ANTUAN
Me percaté de que Sophia ya estuviese dormida. Después bajé para poder salir a vigilar junto con Marcus.
—¿Ya se han dormido? —inquirió, intentando acomodar un par de troncos para sentarnos cerca del lago.
—Eso parece —musité sin ganas, sentándome de golpe. Marcus levantó el rostro para mirarme, ya sabía lo que estaba en mi cabeza, era como si fuéramos la misma mente.
—Sé que estás pensando lo peor —susurró—, lo hemos hecho muchas veces.
—No con Sophia...
Marcus tocó mi hombro en algún tipo de consuelo.
Yo sabía que ella era fuerte, tal vez, incluso más que yo. Soportaría estar ahí dentro, aguantaría correr, no comer, ver las muertes. Y aunque el daño pueda ser mucho en su cabeza, ella viviría con ello.
Pero no pelearía, ella no podría pelear como cualquiera de nosotros.
—Todo irá bien, todos la protegeremos a como dé lugar —confirmó, mirando el agua que se movía por el viento helado de la noche.
Era lo que yo también quería pensar, pero en las fases donde nos dividiéramos, todo sería diferente.
—¿Todavía tienes de ese ungüento que usaste para Beth? —inquirí.
—Sí, me parece que queda un poco —contestó, frunciendo los labios.
—Curaremos a Perla mañana.
Perla seguía gruñendo con el malestar que le causaba la pierna, el daño era severo y quizá no volvería a funcionar de la misma forma. No podíamos arriesgarnos a meterla así a las fases, no podría tomar nuestro ritmo al correr.
—He leído sobre estos daños, sé que no podré volver hacer la misma —dijo, apretando la quijada cada que yo mismo revisaba la herida.
La miré, pude ver el sudor en su frente y lo roja que estaba, más que de costumbre. Era demasiado fuerte, quizá se había convertido en la fuerte del grupo. Era la que menos se quejaba, y a la que más se le exigía por su complexión, y siempre intentaba ayudar dándonos sus conocimientos leídos.
—Apuesto que no has leído sobre esto —aseguré, guiñando un ojo.
Perla prestó atención en el tubo que saqué de la bolsa de mis pantalones. Sus ojos brillaron cuando se lo puse frente a sus ojos.
—No me digas que existe —susurró, tomándolo entre sus dedos.
Levanté una ceja.
—¿Has estado en el área prohibida? —Inquirí, ella se sintió avergonzada—, claro que sí, por eso sabes tanto.
—Eso significa qué...
Puse mi dedo en la boca para que guardará el secreto.
—Es muy pronto para que lo sepan —afirmé y ella asintió.
Coloqué el gel en dos de mis dedos, frotando suavemente en su herida. El alivio casi fue de inmediato, otra poca por la noche, y seguro mañana estaría como nueva.
...
MELANIE
En la mañana raramente vi a Perla ponerse de pie, no creí que podase estar mejor solo una noche después. Pero después recordé que, a mí, las heridas me pasaban rápidamente. No debía ser la única.
Marcus comenzó a armar el equipo de silenciadores con las armas que había guardado con mucha emoción. Todos estaban al pendiente de lo que estaba haciendo y cómo lo estaba haciendo.
—Ahora podremos usarlas —mencionó, preparando la suya. Cuando la cargó, todos dimos varios pasos hacia atrás, como si fuese una bomba que estuviese por detonarse.
—No se asusten, soy muy bueno usándola —alardeó, apuntando, el disparo casi fue como un toque, la bala salió y el árbol más cercano la resintió.
Marcus ni se inmutó, en cambio una sonrisa de complacencia se extendió por sus labios.
—Ahora yo —Se acercó Beth, quitándole el arma de un arrebató.
Todos volvimos alejarnos, esta vez mas despavoridos que anteriormente.
—No es un juguete —alegó Antuan, pasando enfrente para tomar el arma que Elizabeth tenía en sus dedos.
—Nunca dije que lo fuera —contestó Beth, molesta.
—El entrenamiento no será como todos se lo deben estar imaginando ahora —explicó Antuan, moviendo las manos para que todos nos acerquemos—. Debemos cuidar las balas, dudo conseguir más, a menos que la madre de Melanie nos quiera ayudar en eso.
Las miradas viajaron a mí, y fingí no sentirme incómoda.
—Entonces... —habló James, dando un paso al frente para ver el arma de cerca—, ¿cómo aprenderemos tan rápido?
—No lo haremos —ahora Marcus habló—, les mostraremos cómo agarrarlas, cargarlas y manejarlas. Pero no dispararemos.
—No sirvió de nada los silenciadores —Escuché murmurar a Beth, que ahora mismo se mordía las uñas.
Antuan la miró con irritación.
—Sí sirven, porque quizá tengamos que usarlas en algún momento mientras estamos aquí —aclaró Marcus, dando golpecitos en el hombro de su novia.
—Tomen el arma de su gusto y sepárense dos metros unos de otros, mirando al bosque —indicó Antuan, mostrándonos cómo pararnos.
Metí mi mano a la caja, sintiendo el metal pesado en ellas. Saqué la primera, y me acomodé como indicaron.
—Es pesada —informó Perla, haciendo pesas con ella.
—Cada una solo tiene una bala —Continuó Marcus—, veremos quien ya tiene puntería.
Con un poco de lodo, Antuan dibujo una equis en el mismo árbol que Marcus había asesinado.
—Vamos, Perla —Alentaron a la chica.
Pude apreciar su pulso tembloroso desde donde yo estaba. La pierna lastimada no le daba bien equilibrio, pero ella tomó el arma con ambas manos. Antuan le acomodó las manos, la enderezó y le indicó cómo presionar el gatillo.
—Espero hayan visto porque no iré de a uno por uno —sentenció, haciendo que Beth soltará un sonido de ira.
Perla aguantó la respiración y tiró del gatillo, la bala salió a un lugar extraño, ni siquiera la pude percibir. Perla se tambaleó y tiró el arma al suelo.
—Bien, bien —alentó Marcus, mientras aplaudía con ímpetu. La siguiente fue Beth. Reventó su goma de mascar, y sin que le dijeran que ya, ella disparó, dándole al tronco, pero lejos de la equis.
—No debe ser tan difícil si unos imbéciles como los guardias las usan —dijo, haciendo otra bomba que reventó al instante.
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Editado: 18.08.2025