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SIGNIFICADOS

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         -Jem, Ethan está afuera esperándote –gritó Kyle, el más pequeño de mis hermanos.

 

Salí de mi habitación como un poseso, como era costumbre, Ethan había llegado cuarenta minutos tarde. Salí corriendo de casa escuchando a lo lejos la típica indicación de mi padre: “no llegues tarde”. Claro, como si alguna vez hubiera llegado temprano.

 

         -¡Qué sorpresa! Llegaste tarde –reproché con un toqué amargo de sarcasmo.

         -Me gusta hacerla de emoción, James -él más que nadie sabía lo mucho que detestaba que me llamaran James, y aún así, lo hacía para molestarme.

 

Sonreí y lo besé antes de subirme al auto. Subió segundos después de mí con esa característica sonrisa.

 

         -¿Y bien? ¿Cuál será la excusa de hoy?

 

Hace tres años, cuando fue nuestra  primera cita llegó cuarenta minutos tarde, llegó avergonzado y yo estaba más que molesto, de no ser por aquella curiosa historia (que sabía de sobra que era una mentira) no seríamos novios en estos momentos. Ese día argumentó que fue raptado por un guapo alienígena, alto y fornido, quería llevárselo a su planeta y proclamarlo príncipe heredero después de hacerlo su esposo, cuando él le dijo que tenía una cita con el terrícola más hermoso de todos quiso asesinarlo y fue esa la causa de su retraso. Mi enojo desapareció al instante al escuchar la seriedad con la que me contaba esa historia y hasta me hizo llorar de la risa cuando interpreto el papel del alienígena guapo.

 

Después de cada retraso yo esperaba una divertida excusa.

 

         -Jem, debo decirte el mayor de mis secretos –lo dijo tan tranquilo que por un momento creí que estaba hablando en serio-. Soy un espía, vigilo cada movimiento del gobierno y justo antes de nuestra cita tuve que asesinar a varios agentes para evitar una tercera guerra mundial. Uno escapó, pero como me di cuenta que ya venía muy tarde tuve que dejarlo ir, ahora debes saber lo mucho que te amo, porque si la tercera guerra mundial se desata será por este infinito amor que te tengo… -segundos después de su elaborada excusa que seguro acababa de inventar, soltó una sonora carcajada. Me tomó por el cuello y me acercó a él para besarme en los labios-. Te amo.

 

Yo también reí, no porque fuera tan gracioso sino porque el simplemente era así. Antes de ser novios fuimos los mejores amigos y a pesar de que la etiqueta “novios” estuviera presente nos teníamos la misma confianza de antes.

 

Llegamos a la casa de Rulo, uno de los amigos de Ethan. Rulo era un completo desastre, su vida básicamente se basaba en fiestas. Se quejaba siempre de no encontrar el verdadero amor pero cuando tenía una novia no podía serle fiel si quiera un día. Qué ingenuo.

 

Rulo había organizado una fiesta para festejar … ¿qué festejaba? Seguro que era una cosa sin importancia. En cuanto entramos  a su casa nos golpeó un ambiente cargado de humo de tabaco y el aroma dulzón de la marihuana. La sala se había convertido en una improvisada pista de baile donde decenas de cuerpos se contoneaban al ritmo de la música.

 

Ethan me tomó de la mano y caminó delante de mí, abriéndose paso a través del mar de cuerpos. Llegamos hasta un Rulo sonriente y totalmente drogado. Al instante nos tendió dos vasos de plástico con un contenido colorido.

 

         -¡Les juro que es de la mejor calidad! –gritó con fuerza tratando de hacerse escuchar sobre la música.

 

Ambos tomamos el vaso y bebimos su contenido de un solo trago; el líquido descendió por mi garganta quemando todo a su paso.

 

         -Qué asco –me quejé.

         -No hace falta que me lo digas –respondió el con el ceño fruncido e inspeccionado el fondo del vaso-. Vamos a bailar.



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En el texto hay: amor gay, gay, amor

Editado: 04.04.2019

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