Silbidos de Media Noche

Augurios.

Los rostros que veía frente a mi no me resultaban familiares a pesar de que a algunos ya los conocía de antaño. Había pasado ya mucho tiempo desde que nos habíamos visto por última vez y no esperaba volver a encontrármelos. Nos bajamos de la camioneta y entramos al lugar, la entrada tenía el nombre de la hacienda grabado en metal sobre un tablón de madera, " Rancho Cáceres" se llamaba el sitio. Era una enorme propiedad de siete mil metros cuadrados donde se criaba ganado, gallinas y cerdos, con una casona de campo donde vivía la familia, buenas personas según contaba Román. Fuimos en dirección al grupo reunído en el porche de la casa, algunos conversando amenos, otros serios y algunos mirando en nuestra dirección, más que nada los chicos amigos de Sofía, quienes sobresalían del grupo por su evidente juventúd en comparación con los hombres junto a ellos, quienes aparentaban alrededor de cuarenta años, en cambio esos chicos no pasaban de los diecisiete. Cuando estuvimos cara a cara, Román me presentó ante ellos. Eran un total de nueve las personas que se encontrában allí sin contarnos al rubio y a mi. 

— Señores disculpen nuestra tardanza, agradecemos encarecidamente que hayan decidido ayudar en la búsqueda de Sofía Brender. Sofi, para los amigos.— Comenzó a hablar el rubio junto a mi— Ya ustedes me conocen, soy Román Pain el hijo de la señora Luisiana Pain, la dueña de la posada El Encanto, pero creo que muchos no conocen o no recuerdan al señor Yago Brender, para quienes no lo conocen, él es el hermano mayor de Sofía.— Hubieron algunas caras de sorpresa. — Señor Brender, le presentaré al grupo que nos acompañará. Él es el señor Luis Cáceres y su esposa la señora Rosalba de Cáceres, los  dueños de ésta hermosa propiedad — Estreché la mano de cada uno y ellos con amabilidad me respondieron. El señor Luis tenía más o menos casi cincuenta años, cabello blanquecino por culpa de las canas, pero aún para su edad tenía el aspecto de un roble, era fornido, de facciones duras, más no severas, traía una camisa azul rey, jeans y mocacines ocre. Su esposa en cambio, era otra historia. A pesar de no lucir tan vieja se veía demacrada por los años, estaba pálida como una hoja, las ojeras eran pronunciadas bajo sus ojos, cosa que la hacían lucir cansada, su vestido floreado y brillante contrastaba evidentemente con su cabello sin el más mínimo lustre o vitalidad. En realidad toda ella era un contraste de lo que recordaba cuando niño, desde que se caso con Luis, fue perdiendo poco a poco esa belleza casi mágica que la caracterizaba cuando iba de visita con mi padre a su casa.

— Un gusto, usted si mal no recuerdo es el hijo de Tom, Tom Brender, ¿cierto?— habló Rosalba.

— Si, él era mi padre.— al decir esto se le iluminó el rostro de alegría.

— Claro, tu eres el pequeño Yago, como has crecido, parece que solo ayer eras ese pequeñito que corría por mi patio y era el terror de mis pollitos, ¿ya qué edad tienes hijo?

— Veintiseis señora.— respondí sonriendo al recordar aquello. Cuando venía con mi padre solía perseguir a los pollitos por todo el patio intentando atrapar uno.— Román se aclaró la garganta indicandome que los reencuuentros y saludos cordiales debían esperar hasta después.

— Bueno, prosiguiendo con las presentaciones, ellos son los hermanos Tom y Jhonatan Thompson, tienen una hacienda al oeste del pueblo llamada "La Cazadora" — Les estreché la mano a cada uno. Eran un par de hombres, jovenes, más o menos treinta y cinco, gemelos identicos cabe destacar, aunque Tom era un poco más alto que Jhonatan y Jhonatan usaba lentes, descartando eso, casi no se podían distinguir entre si. Cabello negro, delgados, piel clara, barba bien afeitada y algo gorditos, aunque vestían de forma diferente ambos lo hacían con camisetas, Tom blanca y Jhonatan azul, ambos con jeans y zapatos deportivos.

— Un gusto conocerlo señor Brender, lamentamos lo de su hermana. A penas nos enteramos quisimos venir a ayudar. Sabemos la angustia por la que está pasando señor, nuestro hermano también se encuentra desaparecido. — Contó Jhonatan.

— Gracias por su comprención y ayuda, lamento escuchar eso, también buscaremos a su hermano— dije en un tosco intento de consolarlo. 

— Se lo agradeceríamos mucho.— acotó Tom. Román se dirigió ahora a un hombre de barba que sostenía una escopeta. Era pálido, pelirrojo, con pinta de leñador. Se veía que era una de esas personas que iba de caza los fines de semana al bosque o de pezca al lago y por su mirada malhumorada y casi hostil, se veía que no era de estar en casa con una esposa y niños saltando de aquí para allá gritando y jugando. Reconocía a esa clase de hombres donde fuese, uno de mis tíos era así, el lobo solitario de las reuniones familiares. 

— Señor Brender le presento a Jacket Rich, él es cazador profesional, accedió a ayudarnos. Conocé mejor que nadie los bosques y montañas de los alrededores del valle.— Estrechamos nuestras manos, pero él no dijo nada más y no quitó esa expresión seria que lo hacía parecer que iba a gritar e insultarnos en cualquier momento, no sabría decir si su cara era normalmente así o estaba de suerte. — Es hombre de pocas palabras... ¡Y Finalmente! Ellos son los amigos de Sofi, estudian con ella en el Instituto del Centro, Marco, Gabriel y Sam.

— Mucho gusto Señor Brender, me llamo Gabriel Clear. Soy... Amigo de Sofía.—Dijo el muchacho. Gabriel fue el primero en saltar a saludar, estrechó mi mano entusiastamente, quizás demasiado, traía una sonrisa de oreja a oreja que se veía algo forzada, pero ese entusiasmo excesivo se debía a que estaba nervioso por alguna razón, podía deducirlo por el tic que se notaba en el lagrimal de uno de sus ojos osuros y lo mucho que se movía respecto a sus otros compañeros. Le devolví la sonrisa calculadamente y lo analicé un momento. El chico era alto, tez clara y de cabellera rubia larga, tanto que le cubría el ojo izquierdo. Cargaba una playera negra de cuello redóndo y jeans.



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En el texto hay: suspenso, desaparriciones, leyendasfolkloricas

Editado: 09.10.2023

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