Siete Lunas

02. La Ruta

—El que no suba en los próximos 5 minutos se queda en clases extras—Bromeó Sachi mientras hacía sonar la bocina del auto y a la vez recogía la parte superior de su cabello en una coleta, ya que lo tenía bastante largo, aunque no llegaba hasta sus hombros

—No seas desesperado, esto no cierra—se quejó Madeline luchando por cerrar la abarrotada cajuela

—Déjamelo a mí, tú busca a tu novio, se arregla más que una mujer—dijo Kenny tomando el lugar de Madeline

Karen fulminó con la mirada a la pelirroja Riley que se relajaba con música adentro del auto—Te veo muy cómoda, Riley

—Ya guardé mis cosas, ustedes son muy lentos—respondió con un dejo de burla

—Anda, al menos pon buena música

Sachi se recostó a la ventana—A este ritmo llegaremos de noche

—¡Ya estamos!—anunció Madeline, quien acercaba a trotes jalando a Darcy por el brazo

Ril los miró de reojo y luego volvió su atención a su teléfono

Una vez que todos los chicos entraron al auto, cerraron las puertas de golpe y el rubio se cabreó

—Pregunta rápida. ¿Qué carajos le hicieron las puertas de mi coche?—gruñó

—Vamos, amigo, te quedarás calvo como tu padre—bromeó Darcy mientras revolvía los cabellos del rubio.

El viaje comenzó entre risas y bromas pesadas, habituales entre esos amigos que se conocían desde la preparatoria. El recorrido era largo y  horas nalgas para llegar al pueblo de Astoria, tanto que la noche cayó en pleno camino.

Algunos de los jóvenes roncaban a gusto en los hombros de sus amigos. Tal era el caso de Sachi, que a mitad de camino cambió lugares con Kenny sediendole el puesto de conductor, y él terminó babeando el hombro de Riley a las 3 de la mañana.

—Kenny, te odio—murmuró Riley entre bostezos, intentando acomodarse en el asiento con la cabeza de Sachi pesando sobre su hombro.

Kenny esbozó una sonrisa irónica—¿En serio? Pensé que odiabas a todo el mundo

—También, pero a ti un poco más. ¿Tenías que dejarme con el saco de baba?

—¡Sh! No despiertes al niño—intervino Darcy con una sonrisa, mientras acariciaba el cabello marrón de Madeline, que dormía plácidamente abrazada a él.

La sonrisa de Riley se tornó amarga—Vaya, ¿a ella también le gusta que le acaricien el cabello? Veo que tus gustos no cambian, Darcy Lux

Darcy se giró hacia ella, su rostro endureciéndose—¿En serio quieres empezar de nuevo, Riley?

—Ya basta, chicos— intervino Kenny con seriedad—no es momento para hablar de eso.

—¿Entonces cuándo será el momento?—Riley elevó la voz, su mirada fija en Darcy—Porque en tres años nunca has encontrado el momento.

—No entiendo por qué sigues aferrada a eso—respondió Darcy con frustración—Dalo por muerto, olvídalo de una maldita vez, Ril.

La discusión se intensificó, despertando a los demás. Kenny intentó calmarlos, apartando la vista de la carretera por unos segundos.

*Doblar a la derecha* indicaba el mapa del vehículo

El pelinegro vió de reojo el camino, se preparaba para doblar a la derecha en la siguiente división, sin embargo bastó 2 segundos en los que miró a la parte trasera donde se encontraban sus amigos discutiendo para que el mapa indicara una nueva dirección.

*Doble a la izquierda*

Kenny frunció el ceño, desconcertado por la nueva instrucción del GPS. ¿A la izquierda? Eso no tenía sentido. Debían girar a la derecha para llegar al hotel. Decidió ignorar la orden, atribuyéndola a un error del sistema.  Sin embargo, una punzada de inquietud le recorrió la espalda. 

Giró a la izquierda, adentrándose en una carretera secundaria aún más oscura que la anterior.  Los altos pinos a ambos lados formaban un túnel bloqueando la luz de la luna.  Una niebla espesa comenzaba a formarse y el silencio era absoluto, roto solo por el zumbido del motor y el crujir de las ruedas sobre la grava.

A lo lejos, en la cima de una montaña, una silueta imponente se recortaba contra el cielo nocturno: el Hotel y justo debajo el pueblo Astoria.

—Cállense de una vez, ya llegamos—pidió Kenny

—Ya te dije que lo que pasó...

La oración de Darcy fue interrumpida por un estruendo ensordecedor que sacudió el auto, seguido de un fuerte olor a quemado. El parabrisas se cubrió de una telaraña de grietas, oscureciendo la visión. Todos gritaron, aferrándose a sus asientos mientras el coche se desviaba bruscamente.

—¡¿Qué fue eso?!—gritó Madeline, su voz temblorosa.

—Parece que atropellamos algo—murmuró Karen, llevándose una mano al pecho y Sachi fue a revisar su estado

—Tranquila, ¿Estás bien?—preguntó el rubio a su amiga que padecía problemas cardíacos. Ella asintió y comenzó a respirar lenta y profundamente.

Kenny bajó del auto y un poco cegado por las luces frontales apartó el humo del capote con sus manos

—Es un ciervo—dijo y comprobó que el animal no contara con vida—Está muerto—anunció con una voz grave

—Que susto. Pobre ciervo—Darcy bajó del coche y llevó una mano a su nuca al ver el charco de sangre.

—¡El auto no arranca!—Sachi intento prender los motores, para comprobar las condiciones del vehículo, sin embargo ya no funcionaba.

—Mejor imposible—Riley salió junto a Karen tociendo por el humo

—Mierda—Sachi le dió una patada al ver que no tenía forma de arreglar el coche.

—Supongo que no queda de otra, tendremos que caminar hasta el Hotel—señaló Kenny a lo alto de la colina.

—¿Caminar? ¿Con todas estas maletas?—preguntó Madeline incrédula y algo irritada.

Riley intentó buscar señal con su teléfono, caminó un poco hacia los bordes de la carretera y observó unas tres calaveras de ciervo no muy lejos del accidente. Parece que suelen atravesarse muchos ciervos en esta zona—pensó—No tenemos señal, es lo mejor que podemos hacer ahora mismo

—Ni modo, caminaremos entonces—Karen abrió la parte trasera del auto para bajar las maletas.

El grupo continuó el camino a pie, mientras admiraban un cartel oxidado a unos pasos de ellos




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.