MELANIE
Por la mañana Marcus estaba haciendo todo lo posible para que haya un poco de agua en la cabaña, ya que el día estaba un poco frío y salir en medio del bosque, al lago y desnudarnos para bañarnos, era demasiado espantoso.
Me propuse a ayudarlos, pero no era muy útil, así que, de nueva cuenta, todos corrieron al lago a lavarse.
—Vamos Melanie, no es tan malo —dijo Beth, pero llevaba la piel de gallina y parecía pálida, algo me decía que sí era peor de lo que pensé.
Katherine y Perla ya se habían regresado a la cabaña después de lavar sus partes, y su cabello. Y yo aún no podía entrar al agua, y ya se nos hacía tarde.
—Los chicos esperan su turno, tienes que entrar a la maldita agua, ¡ahora! —exigió la rubia, señalando en donde estaba actualmente.
Quité la frazada que protegía mi desnudes y caminé abrazándome con fuerza, apenas puse un dedo en el agua, grité con exageración, haciendo que Beth jalase mis pies, así dejándome caer al agua de golpe.
El sonido del agua se atenuó en mis orejas, y me ardió la nariz.
—B-Beth —repliqué cuando salí a flote.
Esta me arrojó el jabón, que apenas pude tomar e hice el trabajo más rápido que nunca. Beth salió antes que yo; y lo entumido de mi piel no me dejaba moverme de prisa.
Corrimos de vuelta, haciendo que todo nuestro cuerpo se congele a cada movimiento. Por suerte, los chicos tenían encendida la chimenea, y no dudé sentarme cerca, con toda la prisa del mundo.
—Nuestro turno —anunció Marcus, saliendo de la cabaña, seguido de Antuan y James, que llevaban sus mantas en el hombro.
—He cambiado un poco de cosas por maquillaje, Mel, quedaremos divinas —dijo Beth, saltando a mi lado. Hice una mueca.
—Nunca hemos usado eso, ¿en serio crees que podamos colocárnoslo correctamente? —inquirí, moviendo los leños de la chimenea con una vara.
Beth bufó, meneando una mano frente a ella.
—No es nada del otro mundo —Sonrió, levantándose de golpe. La seguí segundos después, entrando a su habitación. Beth tenía listo su vestido rojo y zapatos al juego en la cama, y a decir verdad se le veía emocionada por todo ello.
Fui por mi ropa, y me coloqué el vestido negro, que apenas llenaba. Brillaba un poco y picaba de la espalda, los zapatos eran incómodos, y dolían bastante a cada paso, a pesar que el tacón era grueso y nada alto. Beth me ayudó con el cierre y yo le amarré los listones a su espalda, la cual iba descubierta.
—Siempre creí que tenía más culo que tú —Miró mi trasero, y después el suyo.
Ambas éramos flacuchas, no había forma de que nos miremos de otra forma, pero Beth tenía razón, mi trasero era menos huesudo que el suyo.
Marcus entró, y nos sobresaltamos con exageración. Levantó una ceja, mirándonos raro.
—Eso es demasiado extraño —señaló, pues ambas nos inspeccionamos el cuerpo. Echamos una risotada al unísono.
—Cosas de chicas —afirmó Beth, y me tomó de los hombros para llevarme a otro lado, en donde había un espejo roto—. Debe ser fácil, primero tú me maquillas, y después yo a ti.
Asentí.
Las cosas se pusieron feas, peleamos incansablemente con las sombras de ojos y los labiales. Así también poniéndonos todo lo que había en la bolsa de Beth, al final parecíamos bufones, pero me había cansado tanto que no me importó verme peor que nunca.
—Dios, no, al parecer no es tan fácil como se dice —respiró Beth, cuando nos vimos mutuamente.
Miré mi reflejo en el espejo, nunca me había sentido tan horrible en mi vida, ni siquiera recién duchada y con un bello vestido.
—El mío quedó peor, deberíamos recurrir a Katherine —sugerí, pues, no iríamos así de mal al evento. Beth hizo un mohín, pero había visto lo bonito que Katherine se ponía las sombras y el rubor.
Accedió ayudarnos a todas, nos hizo su magia y nos bañó en brillos, tanto en el rostro como en el cabello.
Pudo tapar por completo mis ojeras, y parecía otra persona, una mejor.
—Dios Katherine, esto debería ser considerado magia —soltó Beth mirándose en su espejo roto a la mitad—, parezco otra persona.
—Cuando nos escogen para el burdel nos dan pequeños cursos de vestimenta y maquillaje, siempre debemos estar cien por ciento presentables —explicó.
El cabello también nos lo arregló muy bien con espray que olía a frutas frescas.
—¡Wow! —Aludió James—, realmente quedaron muy bien.
Me sonrojé por primera vez con él.
Todos estaban listos, parecía una pintura antigua, todos elegantes, limpios y diferentes. Como si de verdad esto se viviera aquí. De hecho, hasta habían puesto gel en su cabello, y todos habían logrado rasurarse sus barbas vagas que tenían hace un par de horas.
Me sentí bien, me sentí bonita, elegante y feliz. Lo disfrutaría, aunque dure muy poco.
Marcus sacó una cámara instantánea que cambió por mucha, mucha ropa para poder tomar fotos este día. La colocó en el centro de la sala.
—Guardemos el recuerdo —dijo dando saltitos, y todos nos colocamos en grupo—, griten libertad.
—¡Libertad! —Y apretó el botón.
Salió el flash de la cámara que me lastimó un poco y la foto salió por lo bajo de la cámara cayendo al suelo.
Marcus corrió y la comenzó a sacudir. Nos mostró la foto y era sumamente hermosa, la guardó debajo de un par de libros de Perla y salimos directo al baile.
El salón se veía muy hermoso, había globos, lazos, serpentina y mucho brillo; las mesas estaban decoradas con mucho color, y los cubiertos eran de plata fina, las copas eran de cristal delgado; tomamos asiento todos juntos en una mesa, esperamos a que comience el baile. Había una gran mesa de bocadillos que por cierto estaba llena, y había una infinidad de bebidas alcohólicas. Comenzamos probando un poco de los bocadillos, los disfrutamos demasiado ya que eran deliciosos y llenarían nuestro estómago por una vez en años. Comenzó la música y parecía música de hace mil décadas, era agradable y después de unos minutos Marcus y Beth decidieron ir a bailar, seguidos de Perla y Katherine ya que Antuan no se le veían ganas de bailar. James me llevó a la pista, pero aguanté muy poco ya que los zapatos me mataban, lo dejé bailando con las chicas y me dirigí a sentarme. Ahí seguía Antuan muy aburrido, pero no nos dirigimos ni la mirada, se sentía tan incómodo que decidí salir al balcón a tomar aire.
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Editado: 18.07.2025