Siete fases de la muerte

EL CHICO MISTERIOSO

MELANIE

La mansión era demasiado grande, vivían algunos guardias, amigos del mafioso Hatway, jóvenes del prostíbulo y por supuesto el señor Hatway. El jardín era hermoso, tenía cuatro tipos de fuentes situadas en cada ángulo de la mansión, había toda clase de flores y matorrales; retocaban la pintura cada mes, los salones y habitaciones siempre tenían que estar limpios y presentables. Había más de seis tipos de piscinas, mesas de jardín y una gran cocina, y claro, había sirvientes. Todo era realmente elegante y magnífico.

Di varias vueltas por los salones, llegué al sitio del prostíbulo. Era un lugar grande y oscuro, las cortinas eran negras para poder evitar la luz de sol, aunque ya no tardaba en anochecer. Se decía que a las mujeres les iba mucho peor que a los hombres. A la edad de dieciocho años, solo a los que consideraban realmente hermosos, eran llamados para el prostíbulo; las favoritas de los guardias vivían en la mansión, las demás podían irse a casa, pero por las tardes trabajaban satisfaciendo sexualmente a sus clientes. Los chicos eran menos solicitados, pero también lo hacían; había varias perdidas de prostitutas al año, algunas se quitaban la vida y otras eran asesinadas brutalmente. Beth no entró ya que se consideraba demasiado delgada para el gusto de varios, realmente agradecí que fuese así. Todas parecían estar drogadas y algunas tenían demasiados golpes en el rostro, brazos y pecho; pude ver a una chica en particular, que lloraba con tanto dolor, que me estremeció.

Llevaban atuendos muy peculiares que solo les cubrían sus genitales y a las mujeres por igual sus pechos. Me invadió la curiosidad y observé por un rato; olía a alcohol y cigarrillos, por una puerta aparecieron algunos guardias que las observaban, elegían a una o dos chicas del montón. Pero había una chica en especial que parecía muy lastimada, que se negaba a ir con ellos, sus amigas intentaban convencerla, sin embargo, ella manifestaba dolor y cansancio, estaba rota.

No me imaginaba siquiera lo que ahora mismo sentía, antes o durante tal acto. Comenzaron a tomarla del cabello, llevándola a la fuerza, se resistía tanto que chillaba... Un guardia sacó un arma y apuntó a su cabeza... me sobresalté al oír el cañón, y ver el cuerpo de la chica caer al suelo bañada en sangre, mientras las demás chicas lloraban abrazadas. Sentí un zumbido en mis oídos y quedé impactada al ver tanta sangre. Las pesadillas pasadas venían a mi mente e intenté alejarme.

Los guardias llamaron a un grupo de chicos para que saquen el cuerpo; un guardia volteó y aparté la mirada, salí de ahí aterrada... escuché las pisadas cada vez más cerca, aunque también pueda ser parte de mi imaginación. Me di la vuelta por un pasillo, levanté la mirada y mi cabeza se estampó sobre el pecho del chico misterioso, me sobresalté temerosa.

—¡Vamos! me están siguiendo... —Le dije aún angustiada, y jalando su brazo, pero este no se movió.

Mordió su manzana y me miró desganado.

—¿Quiénes te siguen? —preguntó mirando a los lados, como si estuviese loca y hubiese fantasmas en la mansión.

Pensé en que me estaba siguiendo él, después en por qué comía una manzana en tan buen estado, y al final volví al miedo reciente.

—Los guardias, me han pillado... observé cómo terminaban con la vida de una chica —susurré nerviosa. Me temblaban las manos y mi corazón latía demasiado rápido.

—No te harán daño, corre, solo viste un suceso, todos aquí los hemos visto —dijo empujándome por la espalda. Fruncí el ceño tratando de entender, pero él parecía muy tranquilo.

—¡Espera! ¿los detendrás?

—¡Solo corre niña, o también me meterás en líos! —ordenó, y corrí hacia las escaleras. Ya no logré ver que sucedía con el chico misterioso.

"¿Cómo?, ¿por qué? y ¿cuál era el motivo por el que me ayudaba?"

Tomé asiento en un escalón mientras pasaban los minutos, sin importar si alguien me mirara o si me metía en problemas. Ese chico me tenía muy intrigada, necesitaba algo de respuestas ante su actitud, y aquella mirada extraña...

—Te acompañaré a casa —pronunció el chico misterioso, metiendo sus manos a los pantalones.

El camino para dejar la mansión era grande, mis nervios comenzaban a estallar cada que este se me acercaba un poco. Estaba a tres metros de mí para aparentar que ni siquiera nos conocíamos; pero mi nerviosismo me delataría en cualquier momento si seguía mirándolo de reojo.

Cuando salíamos de terminar nuestras labores, ya no había autobuses, porque variaba la hora en que cada quien salía. Todos los días caminaba a casa sola, pero esta vez, un chico me acompañaba.

—¿Qué pasará si un guardia nos ve? —pregunté nerviosa, por lo bajo, mirando a todos los lados.

—Descuida no nos verán, sé salir sin llamar la atención —dijo, sin siquiera mirarme.

Lo dejé que se adelantará unos metros más, para poder pasar desapercibidos.

Íbamos saliendo y los guardias me miraban extraño, pero no decían nada y seguían haciendo lo suyo, me puse muy nerviosa, pero por primera vez confié en el chico misterioso.

Pasamos la primera cuadra sin decir nada, solo lo miré entre los rayos de sol y noté sus largas pestañas. Su perfil lo hacía ver mayor, tenía un poco de vello facial sobresaliente y su cabello parecía recortado recientemente. Tendrías que intercambiar muchas cosas por un simple corte de cabello. Yo misma me lo hacía con las tijeras del tocador.

Estábamos a una cuadra de mi casa.

—He conseguido un chico nuevo —Mencionó después de tiempo sin emitir un solo sonido.

—Está bien, mañana hablaré con él —No le tomé importancia—, recuerdas la vez que hablaste sobre mis ojos... ¿por qué dijiste eso? —pregunté, pero no contestó de inmediato.

—¿A qué te refieres? ¿con por qué dije eso?

—Solo por saber, ¿ya me habías visto otras veces? —Lo miré, pero parecía que no le importaba—. ¿Me puedes responder? —Le ordené, colocándome en su camino, no tenía intenciones de hablar, sus ojos de nuevo asimilaron los míos, escuché qué pasó saliva—... ¿Quién eres, y por qué me ayudas demasiado?




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