Cuando el silencio también habla, como duele. Duele, y más para una niña de 13 años, que amaba su familia como no va a volver a amar a nadie. Todo había sido tan rápido, tan complicado de entender. Pero el recuerdó sigue grabado con tinta y aguja en su descuidado corazón.
-Corre Perla, salí del auto, todo va a estar bien.
Perla paralizada por el miedo de perder a sus padres, creía no poder moverse, o acaso ¿no podía?
-Tranquila, solo anda, te amamos-
Quiso responderle a su madre que no los iba a dejar solos en un auto que acababa de dar al menos 3 vueltas en la carretera, pero fue imposible, parecía que su voz se ahogaba en el vacío, una y otra vez.
-Es una orden Perla! Salí ya!-
Después de salir corriendo del auto, solo recuerda haber escuchado una explosión, seguida de los gritos desgarradores de su madre, lo que no sabía era que su padre había dejado de vivir en el primer impacto del automóvil con la carretera.
Lo último que recuerda de ese día es tratar de llegar a sus padres, pero no poder, porque dos brazos la oprimían contra si. Sintiendose totalmente confusa y mariada, cedió a sus impulsos de cerrar los ojos.
Tres semanas después despertó en el cuarto de una clínica, que a su parecer era muy costoso para sus padres, sus pensamientos fueron interrumpidos al ver a un señor en un sofá cerca de la camilla, tenía un rostro entristecido, y cansado, y totalmente desconocido para ella. Continuó observando la habitación hasta que le llamó la atención una carta en la mesita al lado de su camilla.
La tomó y la comenzó a leer, las lágrimas no tardaron en llegar a sus ojos, al darse cuenta que no era una carta, eran sus exámenes médicos, donde expresaba que había tenido un trauma neurológico (por los golpes que recibió en las vueltas sufridas en el accidente). Una lista de posibles consecuencias aparecía debajo de esa aclaración, esa lista estaba encabezada por la pérdida de habla, visión, memoria y audición.
Tenía 13 años pero era consciente que ya no vería a sus padres, al menos en un largo tiempo, y que ahora su rumbo dependía de ella misma (o eso creía)
Perla estaba tan consentrada en sus pensamientos, y (mayormente) temores, que no se percató que Germásn (el "desconocido"), se acercaba sigilosamente hacia ella.
-Hola Perla -aquel saludo la sobresalto, haciendo que diera un brinco en la camilla, y lo mirará. El sin recibir respuesta y por desbordar de los nervios decidió continuar.
-Me llamo Germán, la médica seguramente está por venir, ya apreté el botón para llamarla. Quiero decirte que todo va a estar bien, estoy contigo, y a partir de ahora eso no va a cambiar más. -Estuvo durante estos últimos 3 días pensando en este momento, y no podía creer que lo había estropiado con palabras que para ella deberían de ser vacías.
Perla no entendía aún esas palabras, pero sentía que así iba a ser, y por un par de segundos se olvidó de todo, lejos de asustarse (por el hecho de no conocerlo) sintió una paz indescriptible, pero que pronto terminaría al darse cuenta que no podía hablar. Germán vio en sus ojos el desconcierto y por más que tratará de preguntarle que sucedía, ella se mantenía con lágrimas corriendo por sus ojos en un tenue silencio. Para él ese silencio era mas ruidoso que cualquier llanto, porque no podía imaginar que pensamiento podía ser tan perturbador como para sufrirlo sin mediar palabra, y con la mirada perdida como la tenia ella desde el día que la conoció.