MELANIE
Nos reunimos en la sala de estar, todos estaban mirándome con reproche. Pero, aunque fuese egoísta, esta vez no sentía culpa alguna, aceleré el proceso que ya nos estaba matando, porque todos estaban desesperados por salir de este lugar.
—Partiremos —habló Marcus primero, cruzándose de brazos.
—¿Cuándo? —inquirió Perla, un poco atormentada por la idea.
—Mañana, por la noche —respondió Antuan, mirándome.
—Es muy pronto —afirmó Katherine—, no tenemos suministros suficientes, ni agilidad.
—Supongo que siempre es así —continuó Beth, hablando tranquilamente para mi gusto—, realmente todos los chicos que salen, solo se van con la seguridad de salir.
—Así es —confirmó Marcus, caminando a nosotros—; no llevamos soldados súper entrenados, ni siquiera nosotros lo somos.
Observé los gestos de todos, en pausas, captando un poco de miedo y desconfianza en lo que podía suceder si tomábamos esta decisión de irnos, así, como si fuese fácil.
—¿Y la clase de nado? —Quiso saber James.
—Lo siento, pero ya todo se quedó aquí, enfoquémonos en salir —contestó Marcus.
Por la tarde todos descansaban, porque necesitaríamos tener mucho descanso, y aunque todavía no aprendíamos mucho, era mejor estar al cien que tener un mal descanso.
Yo no podía dormir, todavía el sol estaba en el ocaso, y mi cerebro estaba muy ocupado. Todo se había revuelto dentro de la cabaña, y el perder a alguien me estaba poniendo muy mal. Yo antes que nadie, me dije unas cuantas veces, haciéndome a la idea que, quizá, no saldría librada de ahí dentro; miré de reojo a Sophia que ya estaba dormida, era una niña, jamás había padecido en ningún sentido, y meterla a ese lugar, me parecía muy peligroso, ni siquiera le habían enseñado a defenderse de nada. Error de Antuan al querer sobreprotegerla demasiado; porque quizá dentro de las fases, él no podría estar cuidándola como se debe.
Me senté al borde, pasando mis manos por mi rostro, sintiéndome abrumada, y levantándome para poder salir a tomar aire, aunque esté helado.
—Veo que no soy el único sin poder dormir —escuché la voz de Antuan, que me hizo frenar, y quise subir sin hacerle caso.
—Estoy asustada —afirmé saliendo, y oyendo como siguió mis pasos poco después.
—Todos lo estamos, el haberlo hecho antes no me ha quitado el miedo —concluyó, metiendo las manos a sus bolsillos.
Asentí, sin importancia en sus palabras, de todas formas ya lo había escuchado decir ese discurso un millón de veces, y lo que quería escuchar eran cosas reales.
—Sobre lo de ayer... —comenzó con un tema que menos me importaba y, a decir verdad, ni siquiera lo recordaba.
—No me importa lo de ayer —quizá había sonado borde, pero ya qué más daba.
Antuan puso los labios rectos, asintiendo con inconformidad.
El viento sopló con fuerza, haciendo erizar mi piel; me abracé a mí misma, frotando mis manos sobre mis brazos.
—La primera fase es mucho peor a esto —dijo Antuan sin pulcro.
—Me tiene sin cuidado —admití, volteando a otro lado. ¿Cómo decirle a alguien que no te importa hablar con él en ese instante? Y quizá en ninguno.
No había sido tan difícil, Antuan había entendido de pronto, y sin decir nada se dio la vuelta, sacudiendo sus manos antes de entrar a la cabaña de nuevo.
—Me recostaré con mi hermana —avisó, cruzando el umbral y dejándome como quería estar, sola.
...
ANTUAN
Sophia roncaba un poco cuando me quité las botas para meterme a la cama; el vidrio estaba empañado por el calor que emanaba su cuerpo, ya que afuera estaba helando.
Sentí un nudo en la garganta; cubriéndome un poco los pies con la pequeña y la delgada frazada que estaba en la habitación.
Los recuerdos de la intimidad de Melanie conmigo pasaban constantemente en mi cabeza, haciéndome sentir culpable y confundido, pero todo se borraba cuando otra cosa lo ocupaba. El tener que salir de nueva cuenta, caminar por todos esos terrenos, ver morir a alguien, sentir la pesadez de culpa, dividirnos sin saber que alguien vendrá o ya no.
El pequeño teléfono móvil que me dio la madre de Melanie, comenzó a vibrar dentro de mis bolsillos, sacándome de mis cavilaciones; lo tomé con fuerza, viendo que la llamada entrante era de ella.
—¿Qué ocurre? —respondí, escuchando primero una respiración fuerte.
—Te pusieron un rastreador, en tu ropa; las cámaras te vieron, Antuan —se cortó cuando tomó aire—, deben irse de inmediato, porque ya van por ustedes... todo fue una trampa.
Mi corazón palpitó con fuerza, y la tensión creció dentro de mi cuerpo. Miré a Sophia de un momento, y después sentí que me faltó el aire.
—Deja tu suéter y llévatelos, ya.
Colgué, parándome de prisa, envolviendo a mi hermana en la frazada; cargándola como pude, oyéndola quejarse porque la desperté.
—¡De prisa! —grité, saliendo de la habitación sin siquiera ponerme mis zapatos—, ¡Vienen para acá!
Alerté a Marcus que fue el primero en sacar la cabeza por una puerta.
—Antuan... —Ni siquiera consiguió terminar, me vio, y se metió de prisa. De pronto, ya éramos los dos gritando que debíamos irnos.
—An, me lastimas —Se quejó Sophia, pero no podía tomarla de otra forma.
—Nos iremos, linda, solo intenta dormir —hablé lo mejor que pude.
Corrí escalera abajo, casi cayendo, viendo a Melanie donde la dejé.
—¡Vámonos ahora! —ordené, viendo como frunció su ceño, pero al ver que todos comenzaban a correr detrás de mí, ella nos imitó.
—¿Qué ocurre? —escuché la voz de Katherine, alcanzarme a un lado.
—M-me han puesto un rastreador —bufé, corriendo, comenzando a sentir que mis brazos quemaban a causa del peso de mi hermana, que la escuchaba chillar, asustada.
Cerré los ojos, respirando con lentitud; pero cuando los sonidos de las hélices de los helicópteros se hicieron presentes, sabíamos que era tarde, porque sin importar nada, nos atraparían. No me rendí, continué, con todos detrás de mí, las luces nos alcanzaron, ni siquiera habíamos llegado a ningún lado, y el aire de los objetos nos atrapó, y las luces nos cegaron.
#646 en Ciencia ficción
#4355 en Otros
#557 en Aventura
virus letal, drama accion, romance accion aventura postapocalíptico
Editado: 18.07.2025