MELANIE
La ciudad me parecía extraña, y creí que estaba en un sueño lúcido. Me regañé mentalmente por la osadía de salir a buscar a mi madre en este punto, sabiendo que nos estaban buscando, y que yo era un enigma. Cerré los ojos varias veces, caminando rígida en algunos puntos, aunque sabía que era horario de trabajo, y también que los guardias no estarían lejos; me comí todo el temor por primera vez en mi estadía en este planeta; no caminé cerca de las rejillas de seguridad, tampoco era tonta, me intenté escabullir por la maleza que crecía por la ciudad y el pavimento, las casas y el terreno. Mi corazón latía con fuerza cuando escuchaba las sirenas de las patrullas vigilantes; agachaba mi cuerpo para que estas pasen desapercibidas.
No sé cuánto tiempo había pasado desde que vi a mi madre, desde que nos aseguró que ayudaría, y cuando me ocultó muchas cosas.
Seguí caminando, pensé en las cámaras, pensé en todo, pero ya llevaba más de una hora caminando, ya no era muy temprano para arrepentirme de lo que estaba haciendo, así que seguí hasta toparme con el edificio en donde ella trabajaba como doctora, y vigilaba de las fases; el gran problema ahora era otro, porque no sabía cómo atravesar la puerta sin que alguien me preguntase quién era, o qué quería ahí, por igual que me reconozcan por ser una de las que ya no se ha presentado a sus labores diarios.
Me quedé frente al edificio, lejos de los ojos de los guardias, pensando en idear algo factible para poder subir, hablar con mi madre e irme de vuelta, como si todo fuese tan sencillo.
Tuve que quedarme ahí, esperando la hora del almuerzo, con la esperanza de que mi madre saliera a comer como todos.
Los demás quizá ya se habrían dado cuenta de mi ausencia, y conociendo a Beth, no aguantaría mucho tiempo la mentira, y también sabiendo cómo era Antuan, seguro en su impulso ya me habría salido a buscar. Eso me decía que no tenía mucho tiempo, que seguro ya venía por mí, a tomarme para regresar y reprenderme por esto.
Vi salir a los médicos y enfermeros, riendo, todos subiendo a sus autos lujosos para ir a almorzar; la mayoría de guardias haría lo mismo dentro de muy poco. Levanté la mirada, tratando de visualizar a mi madre entre el puñado de gente vestida de bata blanca, y gracias al cielo pude verla, sola caminando hacia un automóvil, entonces me moví de prisa, pasando por detrás de los arbustos hasta llegar al estacionamiento; chisté varias veces hasta que ella miró delante de sus ojos.
La vi entre cerrar los ojos para visualizarme, y cuando por fin me reconoció una sonrisa leve se formó en sus labios, caminando en zancadas hasta donde yo estaba, mirando a su alrededor a cada paso.
—¿Qué te pasa? —inquirió, aun mirando a su alrededor—, los están buscando.
Meneé la cabeza.
—Ya sé, pero necesito respuestas, y pronto.
Volvió a mirar a su alrededor
—Muévete —pronunció, agarrándome del brazo, jalándome con fuerza hasta su auto negro, y polarizado; cuando cerró la puerta, le indicó a su chofer avanzar.
—Ya sé que soy, mamá —enuncié, con seriedad. Mi madre miró al chofer, cerrando la ventanilla que nos separaba, pidiéndome silencio mientras cerraba, y después de tomar aire con fuerza, volvió a encararme.
—Melanie...
Negué, con tranquilidad.
—Solo quiero la verdad, no quiero nada disfrazado —pedí, recargándome en el asiento de cuero fino.
—¿Qué quieres saber? —preguntó, mirando el camino a través de la ventanilla.
—Todo —respondí sin ataduras—, ¿Quién soy? ¿qué hago? ¿por qué me necesitan aquí?
Un suspiro largo salió de sus labios, y puso su dedo sobre su barbilla, recargándose en la ventanilla.
—¿Tu sabias qué Antuan hacia esto? —averigüé, desesperada porque me contesté—, ¿has conocido a todos los que ha ayudado? — Asintió, pero sin mirarme. Sentí que me estaba estresando con esta plática que no nos llevaba a ningún lado.
—Siempre lo has ayudado a salir —acusé—, solo estabas esperando a que tenga la edad adecuada para sacarme a mí también.
—Melanie, entonces si ya lo sabes, ¿a qué viniste? —habló, mirándome con reproche, y regañándome—. Antuan y Marcus saben cuándo comenzar la huida, estamos en contacto, no faltaba mucho; gracias a esto, puedes arruinar el plan.
—Es culpa de ustedes, por no hablar con la verdad desde un principio...
—No hay nada que decir —terminó, volviendo su mirada a la ventanilla.
—¿Te niegas a decírmelo? —volví a insistir.
—No sé qué quieres saber, ya lo sabes todo, ahora te recomiendo volver, y cambiar de lugar hasta que les dé un punto para partir.
—Háblame de la hermana de Irina, ¿qué ocurrió con ella?
—Pregúntaselo a Antuan, él tiene las respuestas a cerca de Micaela e Irina...
Me di cuenta de muchas cosas en ese instante. Mi madre ya sabía de todo, conocía a Antuan desde siempre, y lo estaba ayudando; seguro también le había hablado de mí, y tenía registros de otros chicos como yo, como Beth, y Antuan, también le comunicaba todo.
Me crucé de brazos mientras el auto seguía avanzando por la ciudad. A decir verdad, me sentía molesta porque no había disipado mis dudas de nada, y de tonta había creído que mi madre sí hablaría con más claridad, pero todo era lo mismo. El auto se detuvo de golpe, cerca del túnel.
—Quiero que te concentres en salir del país, porque cuando salgas, será más sencillo explicarte todo —Me habló mi madre después de un buen rato sin dirigirme ni la mirada—. Ya me comuniqué con Antuan, le he dicho que te dejé de regreso.
Abrí la puerta del auto, molesta.
—Es increíble que ni siquiera contigo pueda hablar —Me quejé, poniendo ambos pies fuera del auto.
—Es complicado, Melanie.
No la miré, bajé del auto y dando un portazo comencé a caminar lejos, para poder entrar al túnel. Después de esto, ahora, tenía que soportar el mal temperamento de Antuan.
Entré al túnel, caminando de prisa entre el fango grueso, esperando a ser alcanzada por Antuan, que ahora era confirmado que me había salido a buscar, de seguro con Beth, Marcus, y no me extrañaría que con James también.
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Editado: 18.07.2025