Dría aparece en el laboratorio e ilumina arriba, como si las luces estuvieran encendidas y observa el panorama, Codicia estaba desmayado resintiendo la pérdida de sangre, pero sin morir, ¡Vamos, él es inmortal!
Camino hacia él y toco su rostro, primero dejo que la energía fluya a sus heridas y se sanen, su sangre se eleva del suelo y entra en sus heridas, poco a poco el tejido se reconstruye fibra por fibra, las cadenas empiezan a corroerse y caen al suelo... Junto con Codicia, quien estrella su cabeza son el suelo. Eso tuvo que doler.
Camino hacía Lujuria y cuando toco su hombro me sorprende que sólo una pequeña cantidad de su poder sigue bloqueado y decido sólo aumentar su rango de ataque, la última es Ira, oh, como amo los poderes de Ira, después de Envidia Ira es lo mejor. Sonrió mientras dejo que mis poderes naveguen por el cuerpo de Ira hasta encontrar lo que busco, fácilmente desenredando los hilos que yo arme.
Cuando escucho la puerta cerrándose y el tintineo de las cadenas volando es muy tarde, una clase de cadena divina me apresa las manos, luego los brazos y piernas, intento corroerla, pero la cadena me da una descarga eléctrica. Grito del dolor y por un momento creo que voy a perder la conciencia.
—¿Qué crees que haces, bruja? —pregunta sonriendo el mejor amigo de Ash, el mago descendiente de una de las sobrevivientes de Salem, pero hay algo raro, no se ve relajado y sin preocupaciones como siempre, no, ahora se ve errático, con una sonrisa ansiosa, parece fuera de sí.
—Puedo hacer la misma pregunta
—¿Sabes? Nunca entendí porque Ash dejaba a una sacerdotisa caída volar alrededor de él —escupe las palabras como si fueran ácido. Mientras se acerca—. Hueles a tormenta, flores silvestres y azufre. Quiere decir que practicas magia oscura y pasas gran parte de tu tiempo en el infierno.
Sigo viéndolo, mientras intento concentrar mi magia para liberarme, pero nada parece funcionar en estas cadenas, ¿qué es esto?
—Fueron hechas por mí para ti, son un regalo de despedida —explica como si leyera mis pensamientos—. ¿Te gustan?
—Me gustan tanto que quiero guardarlas, ¿me ayudas quitándolas y mandándolas al infierno por mí? —propongo con cinismo. Intento corroerlas, pero es imposible, no reaccionan ni con magia blanca, ni con negra.
—Creo que no va a suceder, no cuando querías liberar a los demonios, morirás con ellos —responde sonriendo—. Pero morirás como tus ancestros.
Sonrío ante eso, las brujas eran quemadas, pero ella era la reina del infierno, las llamas no la lastimarían.
—A las sacerdotisas que eran impuras las enterraban vivas, pero tú ya sabes eso. —menciona y una sonrisa espeluznante se abre paso en su rostro al ver mi expresión
Agarra mi cabello y tira hacia arriba de mí, obligando posarme en mis pies. Cuando me intento mover, las descargas eléctricas regresan y desestabilizan de nuevo mi magia. Maldita sea, al ser mago sabe los problemas que sufrimos los manipuladores de magia al entrar en contacto con grandes descargas de energía, nos debilita e imposibilita reunir la energía que queremos para usarla, necesitamos energía pura, no la eléctrica que rebota por todo nuestro cuerpo, destruyendo cualquier energía pura que tuviésemos acumulada. No soporto y vuelvo a caer.
No podía hacer nada, no podía moverse. Luke se molestó y volvió a tomarle el cabello, pero esta vez no para levantarla, sino para arrastrarla, el simple movimiento seguía enviando descargas eléctricas por su cuerpo, pronto la neblina se disipó y los sonidos que había intentado ocultar de Luke se abren pasó a todo volumen. La luz del sol vuelve a brillar mientras los gritos de desesperación, agónicos de los guardianes asaltaron sus oídos.
—¡Maldita! —grita lanzándome al otro lado del pasillo, la pared golpea con fuerza mi espalda, sacándome el aire y un grito en el momento en que las descargas eléctricas aumentan— ¿Estabas insonorizando el edificio? ¿Dónde están los demás?
Le sonrió sin responderle antes que una descarga más fuerte me arranque un grito y me mande nuevamente al borde de la inconsciencia.
—¡Adam! ¡No me interesa quién, pero vengan al laboratorio!
El comunicador cruje con interferencia y creo que se ha estropeado, pero me equivoco y a los pocos momentos aparecen unos cuantos guardianes, se ven nerviosos y ansiosos.
—Adam, tú me darás un reporte de los hechos y pérdida de hombres estimado —ordena con una voz tronadora, luego Luke observa a los otros cinco guardianes— Ustedes la llevaran al otro lado de bosque, por el lado trasero, preparé una fosa para ella, colóquenla y déjenla comer tierra hasta que ya no pueda respirar más.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, no quería ser enterrada viva, no de nuevo, aún tenía pesadillas con el día de su muerte. No importaba que hubiera muerto por salvar a su hermana, eso no eliminaba el sentimiento asfixiante, la tierra en su rostro, respirar y que la suciedad entrará a sus fosas nasales, cortando su respiración, querer gritar aun cuando sabes que si lo haces la tierra entrará en tu boca con su sabor fangoso inundando tus papilas y todo será en vano. Nadie escucha tus gritos seis pies bajo tierra.
Empiezo a gritar e intentar moverme, llamar a Luc, quitarme las cadenas, disolverme y regresar al infierno, pero las cadenas me mantienen en este plano y las descargas terminan mandándome a la inconsciencia.
Lucifer empezó a preocuparse, si bien Dría no tenía hora para regresar, siempre regresaba para comer con él, ella sabía que él no disfrutaba estar solo y desde que si no estaba ella no comía, ella le prometió siempre hacerle compañía.
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—Azael. — llamo a mi guerrero preferido.
Cuando entra el bello demonio de largos cabellos rubios y los ojos del más oscuro negro, observo como hace una reverencia.