MELANIE
El cansancio en mi cuerpo me recorrió como electricidad, Dios, me dolía cada membrana del mismo, no sabía porque últimamente me dolía tanto.
Me removí un poco en la cama, sintiendo que Beth no se encontraba en ella; me dio un poco de celos, en pensar que durmió con Marcus y me dejó sola. Cubrí mi rostro por completo, las sábanas olían a húmedo, y eran un poco ásperas.
No me sentía con ánimos de salir, ni siquiera al trabajo, en donde tenía que hacerlo sin importar qué.
—Tienes que levantarte, preciosa —Escuché el susurro proveniente de la voz de James, descubrí mi rostro con lentitud, mirándolo mal.
"¿Preciosa?"
—¿No te enseñaron a tocar la puerta? —inquirí, en un tono neutro, no quería sonar tan cortante.
James, sin importar mi mirada de mala güero, me sonrió, marcando cada uno de los hoyuelos de sus mejillas.
—Es tarde, el autobús nos dejará —Fue su única contestación a mi molestia.
Me encogí de hombros, intentando tomar una pose para seguir durmiendo.
—Hoy no tengo intenciones de ir al trabajo —bufé, mirando el rocío, que se había formado en la ventanilla sucia.
—No podemos hacer eso, y lo sabes —replicó, tratando de que me incorporé, pero en serio no quería ir a ningún sitio.
—Realmente no me importa —pronuncié, a nadie parecía importarles nada realmente, todos lucían muy tranquilos, yo también podía serlo. James se acercó, regalándome un beso en mi mejilla, y así levantándose del borde de la cama, para salir de la habitación.
Escuché las pisadas cuando bajó las escaleras de madera, también escuché lo ruidosa que fue Beth cuando James comunicó que no quería ir, de inmediato, aprecié pasos de nuevo en las escaleras. Claro, Beth venía al rescate.
—Vamos Mel, levántate —ordenó a pequeñas zancadas a mi cama, estaba a punto de quitar mis sábanas, pero, las tomé con fuerza.
—¡No quiero! —Me negué, como niña chiquita.
Beth en un instante dejó de luchar conmigo, y se limitó a tomar asiento a mi lado, mientras sonreía con devoción y ternura. Me recosté bien, viéndola detenidamente.
—¿Qué te ocurre? —pregunté, tomando su mano.
Ella suspiró con demasiado ruido, y solo echó una risotada de colegiala.
—Sabes, Marcus y yo comenzamos a salir, y me mudaré a su habitación —murmuró, con un hilo de voz prominente.
Miré el techo de la habitación, intentando alentarla de alguna forma, no sabía si estaba bien o estaba mal en cuanto a su decisión, pero yo no podía juzgarla de ninguna manera.
—Creo que es muy pronto... —dije, casi sin ser audible.
Beth puso los labios en una línea recta, y sentí que soltó mi mano.
—Lo sé, pero es que siento que es lo que ambos queremos. No quiero cumplir veinte y no volver a verlo, o estar con él —Miró por la ventanilla; abajo alguien ya gritaba que nos demos prisa. Quizá eso es lo que pasa cuando no hay libertad en un mundo como este, se encariña muy rápido con las personas—. No sé si sea correcto, pero por ahora creo que experimentar eso, no tiene nada de malo —Sonrió.
Asentí, con los ojos en amplio.
—Claro, está bien —dije. Toqué su hombro, tratando de transmitir apoyo de mi parte—. Dormiré sola ¿supongo?
—Bueno... —Cerró los ojos—, James y Antuan no se llevan muy bien. Bueno realmente nadie se lleva muy bien con Antuan. Marcus dice que tiene problemas de mente, no sé realmente a que se refiere con ello —asentí sin entender a qué iba—, bueno tendrás que dormir con James —susurró lo último.
Me levanté de golpe, tirando todas las sábanas al suelo; negué una, dos, tres veces. En silencio, mientras Beth intentó tranquilizarme.
—¿Y por qué no quiere compartir habitación? —bufé, casi colapsando de ira. Beth se encogió en hombros—. ¡No dormiré con un chico! —Esta vez, grité.
—Melanie, hemos quedado en un trato, él no te tocará. Pero no puedes dejarlo fuera, creo que es grosero —replicó, me senté de golpe—, juré matarlo si te hace daño —alentó, jugando con mi cabello.
Comenzaba a odiar un poco aquí, no hice nada malo para que me odiasen, no sabía porque él no compartir habitación, si ambos son chicos y no hay nada que no sepan que tienen.
—Esto no me gusta Beth, tú misma dudaste de ellos cuando llegamos, no me pidas compartir cama con un hombre —contradije con nerviosismo.
—James parece puro de sentimientos, Antuan está de más que amargado, y no termino de entender la mente masculina y por qué no dormir en la misma habitación, pero debemos ser parciales—sermoneó.
Bufé, moviendo las manos con irritación.
—De acuerdo, hablaré con James de todos modos —acepté, Beth sonrió dándome un apretón—. Aunque puedo ir a dormir con Perla y Katherine —me encogí en hombros.
—Sí, es otra opción, solo habla con ellas —afirmó con pesadez. Y rayos, porque me daría mucha vergüenza hablar con Katherine, después de lo que cree de mí—. Me debo ir Bella durmiente, te cubriré en el trabajo para que nadie note tu ausencia —avisó, besando mi cien, y saliendo de prisa de mi habitación.
Me recosté, tomando la posición fetal.
Un chico en mi habitación, un chico que al parecer quería algo conmigo. No me hacía a la idea de acostumbrarme a ello. Dejé de escuchar ruidos en la cabaña, solo pude notar el sonido del río en movimiento y las aves que se posaban en los árboles cercanos. Mi apetito se abrió al punto de que hiciese un ruido feo; medio me acomodé el cabello y bajé dando saltos por las escaleras.
Rebusqué en los gabinetes. Nada, odiaba la falta de comestibles en este lugar, en todos los lugares que pisase.
Di una bocanada de aire fresco, sonriendo ante lo maravilloso que se veía la naturaleza en este lugar.
Volví a la cama, por lo menos dormida no notaba el hambre. Abrí los ojos, cuando escuché las risas infernales de abajo; miré por la ventana, el sol seguía en su máximo esplendor. Había un montón de aves en un árbol, pude contar por lo menos a seis, que su pelaje se perdía entre las hojas secas del lugar.
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Editado: 18.07.2025