Siete fases de la muerte

SIN DETALLES

MELANIE

Era mi noche de guardia con Antuan, y solo de pensarlo, estaba nerviosa. Antuan me había declarado su amor desde hace tiempo, y ya no había intentado nada. Y eso, me era agradable, que respetara mi espacio.

James y yo no habíamos tenido nada desde la noche del beso, al parecer fue como un rompimiento definitivo, una despedida. Y él, también lo había entendido así, porque realmente me había fallado, pero lo quería demasiado como para no estar cerca de él. Pero solo, como amigos.

Me estaba sintiendo aturdida por dentro, porque tenía pensamientos en mi mente, de los cuales no tenían que ver con la huida, y no debería ser así. No estaba concentrada al cien por ciento. Me senté a la orilla del lago, abrazando mis rodillas mientras me enredaba bien en la cobija. El frio cada vez era más severo.

—Perdón, tuve que esperar a que Sophia se quedase dormida —dijo Antuan, sentándose a mi lado, solo con su ropa, ni una sola frazada.

—No te preocupes —Sonreí, tratando de no establecer contacto visual y mucho menos, físico.

Las primeras dos horas ninguno de los dos intentó establecer algún tipo de conversación. Ni siquiera nos mirábamos, y de hecho trataba de no respirar tan fuerte.

—Te he visto muy cerca de Katherine —hablé, sin mover más que la boca.

—Es una persona agradable —dijo, también, sin moverse. Me quedé callada de nuevo, mirando el lago reflejar la luna.

—¿Alguna vez te has sentido tan inútil? —preguntó, y su pregunta ameritó que volteé a verlo.

—¿En qué sentido?

—En todos, ahora, con Sophia aquí, siento que no soy capaz de hacer nada bien —suspiró—, ¿me explico?

Asentí.

—Sientes que todo lo que haces le afecta de un modo.

—Exacto.

—La mayoría del tiempo me siento así con Beth —dispuse—, ya sé que es diferente, pero ella siempre cree que estoy en su contra, cuando en realidad quiero protegerla.

—¿No te parte el corazón? —preguntó, y sentí un nudo en la garganta, un nudo que supe que él también lo sintió.

—A diario.

En ese momento sentí que tenía mucho en común con Antuan, ambos nos tomábamos en serio esto, ambos intentábamos hacer ver al grupo que era importante y peligroso, ambos salíamos perdiendo la mayor parte del tiempo.

—No te mentiré, desde que me hablaste de la conexión —Le narré, mirándolo directamente a los ojos—, no puedo evitar sentirme atraída a ti.

Lo vi sonreír, mirando la lejanía.

—Ya aprenderás a controlarla —comunicó.

—Podrías hablarme de ello —propuse, moviéndome para estar frente a frente.

—Todo a su tiempo, Melanie.

Giré los ojos, odiaba que me tratara como chiquilla.

—Quizá muera dentro de las fases, no quiero morir sin saberlo.

—No morirás —afirmó, como si estuviera tan seguro.

Miré su rostro de perfil, la dureza de su mandíbula tensa, y sus pestañas tan espesas y largas. Algo dentro de mí quería acariciar su rostro, solo un poco.

—Dijiste que nunca habías enfermado —comencé de nuevo, él afirmó—, pues yo tampoco.

Un ruido en las ramas nos sobresaltó, ambos dimos un salto para ponernos de pie. Mi frazada cayó al suelo, y de inmediato apunté con mi arma.

Antuan comenzó a caminar al ruido, y cuando un animal salió de entre los arbustos, pegué un pequeño grito. El animal corrió por su vida al vernos.

Antuan me miró, y soltó una carcajada.

Mi corazón me golpeaba con fuerza el pecho.

—Ya, baja el arma —tranquilizó, caminando a mí, para tomar mi arma con ambas manos.

Su sonrisa seguía presente, mientras me alcanzaba la cabeza para abrazarme a su pecho, y acariciar mi cabello.

—Entiendo que tengas miedo, pero debes controlar tus impulsos —susurró, dándome calor con sus palabras.

Por suerte mi grito no despertó a nadie, y no causé un caos en la cabaña. Mi corazón volvió a la normalidad, y también mi calor corporal, me volví a cubrir con la frazada.

El sol me golpeó el rostro cuando abrí los ojos.

Me senté de golpe, olvidando por un momento en dónde estaba; mis ojos visualizaron la habitación, y me tranquilicé.

No se escuchaba nada abajo; me puse de pie y acomodando mi cabello, bajé.

Las voces de todos estaban afuera, y de lejos, pude apreciar a la chica del bosque.

Y a todos, a su alrededor.

—Qué bueno que despiertas —Me dijo Beth, alcanzando mi brazo para unirme a ellos.

—No daré detalles de nada —aclaró la chica—, solo les ayudaré, y para que vean que es cierto —Caminó entre los arbustos, sacando un animal muerto, sin piel.

Aprecié el gesto de asco en Sophia, que se refugiaba en su hermano.

—Yo misma lo prepararé —pronunció, esquivándonos para pasar al frente—. Traigan leña.

Tenía hambre, así que fui la primera en ir por lo que pidió, seguido de los demás.

....

MARCUS

Cuando todos se fueron detrás de la cabaña, aproveché para hablar un poco con Irina.

—Marcus, no recordaba que lucieras tan bien —se mofó, sonriendo mientras destazaba a la bestia.

—No estoy para bromas —afirmé, mirándola con seriedad—. Pensamos que habías muerto.

—Yo también lo creí, pero cuando desperté, todos se habían ido...

Me dolió el pecho de recordarlo, y sentí la culpa carcomer mi interior.

—Debimos esperar un poco más —solté, tomando su hombro.

—Y yo debí escucharlos —me miró, frunciendo el ceño—, todos cometemos errores.

—Ven con nosotros...

Me interrumpió.

—No, jamás volvería a ese sitio.

Pronto volvieron los demás, y me aparté un poco, dándole su espacio, a todos, caminando dentro de la cabaña.

—¿Todo bien? —inquirió Elizabeth, tomando mi mano antes de que subiese las escaleras.

Afirmé, sonriendo.

Tomé su rostro entre mis manos, mirando sus ojos verdes. Y le di un beso.

—Solo iba por un poco de combustible para avivar la llama.

—Te acompaño.

Me tomó de la mano, entrelazando sus delgados dedos con los míos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.