Siete Imperfecciones [completa]

Capítulo 1

Ashton se dirijo con paso firme y calmado hacia el callejón donde tenían a unos pecados capitales, los malditos eran bastante escurridizos y fuertes, pero tenían puntos débiles y uno de esos era la necesidad de Lujuria de salir a cazar.

—Pero miren a quiénes tenemos aquí, los poseídos capitales —habló para sí mismo Ashton en cuanto vio a Codicia, Ira y Lujuria tirados en el suelo y bañados en la sangre del civil que tuvieron que exorcizar en ese callejón — ¡Oh, miren si también está el imbécil de Orgullo! ¡Toda una reunión!

Ashton ignoró la pequeña molestia que sentía al ver que no estaban todos los pecados, pero estaba bien, guardó su arma en la cinturilla de su pantalón y se acercó su pecado más odiado, Codicia, con brusquedad levantó el rostro del portador de uno de los demonios mayores, le inyectó más anestesia y un poco de ambrosía para emborracharlo y embotar sus sentidos, luego hizo lo mismo con la sensual Lujuria y la feroz Ira, al ver Ira se le heló la sangre.

Se rio para él mismo y se alejó de ellos.

—Suban sus cuerpos a la camioneta, no tenemos mucho tiempo antes que despierten —ordeno con la satisfacción envolviendo sus músculos, la tensión desapareciendo.

—Pero no son todos — protestó un chico nuevo– Ni siquiera a drogado a el demonio Orgullo.

Ash arqueó una ceja mientras inspeccionaba la apariencia angelical y escuálida del soldado que le hablaba, negó con resignación, guardianes en entrenamiento, esos siempre eran un dolor en el trasero.

Ash se acercó con pasos perezosos al rubio muchacho, el típico chico americano, demasiado delgado para luchar, pálido como vampiro y ojos celestes. Ellos eran usados como carnada, bellos pero inservibles, justo como el demonio de Orgullo.

—Tu trabajo aquí terminó, carnada —gruñó Ash al chico, Ash odiaba que se metieran en sus asuntos.

Y a pesar de ser el líder, el jefe odiaba lidiar con personas. La mirada de indignación y vergüenza que recibió no hizo más que satisfacer el ego de Ash. Sí, él era quien tenía el poder y pronto nadie se interpondría en su camino. Al fin lograría lo que sus ancestros no pudieron. Librarse de los pecados capitales.

Mientras se acomodaba en el cómodo asiento de copiloto de la camioneta, que tenía un leve hedor a comida rancia, dejó su mente volar por sus pensamientos, la dejó divagar; Cosa que no se permitía a menudo, pero este iba a ser un viaje de al menos seis horas y luego otras tres horas caminando cuesta arriba.

Su mente evocó la imagen de una sonrisa dulce como la miel, ojos azules llenos de amor y piel pálida como porcelana; Apartó rápidamente esa imagen de su mente. Ella estaba prohibida en sus pensamientos, pero lo que no estaba prohibido era el trabajo, no es que él fuera un obsesivo por el trabajo, simple y sencillamente era todo lo que conocía, había nacido con esa finalidad, había entrenado para esto... Probablemente no con el mismo objetivo que sus padres, pero bueno, con los años era obvio que la finalidad se desviara en algún punto, ser quien lo iniciará no le parecía mala idea e incluso le parecía tentadora, tanto que a la edad de diecisiete entendió que no podía resistirse a sus deseos.

A Ash sus padres le habían inculcado el odio a los seres que se encontraban inconscientes en la parte trasera de la camioneta, pero sus padres siempre fueron unos inútiles, probablemente era cínico por decirle así a quiénes le trajeron al mundo, pero no es como que ellos hubiesen hecho algo por él que pudiera considerarse como afecto parental. No solamente lo tuvieron, lo alimentaron, le contaban historias de demonios y ángeles

La historia preferida de Ash siempre había sido la de Vuur, un ángel de cabellos rojos como la sangre y ojos verdes como la hierba de primavera, su piel como nata perfumada con aroma a rosas, él custodiaba el límite entre el cielo y el limbo, - un canal estrecho que conectaba el cielo y el infierno - un trabajo que era considerado de los más admirables, claramente después de los serafines quienes estaban en presencia del Altísimo y eran sus mensajeros divinos.

Vuur era orgulloso, nadie podía pasar sus inmensos portones y ningún demonio podía siquiera posar la yema de sus dedos en el tibio hierro que componía los portones sin ser decapitados por él. Todo un guerrero, con carácter y belleza de sobra.

Un día como cualquier otro, apareció un demonio mayor: Azael, uno de los ángeles que habían apoyado a Luzbel, se había rebelado contra Dios y caído desde los cielos.
Azael era atractivo y seductor, debía estar encadenado, pero sedujo a una "prodigio" que tenía el don de tocar con su mente el plano astral, en donde lo habían encerrado.
Vuur quedó impresionado por su belleza y él por su ferocidad. Comenzaron un romance, pero Gabriel los descubrió... A partir de allí todo se complicó.

Un toque en su hombro lo sobresaltó, sacándole de su sueño, ni siquiera notó cuando se durmió.

—Ash, vamos, baja de allí ya —menciona Luke, su mejor amigo, al mismo tiempo que le golpea la cabeza y le abre la puerta— Necesito ayuda con la de cabello de anciana.

Luke era casi tan alto como Ash, pero era difícil igualar su metro noventa y dos... Claro, si no contaba a los demonios. Codicia, el líder de los pecados capitales media metro noventa y cinco, el más alto del grupo.

Estiro mi cuerpo sintiendo las articulaciones crujir con reprimenda, bajo del auto, relajando sus músculos de la tensión se sacude mientras se acerca a la parte trasera de la camioneta donde están los demonios.




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