MELANIE
Marcus repasó el plan varias veces, demasiadas realmente. En ninguna puse atención; estaba muerta de los nervios, solo seguiría a mi pareja y eso era todo.
Sophia decidió que Katherine la cuidaría, y aunque suene cobarde, quise que me eligiera a mí, y no lo hizo. Antuan tenía acceso a todas las puertas, incluso a las de vigilancia, en donde Perla desconectaría el sistema para poder sacar víveres sin ser vistos.
Era de madrugada, y habíamos escogido un día en donde la mayoría tendría resaca por la madrugada o incluso borrachera. No habían encendido los faroles de la mansión todavía, y eso era una ventaja.
Perla y Antuan tomaron la delantera para poder entrar al acceso de vigilancia.
—¿Tienes miedo? —inquirió James tomando mi mano a un lado de mí.
Miré en la oscuridad sus ojos de felino, soltando poco a poco sus dedos de los míos.
—Estoy aterrada...
El silencio era tanto que los grillos lastimaban mis tímpanos, y los susurros de Beth a Marcus eran molestos. Los faroles se encendieron y mi corazón se lanzó. Tuvimos que agacharnos entre los arbustos.
—Espero que no los hayan visto —murmuró Marcus, al frente de la fila.
Mi corazón estalló y mi respiración se volvió irregular. Pero todo se calmó cuando estas se volvieron a apagar.
El suspiro de todos fue placentero, incluso se sintió cómo todo se aflojó. Después volvió Antuan con Perla, ambos agitados por correr tanto.
—Perdón por eso —apuntó Perla, tratando de devolverse el aliento—, oprimimos algo mal.
Marcus asintió y movió la cabeza para proseguir con el atraco. Marcus lideró la fila y todos caminamos en una sola hilera. Todo estaba oscuro y apenas veía qué pisaba. La puerta ya yacía de par en par, y todos entramos despacio, percatándonos que no haya nadie. Respiré irregular varias veces, tratando de nivelar los ruidos que salían de mis labios.
Marcus indicó separarnos con nuestras respectivas parejas.
....
ELIZABETH
La oscuridad me envolvió, apenas y pude ver a Marcus a mi lado mientras intentábamos llegar a nuestro destino.
—Solo llevaremos cosas de utilidad, Betty —Me comentó, pero hice caso omiso a su comentario, comencé metiendo botellas de vino espumoso en mi mochila.
Marcus me tiró una mirada de reproche, y busqué respuesta.
Él puso latas de sopa, frijoles y champiñones. Tomé un envase de jugo y lo bebí directo del recipiente. Hice un sonido de satisfacción y limpié el que escurrió de mi barbilla.
—Siempre quise hacer eso —susurré.
Marcus me alargó una perfecta sonrisa, mientras negaba.
Después metió más latas, pero como su mochila estaba muy llena, comenzó a usar la mía.
—No necesitamos tanto vino espumoso —Señaló, sacando unos cuantos.
Se los quité, y bufé despacio.
—Claro que sí.
Y los devolví a mi mochila.
Ahora era demasiado pesada, sentía que el mismo peso me tiraría de espaldas en cualquier momento de descuido. Había una vitrina llena de golosinas, y tomé todas las cajas de goma de mascar. Deshaciéndome de las cajas para que podasen caer entre los huecos de la mochila.
—Elizabeth, basta —Me regañó Marcus, ya que el ruido de las cajas siendo trozadas, era un poco alto.
Acabé, y me puse de pie. La bodega estaba tan oscura que tuve que caminar poniendo las manos frente a mí.
—La ropa —mencioné.
—Esa área le tocó a Melanie y Antuan, en el segundo piso.
Asentí, la verdad no recordaba a quién le tocó qué.
Una luz me llamó la atención justo cuando Marcus giró para salir. Me guie y fui directo a ella. Una puerta de cristal, y dentro joyas.
—¡Oh! —alargué cuando los diamantes destellaron en mi rostro.
Entré.
La puerta no hizo ruido, y me paseé por las vitrinas, y un dije me llamó la atención. Un par de corazones realistas, brillaban. Dejé mi mochila en el suelo y los miré de cerca. Eran un poco pesados. Diminutos diamantes destellaban. Metí la mano poco a poco, y cuando mis dedos se cerraron alrededor de la cadena. Las luces se encendieron y con ellas la alarma.
—¡Elizabeth! —gritó Marcus, llegando de golpe a mis espaldas.
Agarré el dije y lo eché a mi bolsillo.
—¿¡Qué no habían desactivado las malditas alarmas!? —grité eufórica cuando Marcus se colgó también mi mochila y comenzamos a correr fuera del lugar.
....
MELANIE
Las alarmas se encendieron, crucé miradas de pánico con Antuan que seguía de cuclillas mientras sacaba un poco de sábanas.
Las tiró de golpe y abrió los ojos con magnitud.
—¡Rayos! —susurré fuerte, colgando mi mochila para poder bajar las escaleras.
—Tendremos que bajar por la ventana —Señaló Antuan, tomando el dorso de mí brazo para hacerme regresar.
—¿¡Qué!?
Entré en pánico de inmediato.
—Sé que es muy alto, pero si lo hacemos despacio por todas las raíces de los matorrales lograremos bajar —aclaró con seriedad.
No me quedaba de otra, y entonces acepté.
—Es la alarma de la joyería —dijo Antuan, abriendo la ventana de par en par.
—¿No se supone que apagaron las alarmas? —pregunté, con los nervios en punta.
—No esas, no creí que alguien lo vea necesario —explicó, y sentí que mis sentidos se congelaron por completo y mi corazón se aceleró nervioso.
Había sido Beth, estaba más que segura de ello. Esperaba que no los atrapen, si no seguro los matarían.
—Bien, sube —Me enseñó Antuan, dejándome el espacio libre.
Primero visualicé la altura, y después inspeccioné de dónde me tomaría.
—Baja tu primero —Le indiqué, Antuan alzó una ceja—, para ver cómo lo haces.
—De acuerdo, bajaré y me echarás las mochilas.
Asentí.
Subió al marco de la ventana, y descendió, tomando cada rama como si fuese una escalera. Lancé las mochilas, solo había telas dentro, nada se dañaría.
Escuché pasos, entré en ansiedad y me trepé a la ventana, me giré con rapidez y bajé tan rápido que todo mi cuerpo chocó por todos los lados posibles. No sentí el dolor, el miedo era más fuerte.
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Editado: 05.05.2025