MELANIE
El sábado me había despertado muy temprano, y no estaba muy convencida de quedarme en cama junto a James y sus ronquidos monstruosos.
Las escaleras estaban frías y ásperas, bajé poco a poco para no sobresaltar a Katherine que estaba sentada sobre un sofá desgastado. La vi dar movimientos a causa de su leve llanto que apenas era audible.
Giré mis talones para volver arriba, pero mi corazón no me lo permitió y tuve que ir a su lado tan rápido como giré de nuevo.
—¿Todo bien? —inquirí, y supe que era lo más tonto que se podía preguntar a alguien que estaba llorando.
Katherine se limpió de inmediato las lágrimas, manchando sus mejillas de color negro por el maquillaje corrido. No dijo nada de inmediato, hasta que vi que supo controlar su llanto.
Se levantó un poco la blusa, dejándome ver un golpe que tenía un poco de sangre. Hice una mueca, no solo por lo malo que debió ser, sino porque le pude ver más de eso cicatrizando.
—No quise lamer sus pelotas —bufó, todavía sin verme—, me golpeó con su botella de whiskey.
Negó limpiando sus mocos con su brazo. Tomé asiento a su lado, no tan cerca, no sabía que tan malo era para ella que alguien la tocase.
—Todos los días entran tipos por mi puerta, todos con la intención de hacerme desgaste, no solo quieren el sexo, ellos quieren hacerte daño de todas las formas posibles —Ahora sí me miró a la cara, y también vi un hematoma en sus labios—. Me golpean todos los días mientras me penetran una y otra vez. ¿Sabes lo que es sentirse violada todos los días de tu vida?
Negué.
—Siempre he tolerado todo tipo de abuso tan solo por salvar mi vida.
—Quiero ayudarte, déjame ayudarte, que todos te ayudemos — sugerí, queriendo hacer un poco de contacto que de inmediato negó.
—Las heridas están en todo mi cuerpo, me doy asco, me repudio. A veces creo que sería mejor estar muerta. Pero James, solo él me detiene, pensar en qué le pasaría si yo no estuviera, cómo lo tomaría —dio un respingo y miró a otro lado, con una sonrisa dolorosa—, sé que él intenta hacer su mejor esfuerzo, pero no puede salvar algo que es insalvable.
—Quisiera comprenderte, saber qué sientes, nunca ha sido mi intención lastimarte, espero lo sepas —mencioné, está vez logrando tocar su mano.
Ella asintió.
—Lo sé, todos ustedes son muy buenos, y es por eso que estoy aquí, para saber qué es lo que se siente ser libre. Y me basta un poco, si fuese un día, con eso tendría, me iría feliz —relató estrechando un poco mi mano.
Me dio mucha alegría que sintiera que quizá podía alguien escuchar sus pesares, que sintiera que alguien por fin podía ayudarla a llorar en compañía.
Las escaleras rechinaron, Perla nos miró desde lejos.
—Creí que sólo bajarías por un poco de aire fresco —comentó, pero al ver el rostro lleno de maquillaje corrido, cambió su ceño—. ¿Qué te ocurre?
Katherine negó, se puso de pie y medio me dio un apretón de hombro, siguiendo a Perla escalera arriba.
Me puse a pensar en todo lo que me había dicho, agregándole los años que había pasado en esto, los hombres que habían estado en ella y los que le faltaban. Me llené de impotencia, de dolor y rabia.
Yo ni siquiera le había reclamado a Marcus sobre su supuesta identidad secreta. Y el pensar que esto era una trampa me ponía muy mal; ya que Katherine estaba con la esperanza de que todo esto terminaría tarde o temprano, solo quería descansar un poco, y el especular que Marcus nos estaba probando de algún modo con trampa, me hacía sentir muy mal.
Después de lamentarme un poco, me fui de nueva cuenta a la cama, no podía ni siquiera aceptar esto y el repasarlo me tenía peor. Pero lo único que pude hacer es dormir.
Cuando desperté estaba sola en la habitación. Los ruidos provenientes de afuera eran muy altos, parecía una discusión. Di pasos pequeños fuera de la cabaña, intentando captar mejor lo que estaba sucediendo, pero no, no había discusión, solo un poco de ejercicio y quejas.
—No he comido más que una galleta salada, en cualquier momento estaré en el suelo —Se quejó Beth con las mejillas rojas, y sudor en su frente.
—Melanie, puedes integrarte si quieres —ofreció Marcus, también lleno de sudor.
Eché un vistazo largo a todos, que lucían muy agotados y estresados ante el destello de sol que les pegaba con fuerza en el rostro.
Miré a Marcus, no sé si ahora mismo era prudente hacerle una escena de verdades, en donde nos diga si era verdad lo que había leído.
Pero no, no me sentía lo suficientemente valiente para dar esa imagen, para dejar mal a Marcus frente a todos, y que el miedo se apodere nuevamente en todos, cuando por fin se estaban acoplando al lugar, y al pequeñísimo entrenamiento que nos daban.
—Sí, me incluiré en la formación —dije, Beth me estrechó la mano, dándome mi respectiva galleta salada para no desvanecerme a los pocos minutos, y después Marcus prosiguió con los ejercicios de fuerza.
Sentadillas, lagartijas, abdominales y suicidios.
El corazón me golpeaba con fuerza, y un zumbido se produjo en mi interior, comencé a ver luces y cerré los ojos, sentándome unos segundos para recuperar el aliento.
—¿Te sientes bien? —preguntó James que fue el primero en acercarse a mí.
No, estaba a punto de tirar la bilis, y moría por tragarme un pan completo, de aquellos que servían en las fiestas elegantes.
Pero asentí, abriendo los ojos.
—La verdad es que tampoco me siento bien, he estado a punto de vomitar dos veces —alertó Perla, quitando su grasoso cabello rojo del rostro—. Con la poca alimentación que llevamos nos será muy difícil ponernos en forma, espero lo sepas, Marcus.
Todos miramos a Marcus, que respiraba irregular.
—Lo sé, la única que lleva buena alimentación es Katherine, pero su estado tampoco la ayuda —confirmó el mismo, y ella cubrió un hematoma que se resaltaba del hombro derecho, y James miró mal a Marcus.
#69 en Ciencia ficción
#1267 en Otros
#68 en Aventura
virus letal, drama accion, romance accion aventura postapocalíptico
Editado: 05.05.2025