Siete fases de la muerte

SANGRE AZUL

MELANIE

La idea de Beth, de aprender a nadar pareció gustarle a todo el mundo. Solo ella y yo no sabíamos hacerlo, y al parecer todos teníamos que saber. James estaba dentro del agua, Beth también; yo los miraba desde la orilla, armándome de valor para entrar, y empezar a comprender las enseñanzas de James.

La forma en la que Beth aprendía tan rápido, me daba un poco de celos. Me abracé a mí misma, sintiendo la brisa envolver mi cuerpo, y el miedo apoderarse de mis entrañas.

—Mel —habló Beth desde el agua cuando me vio la cara—, estás pálida.

Negué, caminando puesta arriba, alejándome del sonido del rio moviéndose; porque verlo me estaba dando náuseas.

"Que cobarde eres" me dijo mi cabeza.

Todos se me quedaron viendo cuando entré a la cabaña para poder ponerme algo un poco más abrigador. Inhalé varias veces, profundamente.

—¿Todo bien? —inquirió Antuan, provocando un salto involuntario en mi cuerpo.

Una risa de nervios se escapó de mi garganta, dándome la vuelta para encararlo.

—Sí, sí —murmuré, terminando de meter las manos a las mangas largas de la camiseta.

Antuan levantó una ceja a mi dirección.

—Luces pálida —avisó, al igual que Beth.

No le respondí, solo tomé asiento en la cama vieja, sacando el aire, y tratando de tranquilizar a mi corazón.

—A veces... —confesé en pausas—..., siento como si apreciara el peligro.

Antuan asintió, como si él supiera lo que se siente.

—Todos lo hacemos, cuando le tememos a algo —relató, sentándose a mi lado—, supongo que tienes que trabajar en tus miedos.

—Tú lo tienes bien abalanzado, supongo —decreté, mirándolo. Frunció los labios—, parece que eres indiferente a todo lo que pasa, bueno, claro, excepto en lo que concierne a tu hermana.

—Es porque mi único temor es ella, y trabajar en ello me es imposible, es una niña, no sé si pueda andar por ella misma —explicó—, prácticamente su bien estar depende de mí.

Asentí.

—Pero tú, dependes de ti y nadie más —animó, medio sonriendo.

Una pequeña lluvia nos cubrió y no nos dejó entrenar fuera, debido que el clima bajo mucho y nadie quería enfermarse sin tener nada para remediar un resfriado.

Marcus se colocó enfrente de todos en la sala de estar, mirándonos uno a otro, pensativo.

—Ya sácalo —le pidió Beth, mascando su goma con euforia. Irina no se sentó, se quedó recargada en la puerta con los brazos cruzados.

—Hay muchas cosas que no saben —dijo Marcus, jugando con sus manos—, sobre los sangre azul y los enigma —terminó, y pude notar el interés en el tema en los ojos de Irina.

Ella ya conocía de eso, y llegaba a pensar que también a ellos.

—¿Qué hay con eso? —inquirió James, mostrando inquietud en cuanto al tema.

—Había leído algo de eso hace un año, en los libros prohibidos —comenzó Perla, provocando una mueca en Beth—, los mutados del virus y la cura.

Inmediatamente todos dentro cambiamos de gesto, y la información nos comenzó a llamar la atención.

Marcus y Antuan se miraron, como si dialogaran por medio de sus cabezas.

—La cura del virus creó dos especies de humanos —explicó Antuan—, los sangre azul y los enigmas. Unos son el virus y otros, son la cura del virus.

—No me está quedando nada claro —bufó Beth—, podrían explicarlo mejor.

Antuan giró los ojos.

—El virus de las siete fases de la muerte sigue en el aire; las personas nacidas antes de la cura siguen enfermando y muriendo, incluso algunos humanos que nacieron después —comenzó Marcus, con más detalles—, a los veinte es la mejor edad para poder drenar medula para poder hacer antídotos para controlar el virus.

—Por eso a esa edad nos llevan... —proclamó Katherine, Antuan y Marcus asintieron.

—Pero nos hacen un examen, si eres sangre azul te eliminan, porque tú eres el virus y puedes infectar a muchos a tu alrededor, si eres humano solamente te dejan vivir del otro lado del país, pero si eres enigma, te drenarán hasta que ya no quede nada de ti...

Los ojos de Antuan viajaron a mí.

—Por eso los sacan del país —habló Irina, y todos la miramos—, eligen enigmas y sangre azul para sacarlos.

Todos nos miramos entre sí.

—Cállate Irina —pidió Antuan.

—Diles la verdad Antuan, diles quienes son realmente —gruñó la chica, acercándose a Antuan, disipando mis dudas de que ellos sí se conocían—. Si ellos les ofrecieron ayuda es porque saben que hay alguno entre ustedes —se dirigió al grupo.

—Solo los queremos ayudar —habló Marcus de inmediato—, solo queremos salvarlos.

—¿Qué pasa Marcus? —Gritó Irina—, ¿no te da miedo contagiarte del virus?, ya que tú eres un simple humano.

Miré a Beth, y Marcus también.

—Había olvidado que tenías una leve debilidad por las sangre azul —mofó, Antuan la tomó del brazo y la sacó de la cabaña, a pesar de la lluvia.

Beth parecía anonada, y Marcus la miraba con disculpa.

No sabía a qué se refería Irina en su tono de molestia, pero ahora comprendía que Beth era una mutada. Irina seguramente también.

"¿Ellos habían tenido algo en el pasado?"

Beth subió las escaleras, y Marcus corrió tras ella. Todos en la sala nos quedamos perplejos, sin saber qué había pasado, o qué pasaría después de esto.

....

ELIZABETH

La duda se instaló en mi cabeza, la chica estaba hablando de mí, claro que lo estaba haciendo.

"¿Yo era un monstruo?"

—Betty, por favor déjame explicarte bien todo —dijo Marcus, acercándose a mí.

Di un paso hacia atrás, colocando mi mano plana frente a su rostro.

—¿Soy una mutación? —Inquirí, él abrió la boca, pero lo hice callar—, ¿puedo hacerte daño?

Sentí una presión en mi pecho de dolor; no quería llorar, pero la impotencia me estaba ganando.

—No, Betty —suavizó su tono de voz y quiso volver a acercarse, pero volví a dar un paso atrás—. No funciona tan literal.

Pasé el nudo en mi garganta, todavía con la mano en alto. Las preguntas llegaron a mi cabeza, de todo tipo.




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