Siendo Madre, La Memoria Del CorazÓn.

Capítulo 8

Parte 2 

 

El pasado

 

Capítulo 8

 

Charles

Hace 20 meses…

 

—¿Por qué los jóvenes de hoy día se complican tanto la vida? —¡Qué carajos es lo que estoy escuchando, ¿complicarme la vida es no quererme casar con una completa desconocida?! —. Escuche, señor Jones, creo haberle entendido que quiere llegar  a un acuerdo, entonces ¿Cuál es el problema?

¿Qué cuál era el problema? Lo que propone no es un acuerdo, es un maldito delito. Mi cabeza quiere explotar, ya tenía muchos problemas para que mi padre me trajera uno más. ¿Cómo mi padre se llegó a enredar con este hombre? 

—Señor Barnes, aún me quedan varios meses para que termine el plazo, no se preocupe, le pagaré hasta el último centavo que mi padre le debe.

Diciendo eso cuelgo la llamada, dado que la puerta del estudio de la casa de mis padres puedo tener absoluta visión de la sala donde mis progenitores esperan con la esperanza expresada en sus rostros que he solucionado el asunto con el horrible señor Barnes.

Guardando el celular en mis bolsillos me dirijo a ellos, no tengo idea que decirles.

—¿Has llegado a un acuerdo? —Emma, mi madre espera una respuesta afirmativa por lo que trago en seco —No puedo perder esta casa, ha estado en nuestra familia por generaciones, es un golpe que no soportaría.

Emma tiene el cabello plateado y varias líneas de expresión en su rostro que alguna vez fue como porcelana, su vestido gris y discreto que a pesar de ser una fina casa de modas claramente deja ver que hace mucho vivió mejor vida.

El abolengo en mi familia que tanto mi madre se niega a olvidar, quedo en el olvido hace rato, desde que mi madre se casó con mi padre, digamos que ella decidió romper con la sangre azul a elegir como esposo a un obrero.

—Controlado, mamá —una mentira más no le puede hacer daño, creo que es más cruel decirle que el deseo de mi abuelo está a punto de cumplirse, que tanto ella como el innombrable de su esposo y su hijo bastardo no ocupe tan célebre sitio.

—Gracias, hijo —escucho la voz de mi padre, pero no lo miro —Son mis problemas y tú te haces cargo.

Le sonrío a Albert sin gracia, a pesar de tener más años que mi madre se ve mucho más joven, su tono de piel bronceada sigue brillando, sus cabellos no están tan blancos y su rostro no tienen las arrugas que de verdad se merecen.

—¿Eso no es lo que hace un hijo? —no puedo evitar dejar de usar un tono de ironía —¿Honrar a sus padres?

Con eso me voy y los dejo solos, tengo que pensar como carajo pagaré una deuda tan alta, esto se veía a venir, la herencia de mi madre no les iba a durar toda la vida y menos con desastrosos manejos de mi padre desde que mi abuelo falleció. 

Rápidamente, entro en mi auto que se encontraba estacionado en el frente de la propiedad.

—¡¿Qué haré?! —al encender el auto quiero gritar de frustración —El único camino que tomaré será a una estación de gasolina.

 

Cuando el ascensor está llegando a mi piso me siento destrozado y derrotado, el castillo que había construido se está cayendo a pedazos y no soy capaz de detenerlo.

—Casi no llegas —esa voz me espanta, alzo una ceja al verlo —Sé que me has echado, pero tengo problemas de escucha.

—Ya no te puedo tener aquí… —me tiro en el  único sofá que queda en mi casa —¿Acaso te gusta la mala vida?

—Al contrario, amo la buena vida.

—¿Qué haces aquí entonces?

—Dándote lo único que puedo darte, Apoyo moral.

—Ojalá eso sirviera.

—Eres un malagradecido Charles, vamos arriba, tengo buenas noticias.

—¿Sí? — lo miro, Tom es un chico que le tiene mucha ilusión a la vida —¿Te has ganado la lotería? —niega —¿Te ha aparecido una abuela rica? —vuelve a negar —Entonces no son buenas noticias.

—No me he ganado nada, tampoco he encontrado familia, sigo tan huérfano como siempre y te aseguro que es mejor que eso.

—A ver dime —me siento y lo miro para que hable de una vez.

—Te he conseguido un contrato.

—¿Ah?

—Sí, un contrato de publicidad.

—¿Tú?

—Sigo siendo tu asistente —se cruza de brazo —Tu empresa va a tener un nuevo gran cliente.

—¿Mi empresa, cuál empresa, la que se liquidó hace dos meses?

—Esa misma…

—Ya no hay empresa, no hay nada, solo la ruina —digo el más grande de mis fracasos y el que todavía no logro aceptar.

—Nadie sabe que estás en la ruina, tu nombre sigue siendo importante. Además, tú eras tu empresa, el genio de la publicidad.



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En el texto hay: bebes, romance, amor

Editado: 11.03.2024

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