con sarcasmo —Dios bendito, necesito que vuelvan mis recuerdos, no es fácil vivir así. De hecho, estoy aterrada el porqué tengo la necesidad de defenderme de ti, me convierto en un gato arisco contigo y yo no soy así.

—No eres de esa forma, eres un ángel Nora —sus palabras me incomodan.

—Sabes que me hace sentir incómoda, que me sueltas esas frases y no me digas la verdad —respiro profundo —¿Fuimos pareja? —le suelto, lo que no olvide es que siempre me he enfrentado a las cosas aunque se me desgarre el alama.

—No —aprieta la mandíbula, miente.

—Si lo fuimos algo me lo dice —afirmo sin miedo a nada —Mi madre ha dicho que ibas tras mi dinero.

—Eso no es verdad, jamás me ha interesado tu cuenta de banco. Si he cometido errores —afirma —Mira esto Nora —alza sus manos y la pone frente de mí —Sé trabajar.

—¿Me dices que no le crea a mi madre?

—No he dicho eso, te digo mi verdad, solo eso.

—Entonces dime, ¿qué somos… o fuimos?

—No hay una respuesta para eso —traga en seco —Tal vez solo talvez era tanto y la final no pudimos ser nada.

—¿Estás bromeando? ¡Háblame claro! — miro sus ojos y siento tanto que no lo puedo descifrar —¿No lo vas a hacer? Entonces me voy.

No espere su repuesta, hay muchas más cosas que necesitan mi atención, que alguien que no es capaz de ser sincero.

—¡Nora! —su mano fría toma la mía y detiene el avance de mis pies.

—Sufro… —susurra, siento su espalda pegada a mi espalda, entierra su cabeza en mi cuello y yo cierro los ojos —Perdóname.

—¿Por qué? 

—Por no cuidarte, por huir, por no poder ser sincero contigo.

—¿Me mientes? —este desconocido me importa, lo que provoca en mí me hace temblar y me asusta. Ya no quiero que mi corazón vuelva a hacer roto.

—No, hago silencio.

—Omitir es sinónimo de mentir.

—Entonces dime si esto es una mentira Nora.

No me dio tiempo para procesar sus palabras, gira mi cuerpo haciéndome quedar frente a él nuevamente, su rostro no alcanzo a verlo, puesto que baja su cabeza tan rápido hasta estrellar sus labios con los míos.

Me quedo estática, sorprendida por su acción, él mueve sus labios sobre los míos, pero yo no me muevo, no puedo seguirlo. Algo dentro de mi grita que está bien, que le bese de regreso, hasta mi corazón se ha agitado. Pero la razón, mi cabeza, no me deja hacerlo, me dice que esto no está bien.

—Me has borrado —escucho su voz, se ha alejado de mí, el dolor y la decepción está dibujado en toda su cara —Perdona mi atrevimiento.

—Me voy —es lo que digo, no lo vuelvo a ver, arranco a correr hacia mi carro, con todo y mi vestido vuelvo, nada me acomodo en mi asiento, mis ojos traicioneros lo buscan. Y ahí sigue en el mismo lugar, pero ahora parece pedido y yo culpable y no entiendo el porqué.

Con furia arranco el auto, no me importa que tanto puedo levantar el agua, aprieto fuertemente el volante, cuando ya estoy en la carretera mis ojos se llenan de lágrimas, ¿qué demonios significa él?

El sonido de mi celular me devuelve a la vida —¿Dónde estás? —la voz chillona de mi hermana retumba.

—Hola, conejo —la saludo.

—Oye me has dejado plantada — se queja —Odio los  desplantes.

—¡Ah sí! ¿Quién te ha plantado? —quiero que ella me distraiga de lo que acaba de suceder.

—Tú, ahora… —mi hermana, a sus pocos veinticuatro años no le hemos conocido un solo novio, lo que es increíble, a su edad yo ya estaba casada.

—Discúlpame por no llegar.

—Por ahí debiste comenzar. ¿Estás bien? 

—No… —respondo con sinceridad —Pero lo estaré, conejo, ¿te puedo llamar después?

—Sí… —ella siempre ha sido la más comprensiva —A cualquier hora te contesto —eso me hace sonreír.

—Lo sé.

Al colgar la llamada ya estoy entrando a la ciudad, necesito a mi hijo, él es único que me puede llenar de paz, calmarme. Aplacar esa tormenta emergente dentro de mí. 

Sin importar lo desastroso que quedo mi ropa, llego a recoger a Nate, me acomodo lo mejor que puedo y salgo del auto en su búsqueda. 

Al verlo es inevitable no sonreír, siento paz y mucho amor, anhelo recordarlo, saber cómo viví y sentí tenerlo en mi interior. 

—Hola, mi amor —con él en brazos me quedo pensando a donde voy, mi casa, en estos momentos no se me antoja mi madre, lo que hace es confundirme mucho más —Tu tía nos va a tener que acoger hasta la noche. Mejor ella que tu abuela. Además, necesito ropa.



#10122 en Novela romántica
#2031 en Chick lit

En el texto hay: bebes, romance, amor

Editado: 11.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.