Siete fases de la muerte

PREOCUPACIÓN LATENTE

ELIZABETH

Tuve que intercambiar una blusa por un par de cubos de hielo. Los froté en la zona afectada hasta que estos se derritieron. Las pastillas que me dio la madre de Melanie me tenían un poco adormecida el área, pero esto seguía un poco inflamado.

Los costales de harina parecían más pesados hoy que otros días; intenté no estar muy tirada del lado afectado.

—Mierda —susurré, dando un respiró.

El chico que me estaba pasando el costal se detuvo y me miró.

—Date prisa que nos regañarán —bufó, entre dientes.

Miré de reojo a los guardias, que ya estaban prestándome atención. Estiré las manos y dando saltos con un solo pie, seguí con mi día. No vi a Melanie, e intenté volver a casa para poder buscar una solución a esto y pronto. Tenía que ir a la cabaña, y claro que no iría caminando como estúpida.

Me recosté en mi cama, colocando mi pierna encima de un par de almohadas, no tenía nada que me curase, y ya me estaba cansando de esto. Quería sacármelo, pero sería mucho peor, quizá no sanaría nunca.

El crujido de las maderas del piso me alerto, y quise levantarme con rapidez, pero todo mi cuerpo se tranquilizó cuando vi a Marcus atravesar el umbral de mi habitación. Pude sentir una sonrisa en mi rostro.

—Sabía que estarías tirada en tu cama —Sonrió, sentándose a un lado.

—Ya no soporto esto.

Marcus metió su mano al bolsillo del pantalón y sacó un frasco pequeño.

—He conseguido una pomada, que está alterada para sanar con rapidez —susurró, como si alguien más estuviese en la habitación con nosotros.

—No debiste, ¿qué te costó? ¿toda tu comida de un mes? —bromeé.

Marcus alargó una sonrisa por lo bajo, destapando aquel frasco.

—Peor, si alguien me descubriera, seguro mañana me colgarían —aunque no dejó de sonreir mientras lo decía, no me parecía mucho a un chiste—. Descubre tu pierna —ordenó, señalando la tela de mi jean.

Me levanté un poco de la cama para poder desabrocharlo y bajarlo hasta los tobillos. Marcus no prestó atención más que en ponerme el ungüento en mi herida.

—Perdóname si te lastimo —añadió cuando suavemente colocó los dedos en la zona.

Apreté la quijada cuando comenzó con los movimientos circulares, y chillé un poco cuando pasó por encima del bulto que brillaba por las luces del localizador.

Pero se detuvo cuando la zona comenzó adormecerse, el alivio fue nato.

—¿Magia? —sugerí, levantando una ceja.

Marcus alzó la mirada, y fingió estar pensando algo.

—Más o menos —frunció la boca.

Limpió el exceso con su camiseta y colocó la tapa de nuevo, dándomelo en la palma de mi mano, cerrándola con fuerza.

—Promete que la cuidarás y la cargarás siempre, por cualquier cosa.

Asentí.

Marcus se puso de pie y se dio la vuelta para poder recostarse del lado libre de la cama.

—En una hora podrás caminar casi normal, y mañana verás que el hematoma ya estará casi disuelto —explicó, colocando sus manos detrás de su cabeza.

Me giré un poco para poder verlo de frente, a menos de un metro de distancia. Mi corazón palpitó con fuerza cuando me miró de la misma forma.

"Contrólate, estúpida"

—¿Por qué me ayudas? —inquirí, sin apartar la mirada.

—Porque somos un equipo, ¿no?

—O sea que harías todo esto por cualquiera, Melanie, Perla, Katherine, James...

Marcus pasó saliva, lo vi, incluso lo escuché.

—Lo haría —respondió, encogiéndose en hombros—, pero...

Dejó la palabra colgando en el aire y, me sentí frustrada. Estábamos muy cerca, la verdad es que me atraía bastante. Volteó el rostro un minuto, sentí mi estómago encogerse cuando se acercó más y estiró su mano para tomar mi rostro.

"Por todos los cielos, me besará"

—¡Espera! —dije, Marcus levantó una ceja confundido; saqué mi goma de mascar y la arrojé lejos.

Sonreí, él también lo hizo.

Regresó su mano a mi mejilla, estiró el rostro y fundió sus labios con los míos. Las sensaciones me encerraron, por ese momento me olvidé todo, de todos. Incluso si un guardia entraba, no me importaría morir en ese momento.

Nos separamos, respirando irregular por el beso compartido.

—¿También a ellos los besarías? —quise saber, y Marcus se tiró a reír.

La noche estaba pegando en el ocaso, y caminamos a la cabaña. El dolor ya no era la susceptible. Caminamos de la mano puesta arriba, llenando nuestros zapatos de fango.

En cuanto cruzamos la puerta, la mirada de Antuan se clavó en nuestras manos entrelazadas, como si quisiera pulverizarlas.

—¿Qué no ibas a ser entrevistado hoy? —pregunté, mirándolo igual de mal.

—No te incumbe —Soltó, sin mirarme.

—Cierto —Terminé.

Perla leía un aburrido libro mientras mecía sus pies de lado a lado. James jugaba con una vara y los leños que brillaban por el ardor en ellos. Katherine dormía sentada junto a Perla.

Melanie no estaba, por su entrevista; la echaba de menos.

—¿Cuándo haremos algo útil? —inquirí, mirando a todos, que levantaron el rostro para mirarme, excepto Katherine, seguía dormida.

—Empieza por no ser tan irritante —Me atacó Antuan. Puse los ojos en blancos.

—Hagamos un poco de ejercicio —propuso Marcus, guiñándome un ojo.

Pero nadie movió un musculo.

Parecía que la única que realmente quería hacer algo, era Melanie, pero no estaba. Y yo no convencería a nadie en hacer nada, no era mi estilo.

—A la mierda, entonces —alargué, mirando a todos. Salí, Marcus fue detrás de mí, y lo dirigí al lago.

—Dales un poco de tiempo, nadie se conoce —Me dijo, sentándose en la orilla conmigo.

Quité mis zapatos y metí mis pies al agua, Marcus me siguió de inmediato.

—Eres como Melanie, pero más guapo —bufé.

Marcus entrelazó sus dedos con los míos, y cuando me descuide, de un jalón me tiró al agua. Entró tras de mí y me tomó de prisa, quizá recordando que no sabía nadar.

—E-está jodidamente helada —farfulle, temblando un poco. Marcus me tomó por la cintura para poder acercarme a él y besarnos un poco. Sinceramente, me estaba gustando esto, y mucho.




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