Siete fases de la muerte

LA CHICA DEL BOSQUE

MELANIE

Beth me estaba acariciando el cabello cuando abrí los ojos.

—Al fin despiertas, dormilona —susurró. Levantó frente a mí el destellante dije de corazón.

—Ahora que Perla esta curada, ya no me siento mal por usarlos—susurró, poniéndolo en mis manos—, toma uno, y me llevarás siempre a tu lado.

Sonreí, mirándolo de cerca. Era pesado, y muy bonito. Me senté para que lo pusiera sobre mi cuello.

—Hablando de ello, ¿no te parece raro que Perla está curada tan rápido?

Beth hizo una mueca cuando acabó de ponerlo, y se encogió.

—Marcus me puso de ese mismo ungüento, y la verdad es que parece mágico —Levantó una ceja.

—¿Por qué no me dijiste? —inquirí algo confundida, y molesta.

—No lo vi importante...

Conociéndola le creía, nada se le hacía importante, ni si quiera lo que sí era transcendental.

—Además, tú nunca me dijiste que Antuan te besó —Sonrió. Volteé los ojos. "¿En serio creía que tenía la misma magnitud de importancia?"

....

ANTUAN

Pude notar a Melanie junto a James, de nuevo, no igual que antes, pero sí muy unidos. Yo no era celoso, nunca lo fui, pero verlos me provocaba molestia.

—Anímate —susurró Katherine, golpeando levemente mi espalda.

La miré y le sonreí un poco.

—He visto cómo la miras, deberías hablar con ella —propuso.

—Eso ya lo intenté... —dije, mirándolos de nuevo—, además, es tu hermano.

—Sí, pero él ya se ha equivocado. Y sé que no duraran mucho, ella no es tonta.

Eso era totalmente cierto, Melanie era todo lo contrario a esa palabra. Se percató de mi mirada, y fue tarde para voltearme; me dio una sonrisa, que no pude corresponder por lo rápido que volvió a lo suyo.

—Hablaré con ella —Le contesté a Katherine, que parecía esperar mi respuesta.

Me abrazó por encima de mis hombros y juntó su cabeza con la mía. Había cambiado mucho desde que dejamos de regresar a la mansión. Se le notaba lo contenta que se sentía de dejar de recibir esos tratos.

Muchas veces tuve la oportunidad de defenderla, ella y yo nos conocíamos desde antes.

—Podremos buscarla, decirle que nos ayude y en cambio la sacamos de aquí —escuché que dijo James, a Marcus.

Me interesó y me acerqué a ellos.

—¿A quién? —inquirí, mirándolo con seriedad.

—Encontré una chica en el bosque —Me miró Melanie, contándomelo—, ella es cazadora, y ha intentado irse.

Compartí miradas con Marcus.

—Es buena idea —dijo este, tocando su barbilla—, busquemos experiencia.

Todos ya escuchábamos lo que decían.

—¿Nos meteremos al bosque a buscar sin saber nada? —comentó Perla, provocando incógnitas en el grupo.

—Conozco un poco el bosque, me gusta vagar —afirmé, recibiendo las miradas.

Todos asintieron, haciéndome sentir importante. Parecía que cada vez confiaban más en nosotros.

Sophia estaba aferrada a mi cintura, dejando caer todo su peso en mí.

—Si te vas, deja que Kat se quedé a jugar conmigo —Me murmuró, mirando a Katherine que asintió con consuelo, acariciando el cabello de mi hermana.

—Te prometo que no tardaré —Le dije, besando su sien.

Me soltó solo para ir, y colgarse de Katherine, que ahora la cargaba para llevarla escalera arriba.

Todos estaban decididos, y listos a entrar a un bosque en donde podríamos encontrar dos cosas:

La chica. Y bestias.

—Iremos todos juntos, y armados —declinó Marcus—, si una bestia aparece, no disparen, solo en caso de que nos ataque.

Todos afirmaron, saliendo de la cabaña, todos en defensa, con el arma tensa entre sus manos. Y supe que eran muy inexpertos, porque ni siquiera la tomaban bien, pero para eso estábamos Marcus y yo.

—Recuerden que las bestias solo salen de noche; pero estén atentos a cualquier cosa —comuniqué, haciendo que todos dejen de estar tan tensos.

El bosque estaba lleno de cabañas abandonadas, no todas tan grandes como la nuestra. Había estado en varias, buscando cosas que podasen servirnos de algo. Pero nunca vi a otra persona viviendo en ellas.

De hecho, había una en donde se encontraba un piano viejo. Me gustaba tocarlo cuando estaba estresado.

Los árboles soltaban un olor peculiar y sabroso. Cerré los ojos cuando la frescura entró por mis fosas.

—Por aquí hay una —señalé, la lejanía del lugar.

Un círculo sin ninguna vegetación. Y solo una pequeña cabaña con las ventanas destrozadas.

—No parece que haya nadie —mencionó Elizabeth, dando saltos a la cabaña antes que nadie.

Marcus corrió tras ella, y ambos desaparecieron dentro. Perla se quedó a mi lado, no se animó a entrar. Melanie entró y James justo al lado de ella. No tenía sentido si todos entrabamos, así que me quedé con la pelirroja.

—Es cierto ¿no? —inquirió ella, mirándome de frente, me llegaba apenas al hombro.

—¿Qué cosa? —inquirí.

—Ya han hecho esto antes —confirmó, entrecerrando sus ojos verdes.

La chica era muy astuta, más que cualquiera del grupo.

—Tantas que, quisiera olvidarlo...

Todos salieron, y pude apreciar a Elizabeth cargando cosas nuevas.

—No hay nadie aquí, ni indicios de que hubo alguien en mucho tiempo —me comunicó Marcus.

—Pero si ropa, y en buen estado —alardeó Elizabeth, que comenzó a repartir entre las chicas del grupo—. Esto te quedará a ti —Me alcanzó una camiseta con pegatinas de ositos felices.

La miré con seriedad, y me giré, ignorando su oferta. Solo escuché sus risas detrás.

Aún no terminaba cayéndome bien del todo.

Caminé más rápido que los demás, la única que igualó mi paso fue Perla.

—Debes aprender a sobrellevarla —Me dijo, agitada por mi caminata tan rápida.

—No tengo interés en llevarme bien con ella —respondí con sinceridad.

—De hecho, son muy similares...

Ya no respondí, cuando vi de lejos un lago de agua clara. Y corrí a él para beber un poco, todos me imitaron de inmediato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.