Siete Pasos al Amor

Capítulo 1. El hallazgo

Capítulo 1. El hallazgo

— ¿Afirma usted que soy su prometida

Inna miraba con desconfianza al hombre desconocido que estaba junto a su cama. La miraba con compasión y un dolor oculto. A la chica le pareció que sus emociones eran sinceras, pero ella no recordaba nada, absolutamente nada de él. Era insoportable.

— Sí, Inga, eres mi prometida. Llevamos un año conviviendo como pareja. Acordamos la boda hace un mes. Estabas ocupada organizándola, cosiendo el vestido de novia, pensando en las invitaciones... ¿De verdad no recuerdas nada?

— Nada en absoluto —susurró Inna—. ¿Me llamaste Inga?

— Sí. Ese es tu nombre. He oído que aquí te llaman Inna.

— Sí —asintió Inna—. La señora Anna notó la pulsera en mi mano —donde estaban las letras “I” y “A”— y pensó que la “I” se refería a mí, y me llamó Inna. Le gusta el poema "Señorita Inna" —explicó, sin saber por qué.

— Inna, Inga... Hmm. Parece que sí —encogió de hombros el apuesto hombre y sonrió.

A Inna le gustó su sonrisa. Quiso creerle, pero de inmediato se reprendió a sí misma: ¿y si es un mentiroso? ¿Si me está engañando? Aunque... ¿para qué?

Como si hubiera escuchado sus pensamientos, el hombre sacó de un bolsillo interior de la chaqueta una foto y se la mostró a la chica.

Inna miró y su corazón latió más rápido. En la foto estaban ella y… aquel desconocido. Se abrazaban, Inna se apoyaba fuertemente en él, sonreía felizmente; se veía, se sentía claramente que entre ellos había sentimientos.

— Somos nosotros, Inga —dijo en voz baja el hombre—. Me llamo Artem. Esas iniciales en la pulsera, “I” y “A”, son de Inga y Artem...

Tres días antes de los hechos descritos…

La señora Anna estaba recogiendo setas. Apenas comenzó a clarear, se adentró en el bosque. Le encantaba esa hora: silencio, hierba húmeda, aire lleno de niebla residual, cantos de pájaros... El fresco de la mañana le calaba hasta los huesos, pero la anciana estaba acostumbrada y a menudo salía a recoger setas tan temprano.

Cuando llegó al claro donde un viejo fresno se inclinaba sobre el sendero del bosque, algo la hizo detenerse. Como si algo le arañara la mirada. Entonces la vio...

— ¡Dios mío! —susurró Anna, soltando la cesta. Las setas que había recogido con tanto cuidado desde temprano cayeron al suelo. — ¡Chica! ¡Eh, tú! ¿Qué haces? ¿Quién eres? ¿Me escuchas? ¡Ay, ¿qué está pasando?!

La desconocida yacía entre los arbustos, cerca del sendero, como dormida. Pero en el interior de la señora Anna se despertó un mal presentimiento. Se llevó la mano al pecho, como intentando calmar el frenético latido de su corazón, y se acercó lentamente a la joven.

Resultó ser una mujer joven, muy pálida, con el cabello oscuro y enredado, y los brazos arañados. Su largo vestido ligero, más parecido a un vestido de verano, estaba mojado por el rocío matutino, sucio y rasgado en el dobladillo.

La señora Anna pensó inmediatamente en lo peor que podría haberle pasado a esa desconocida, pero por fuera no había señales visibles de abuso físico. Solo los arañazos en los brazos, que bien podían haberse hecho en zarzas o frambuesos; quizás la chica había estado abriéndose paso por esos matorrales, ya que crecían muchos cerca.

Los párpados de la joven estaban cerrados, sus labios azulados. La señora Anna se sentó junto a la desconocida y tocó su cuello: sentía un pulso débil.

— Está viva... Viva, gracias a Dios —se alegró Anna—. Se sentó junto a la encontrada, sacó de su bolsillo su anticuado teléfono móvil, ese con botones que sus nietos se burlaban cuando venían de vacaciones en verano. La señal era débil, pero eso agradó a Anna, porque en el bosque muchas veces no se podía llamar a su pueblo. Como decía su nieto Vasylko, “no hay cobertura”.

La mujer buscó largamente el número adecuado y, al encontrarlo, presionó el botón de llamada...



#108 en Detective
#1147 en Novela romántica

En el texto hay: detective, amor, chiklit

Editado: 20.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.