Siete Letras

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No la volví a ver durante un tiempo, y el sólo pensar en que no volvería a verla me torturaba agónica y lentamente; en realidad quería volver a contemplarla, volver a sentir la suavidad de su piel y su delicioso aroma, deseaba poder mirarla a sus bellísimos ojos no una vez, sino mil, millones de veces, es más, eternamente. Sentía que ella había llegado a mi vida para quedarse, para transformarla e iluminarla con su esencia, con su ser.

Estuve buscándola bastante tiempo; cada segundo que no pasaba a su lado era eterno y doloroso. Recorrí mil veces cada uno de los sitios en los que habíamos estado juntos con la pertinaz esperanza de encontrarla allí. Al notar su ausencia sentí cómo mi frágil ilusión de encontrarla se iba desmoronando de a pocos, haciéndome romper silenciosamente en un llanto invisible pero letal, un llanto que guardaba en mi corazón; el cual, poco a poco se iba encharcando. A veces, cuando sentía que en mi interior no cabían más lágrimas, dejaba que algunas escaparan por mis ojos; las suficientes para alivianar la carga que recaía en mi interior.

En una de esas tantas búsquedas que lentamente se volvían rutinarias, me detuve bajo aquel árbol majestuoso en el que había estado con ella; observé el horizonte deseando volver a sentir su aroma, anhelando sentir sus manos en mi cara, codiciando ver de nuevo aquellas hermosas pecas. De repente, un trueno que el taciturno cielo lanzaba como un grito de dolor rompió el silencio de mis memorias; había empezado a llover sin que me diera cuenta, llevaba bajo aquél árbol más tiempo del que creía haber pasado y no me importaba. Estaba empapado, solo y triste. Dejé que cada lágrima que emanaba del cielo se adueñara de mi atención. Nuevamente pensaba en ella, imaginaba qué habría pasado si aquél día en que tuve la oportunidad que desperdicié la hubiese besado. Su efigie no abandonaba mi cabeza, ni mucho menos su nombre; ése nombre que tantas veces había escrito junto al mío separado por la letra ‘y’, el mismo nombre con el que había imaginado que el mío pasaría el resto de su existencia… “A”.



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En el texto hay: soledad, primer amor, decepciones amorosas

Editado: 21.03.2019

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